Con la presencia internacional de Slash y una gran cantidad de artistas de rock que representan la identidad del festival, pasó el segundo y último día de la edición 2024.
Cada año, cuando se anuncia la grilla y entre sus filas aparecen traperos, raperos, artistas pop o de géneros urbanos, las redes del festival explotan con el típico reclamo “cambien el nombre, ya no hay rock”. Y dicha queja está completamente alejada de la realidad. El festival ya no tiene uno o dos escenarios como hace 20 años atrás, se han ampliado a 6 sectores para disfrutar de varias opciones musicales; y sí, en su programación hay trap, rap, pop, cuarteto y cumbia. Pero jamás en sus 24 ediciones dejó de haber rock. Y esto es irrefutable.
En la jornada del domingo que, según cifras oficiales, reunió al igual que en su día anterior más de 45 mil personas, tuvo dos regresos clásicos del Cosquín Rock: un escenario enteramente dedicado al reggae por donde brillaron Mimi Maura, Dancing Mood y Alborosie. Y el otro retorno fue el de la infaltable lluvia. Apenas se dieron puertas comenzó una fuerte tormenta que embarró todo el predio del Aeródromo de Santa María de Punilla e hizo que todos aquellos que vieron el contundente set de El Bordo en el Escenario Sur terminaran empapados.
En el mismo sector, los platenses Cruzando el Charco acompañaron la tímida salida del Sol y que alrededor de las 17 terminó de asomarse y de volver a calentar los cuerpos a la par que salió a escena Las Pastillas del Abuelo.
En el escenario Montaña, Estelares se despachó con una lista de clásicos como “Aire”, “Ella dijo”, “Melancolía”, “Un día perfecto” y “El corazón sobre todo”.
Pasadas las 19, Catupecu Machu rugió en ese mismo sector mientras que Los Caligaris pusieron cuarteto en el Norte, y Ciro y Los Persas se convirtieron en lo más convocante del Escenario Sur del fin de semana.
Y ahí radica la hipótesis de esta crónica. Si el festival siguiera funcionando con uno o dos escenarios como en sus primeras ediciones, todo aquello que formó parte del escenario Sur podría funcionar como la grilla de una jornada de antaño donde la esencia era el rock: los ya mencionados El Bordo, Cruzando el Charco, Las Pastillas del Abuelo, Ciro, Las Pelotas y Molotov. A eso hay que sumarle la presencia estelar del mítico guitarrista de los Guns n’ Roses. Y en la jornada del sábado haber tenido en esa misma área a Sueño de Pescado, Divididos, Skay, La Vela Puerca y Caras Extrañas reafirma que la esencia de rock (y rock barrial) sigue estando ahí aunque otros géneros más comerciales parezcan eclipsarlo.
La noche del domingo en el Sur (¡bien al Sur!) cerró con Las Pelotas invitando a Pity Fernández de Las Pastillas y a Fer Ruíz Días de Catupecu a hacer “El ojo blindado” de Sumo, para luego darle continuidad a un show hitero de los mexicanos Molotov: “Amateur (Rock me Amadeus)”, “Here we Kum”, “Frijolero”, “Hit me”, “Marciano” y “Gimme tha power”, con un mensaje disparado en las pantallas que sentenciaba “La patria no se vende”.
Pasó una edición que tuvo rock, lluvia, el regreso del reggae, bandas de España y de distintos países latinos, diversos géneros musicales que aportan a lo eclíptico del festival y hasta polémicas presidenciales desde X (ex Twitter).
La cultura no se mancha, la patria no se vende y el Cosquín Rock seguirá teniendo la palabra rock en su nombre.