Condensar 40 años de historia en tan solo 10 discos es completamente antojadizo y arbitrario. Teniendo en cuenta esto, me dispuse identificar cuáles son los discos que constituyen la columna vertebral de la escena punk nacional. Sin aplicar un método científico, y apelando a la subjetividad propia y de los participantes, aquí dejamos la selección.
A manera de observaciones, se puede decir que llama la atención que no han sido muy elegidas bandas del estilo punk melódico como Shaila o Eterna Inocencia. Además, queda en evidencia la falta de presencia femenina en las bandas. Tampoco fueron pedidas bandas como Mal Pasar y Responsables No Inscriptos, de corte anarco-anticonsumo.
Algunas de las bandas que fueron mencionadas, y que seguramente entrarían si ampliáramos la lista, son: Pilsen, Todos Tus Muertos, Fun People, Bulldog, Loquero y Argies, entre otras.
«Y ahora qué pasa, eh?», Los Violadores (1985)
Los Violadores habían pateado el tablero en 1983, cuando publicaron su primer disco en un país que lentamente buscaba volver a un sistema democrático, después de casi ocho años de dictadura militar. Aquel trabajo tenía el primer gran grito punk de Latinoamérica: «Represión».
En 1985 la banda volvió a la actividad discográfica con «Y ahora qué pasa, eh?», con un sonido más ochentoso, menos sucio y frenético que el anterior, pero en el que emergen los dos pilares de la banda: las letras de Pil y los riffs de Stuka. Una dupla tan formidable como inviable, que habiendo pasado 30 años de la salida del disco se peleó en un show de celebración.
Con una democracia incipiente, las canciones plantean una «revolución interior», reivindican la identidad latinoamericana y recuerdan el paso de los militares con «Comunicado 166». En «Sin ataduras» la banda muestra todo su arsenal: una letra política, melodías poderosas y un solo de guitarra que lleva la canción al clímax.
No importó que «Uno, dos, ultraviolento» tuviera lenguaje nadsat para que el público que no había visto ni leído «La naranja mecánica» la adoptara como un himno. Gritar «ultraviolento» ya era un desafío a la sociedad, pero además la canción planteaba algo todavía más allá: ¿y ahora qué pasa? «Nos quieren transformar, no lo lograrán», advirtieron. La canción se convirtió en un emblema para la juventud punk y, con el tiempo, de varias bandas, incluso de otros géneros.
El disco cierra con una canción que también se convirtió en un clásico y es quizás una de las mejores de la historia de la banda: «Nada ni nadie nos puede doblegar». Stuka se luce con los riffs, y las imágenes que describe Pil construyen un clima denso. El bajo y la batería se unen a medio tempo, mostrando que el punk no necesita ser rápido para ser efectivo. Un corte antes del estribillo y un grito de batalla: «Nada ni nadie nos puede doblegar, somos el momento y éste es el lugar». A más de 30 años de su salida, nada ni nadie les puede negar su lugar en la historia del (punk) rock nacional.
«El cielo puede esperar», Attaque 77 (1990)
El disco que terminó de hacer masivo el punk en la Argentina. Si Los Violadores eran el referente ineludible hasta entonces, Attaque 77 fue más allá de la frontera y llevó el género al living de las casas.
Otra vez aparece en la historia del punk argentino la mano de Juanchi Baleirón en el rol de productor. Y la banda ya contaba con la formación que mantendría hasta «Ángeles caídos», con Ciro en lugar de su hermano Federico al frente de la voz.
«El cielo puede esperar» muestra a Attaque como una banda con ambiciones, que no se iba a quedar en simplemente emular a los Ramones, sino que avanzaría en hacer propio un estilo e identidad. Las canciones se notan más trabajadas que en «Dulce navidad» y el costado más pop terminó de hacer que la banda se destacara del resto.
A través de historias «románticas», la banda habla de temas como la cárcel, el barrio y la desigualdad, y así construye himnos como «Espadas y serpientes», que llegaron a tocar nada menos que en el penal de Olmos, ante cientos de personas privadas de su libertad.
«Tiempo para estar» muestra el costado aliviador del fin de una relación; y «No te pudiste aguantar» habla del engaño, saliendo de la cosa más melosa que como contraparte plantea «Vuelve a casa». En las tres canciones las composiciones marcan una diferencia, desde el bajo de la segunda hasta los riffs de inicio de las otras.
«Hacelo por mi» fue la canción que cambió la historia. Una especie de power ballad que rápidamente copó las radios y trascendió al público punk que podía conocer a Attaque de ese circuito. La banda llegó a presentarse en programas juveniles como «Jugate conmigo». Además, Mario Pergolini usó el nombre para bautizar a su programa de televisión. Attaque se presentó en vivo en el primer programa y tocó «Combate», «Sola en la cancha» y el obligado «Hacelo por mi». En ese mismo programa estuvieron Diego Maradona y Fito Páez.
Como suele pasar, la masividad de «Hacelo por mí» le valió a la banda las críticas del público «de la primera hora» o más punk, que los acusaron de volverse comerciales. Años más tarde, Attaque también iba a ser criticada por grabar una canción de la cantante de cumbia Gilda, en su disco «Otras canciones».
«Extremo Sur», No Demuestra Interés (1993)
«Para mí, el disco de culto de No Demuestra Interés es «Mensaje no preciso de imagen», le dijo Adrián Outeda, ex cantante de NDI a la revista Madhouse en diciembre de 2019.
Sin embargo, para el público –al menos el que participó de la iniciativa de esta nota-, «Extremo sur» es el trabajo que marcó un quiebre en la escena del punk nacional. Con el antecedente del compilado «Mentes abiertas, la verdadera invasión», del que participaron BOD (Buscando otra diversión), NDI (No Demuestra Interés), DAJ (Diferentes Actitudes Juveniles), EDO (Existencia de Odio), Venganza, IDS, 2 Minutos y Krisis Nerviosa; la salida del primer disco de NDI los convirtió en referentes indiscutidos del Buenos Aires Hardcore.
El disco fue mezclado por uno de los hacedores de la escena hardcore de Nueva York, Don Fury, productor de bandas como Agnostic Front, GG Allin y Sick of It All. Y al sonido contundente se le sumaron letras directas que interpelaban a aquella juventud que transitaba los primeros años del menemismo.
«Debes quitarte el uniforme y una sola forma de pensar», cantaba Outeda en el tema que abría el disco, cuestionando el sectarismo. En «Patea el slogan» la banda cargaba contra las «modas», casi como profetizando lo que –para muchos- terminaría minando una escena que había nacido como producto de la unidad, la independencia y la autogestión.
«Pibes de barrio», Doble Fuerza (1994)
Antes de darle play al primer disco de Doble Fuerza, la portada ya indicaba de qué iba la cosa: una calle de adoquines, una alcantarilla y una esquina. El steet punk había llegado a la Argentina.
Si ese mismo año en «Valentín Alsina» de Dos Minutos podía escucharse el «oi, oi, oi», «Pibes de barrio» avanzaba por completo sobre el sonido y fraseos que remitían al punk británico.
Con la producción artística de Roberto el Polaco Zelazek, Doble Fuerza grabó un disco crudo, pero distinto a lo que las bandas del género hacían en ese momento. «Morir de amor» es un punk & roll con un coro típico del estilo, como para cantar con el brazo en alto y un chopp de cerveza salpicando las cabezas. Y «Disturbios» comienza a pintar el panorama de una juventud que veía cómo los sueños se le rompían en la cara. «Violencia en las canchas, violencia en la ciudad. Violencia en todas partes, descontento nacional», cantaba Hugo Irisarri.
«Tito, el apestoso» le pone humor al disco en clave country punk, mientras que «Falsa humanidad» imprime un tono denso a un mensaje antisistema, en una canción más cercana a Los Violadores que a Los Ramones.
Como no puede faltar en el género, está la referencia al «Fútbol», aunque la canción no hable del deporte, sino de la pelea de hinchadas y el aguante que años más tarde sería un programa de televisión.
La canción que da nombre al disco es, ante todo, una reivindicación de valores: el origen, el trabajo, la lucha. Quizás el orgullo por el lugar de pertenencia se mezcle con la idea de aguante para desdibujar el amor y terminar en la mera rivalidad con el que es de afuera«. Pero lo que expresa Doble Fuerza es un sentimiento que se repetía de muchas formas: entre barrios, entre escuelas, entre hinchadas, entre bandas. Y cuando Huguito canta que «el pibe de barrio podés ser vos», sabe que del otro lado se va a dar la identificación.
Si el paso del tiempo hizo que algunas canciones quedaran desdibujadas, no es el caso de «Yo no entiendo por qué», la que cierra el disco. «Yo no entiendo por qué mucha gente que antes no era rica ahora de golpe lo es. Son esos que compran dólares. De los demás se quieren aprovechar. El país no les importa. Porque ellos solos se quieren salvar», dice una letra que, tristemente, sigue siendo actual.
«Mal Momento», Mal Momento (1994)
Para el año en el que Mal Momento grabó su primer disco, Los Ramones ya habían tocado en el país cuatro veces. Y ese mismo año, la banda liderada por Hermann participaría del show en Vélez por los 20 años de los neoyorquinos.
A la velocidad que el estilo traía como herencia de sus fundadores, Mal Momento le sumó melodías vocales que dotaron a la banda de una personalidad única. Producido por Juanchi Baleirón, un sonido compacto de guitarras y arreglos rockeros armaron el combo para que el disco debut se convierta en un clásico.
Si en esa misma época Flema y Dos Minutos le cantaban a la cerveza y a las drogas, Mal Momento aparecía como la banda punk capaz de abrir su corazón para cantarle al desamor. «Ya no finjamos, ya no mas, que algo nos podemos dar, mejor será no hablarnos más y nunca te aterrepentirás; porque yo solo te quiero olvidar», abre el disco.
En «A dónde fuiste», la voz de Hermann coloca imágenes: la chica, la lluvia, el cemento, los autos, y canta el estribillo con una suavidad que contrasta con la velocidad de la batería, y hace casi imposible resistirse a repetirlo. La canción además cuenta con una parte recitada, algo de lo que varias bandas del género tomarían nota.
En «El amor no es para mí», una balada blusera, la banda muestra una versatilidad que continuaría explorando en su siguiente trabajo. «Corriendo el riesgo» podría haber tenido destino de hit radial.
A pesar de no haber alcanzado la masividad de bandas como Attaque 77, a la que Hermann acusa de haberle robado «Hacelo por mí», el primer disco de Mal Momento muestra cómo la banda adoptó el estilo ramonero y lo hizo propio, y la influencia que tuvo en bandas disímiles del género como Bulldog o Loquero.