Los mendocinos de Karamelo Santo se presentaron en Córdoba en una de sus últimas fechas de este año. Unos 300 desfachatados se dieron cita en Casa Babilon antes de la primer hora de la madrugada.
Sí, porque no todo tiene que empezar pasadas las 24, Karamelo Santo se presentó en Córdoba temprano para que los más chicos también puedan ingresar. Claro está que no todos se acostumbran a que por primera vez, el horario sea respetado; es que más tarde la noche continuaba con la Conexión Hip Hop que cada día tiene más adeptos.
Entre cumbias y rock, Karamelo Santo aprovechó la ocasión para presentar «La chaparrita», un disco de versiones remixadas y no tanto junto a algunas perlitas inéditas en las que participan por ejemplo Antonio Tormo, a quien va dedicado el material.
Quizás el tema más apropiado para la noche hubiera sido La Kalor, ya que ni los ríos de cerveza que fueron consumidos en el lugar alcanzaban para aplacar la sed… Que te refresca es cierto, que transpirar igual, también. El telón se abrió con Negro, El Baile Oficial, El Reo y Soy Cuyano. Acto seguido, Piro hizo referencia lo «duro que fue este año» y el aguante del público que posibilitó que el rock siga sonando, en clara alusión al post-Cromañón. Nunca, Vivo en una Isla y Mamina terminaron por desatar la locura.
Dejando de lado el baile y la euforia, arriba del escenario se dieron el lujo de tocar distendidos más allá de los inconvenientes para escuchar las voces principales en los primeros temas.
Poco pero ruidoso, el público no dejó tema por corear en una noche pensada para que solo los «madrugadores» tuvieran la suerte de escuchar a la mejor banda del género del país. Desprejuiciados como siempre, fueron de Maturana, en una versión más que relajada, hasta la cumbia más villera en El Garrón. Pasearon por todos sus temas, coquetearon con algunos covers, reconocieron que «la banda esta borracha» y durante poco menos de dos horas nadie se quedó en su lugar.
El final fue con Fruta amarga, y la sensación de siempre: por mas que volvieran dos veces más a escena, la gente quiere más. Los aplausos por millones, son la mejor calificación para un show cargado de buenas vibras.