Raro. Diferente. Especial. Nostálgico. Todo eso describe ver un Cosquín Rock detrás de una pantalla y con las bandas tocando sin público y respetando el distanciamiento social entre cada integrante.
El festival serrano no es como cualquier otro: cada verano, a Cosquín Rock lo rodean una enorme cantidad de factores y condimentos únicos: viajes en caravana, largas caminatas, montañas adornando la puesta en escena, el contacto humano dentro del predio y la conexión con miles de melómanos y melómanas desconocidas entre sí, pero unificadas por una misma pasión y hasta la infaltable molesta (hoy añorada) lluvia y las zapatillas embarradas.
Sin todas esas características, este fin de semana se llevó adelante la versión online en la que cada usuario, sin moverse del asiento de su casa, podía ver las más de 60 bandas que se distribuyeron en los cuatro escenarios. Es para celebrar (al menos por un rato) que un evento ponga a trabajar a un montón de protagonistas de la industria musical, además de los músicos: sonidistas, fotógrafos, asistentes de escenario, camarógrafos, directores de cámaras, equipos de prensa, y una larga lista de etcéteras de personas claves para la realización de un espectáculo. No abarca a toda la extensa escena musical del país, es cierto y sería impensado que un solo festival lo hiciera, pero aunque sea puso en actividad por un par de días a esos anónimos y anónimas que también tanto lo necesitaban.
La primera jornada dejó una sensación de adrenalina y nostalgia potenciada por el tremendo show de Ciro y Los Persas al llegar a la medianoche del sábado. Un momento muy fuerte y crudo se vivió al momento en que el ex líder de Los Piojos bajó al campo a cantar el estribillo de «Tan solo» en completa soledad y su voz se fue expandiendo por un Luna Park frío y vacío. Quizás esa haya sido la imagen más emotiva de ambas jornadas y que logró traspasar las pantallas de las miles de personas que compraron las entradas para verlos en sus dispositivos móviles.
Sin embargo, no fue la única ocasión en la que Ciro y Los Persas lograron llegar simbólicamente a cada una de las casas: también lo consiguieron con momentos alegres, de baile y adrenalina como con «Pistolas», «Ruleta», «Antes y después», «Pacífico», «Astros», «Cruel» y cuando en un mix entre «El farolito», «Balneario de los doctores crotos» y «Muévelo» la mayor parte de la banda y su cantante bajaron al campo saltando y recorriendo cada sector de la parte baja del mítico estadio de las calles Corrientes y Bouchard. Andrés Ciro Martínez volvió a demostrar que es el mejor frontman de la Argentina, de esos cantantes líderes que saben cómo manejar un show y ser el centro de las miradas y generar el espectáculo que se necesita.
Entre los shows más destacados del sábado estuvieron el de Los Caligaris, a pura fiesta y cuarteto cordobés; el de Nagual, con un set rockero muy potente; el de Loli Molina, que con la calma armoniosa de su voz y su música logra siempre que el mundo sea un lugar mucho más bonito al menos por un rato; y el de 2 Minutos, con un Mosca de saco y una frase final a la que es imposible no adherir: «Pandemia, la re concha de tu madre».
Por problemas de imagen y audio los shows de A.N.I.M.A.L, Los Tipitos y Attaque 77 tuvieron que ser reprogramados para el día siguiente.
La jornada del domingo comenzó a tomar color con la tranquilidad melódica de Paz Carrara, seguida por Zoe Gotusso, ambas desde el Luna Park; y el clima festivo de la banda rosarina Mamita Peyote desde La Trastienda y El Kuelgue desde Vorterix; mientras que Massacre puso la primera cuota de rock del día.
Uno de los puntos interesantes de esta edición online fue el de la inclusión de una gran cantidad de bandas hispanas y latinoamericanas, entre las que más se destacaron con sets muy poderosos y bien aprovechados fueron la chilena Cami, los bolivianos Matamba y los paraguayos Kchiporros.
Mientras la tarde continuó su recorrido con Ratones Paranoicos, Los Espíritus, Turf y La Que Faltaba; la noche se encendió con la cumbia de Damas Gratis y el swing del conjunto colombiano Monsieur Periné.
Tras la potente performance de los legendarios Rata Blanca, y mientras los siempre rendidores Kapanga pusieron más clima festivo a la ocasión, León Gieco sentado con su guitarra y su armónica le dedicó sus canciones («El fantasma de Canterville», «La memoria» y «Solo le pido a Dios») a Mercedes Sosa.
En el cierre de la edición, apenas un click separaba a la tranquilidad de El Mató a un Policía Motorizado con la adrenalina de los mexicanos Molotov y la osadía del rapero Trueno.
Según cifras oficiales, entre ambos días, hubo alrededor de 170 mil personas conectadas a la plataforma de Cosquín Rock. Vendrá el tiempo del balance para corregir y potenciar algunas cuestiones técnicas, en caso de que haya que repetir esta modalidad en febrero si la pandemia continúa: cómo mejorar el sonido en algunos sets donde se escuchaba demasiado bajo, o la calidad de imagen que entorpeció algunas presentaciones o el hecho de que algunos sets fueron cortados abruptamente.
De todas formas, como primera experiencia, la versión online del festival hay que reconocer que estuvo más que aprobada, siendo un evento verdaderamente histórico en esta modalidad virtual a nivel mundial, y en esta odiosa nueva normalidad que nos hace volver a adherir a las palabras del Mosca de 2 Minutos.