El músico escocés David Byrne fue invitado de lujo de La Portuaria en la Trastienda. La crónica de Adriana Franco, para La Nación.
Trasnoche de sábado en La Trastienda. Tarde ya, David Byrne sube al escenario y se suma a La Portuaria para hacer “Hoy no le temo a la muerte”. Su voz, inconfundible, canta sus partes, las que ya grabó para el último disco de la banda argentina, pero también juega, hace coros, disfruta. Y otro tanto, o mucho más tal vez, disfrutan Diego Frenkel, Sebastián Schachtel, Colo Belmonte, Adi y Pablo Jiménez. Es que no hay duda, ni para ellos ni para todos los que llenaron el local de San Telmo, de que se trataba de un encuentro real, sin más expectativa y deseo que poner en juego a la música o ponerse a jugar con la música, para que ésta fuera puente, posibilidad, arma para derribar las barreras de las lenguas.
Sin demasiada publicidad, sin aparato mediático anticipando lo que vendría, el ex integrante de Talking Head fue el invitado de lujo, pero un invitado que también disfrutaba del encuentro y que prolongaba así, de la manera como las cosas ciertas deben ser, su viaje planeado para participar en el video del tema.
Excelente final para un show en el que, durante una hora larga, La Portuaria había mostrado las canciones de “Rio” más unas cuantas de su ya largo repertorio, de su ya larga carrera, a las que también había sumado “Down On The Corner” y “In Between Days”, las versiones -también incluidas en el ultimo CD- de Creedence y de The Cure, con las que hacen suya la historia del rock, base sobre la que el grupo se permite experimentar con ritmos e instrumentos.
Todavía faltaba más para satisfacción alcanzable, allí tarde y en San Telmo, de todos. Byrne se quedó en el escenario para cerrar la noche, primero con otro tema de La Portuaria, “Explorador”, y luego, para completar el círculo y el encuentro, con dos clásicos de Talking Head: “Road To Nowhere” y “And She Was”.