Flema
Integrantes
Biografía de Flema
Flema es una banda icónica del punk argentino. Se forjó a partir de los encuentros de Fernando Cordera, Juan Manuel Fandiño, Sebastián Corona y Pablo Sara, más tarde reemplazado por Alejandro Boffelli, un amigo de Ricky Espinosa. Tras la partida de la mayoría de sus miembros originales, Ricky reconstruyó la agrupación junto a los hermanos Fernando y Santiago Rossi, sumando a Pepe Carballo, Luichy Gribaldo y Gonzalo Díaz Colodrero. Esta sería la formación de Flema que alcanzaría la popularidad. Los primeros acordes del grupo se escucharon en fiestas y bares a partir de 1986.
En 1988, Ricky Espinosa se unió a la banda como guitarrista y debutaron como teloneros de Comando Suicida en el evento «Gracias Nena». Ese mismo año, participaron en la grabación en vivo del compilado «Invasión 88», junto a otras destacadas bandas argentinas como Attaque 77, Los Baraja y Comando Suicida, entre otras. Este vinilo fue crucial para que la banda obtuviera su primera entrevista en la reconocida revista Pelo, dando inicio a su construcción de imagen como una agrupación «anarco-quilombera».
A finales de 1989, la formación que había grabado «Invasión ’88» se disolvió. Ricky Espinosa asumió el rol de vocalista en 1990, y se incorporaron a la banda los hermanos Santiago y Fernando Rossi, así como Alejandro Alsina.
En 1992, lanzaron el casete «Pogo, Mosh & Slam», que contenía doce temas y se caracterizaba por su distribución casera, con copias de cinta realizadas a mano, fotocopias de la carátula y coloreadas con lápiz de color. En 1994, lanzaron su primer álbum de estudio en formato CD, titulado «El exceso y/o abuso de drogas y alcohol es perjudicial para tu salud… ¡Cuidate, nadie lo hará por vos!». Este disco fue bien recibido, y en él se encuentran temas destacados como «Y aún yo te recuerdo» y «Metamorfosis adolescente».
Para 1995, Flema ya se había consolidado como una banda referente en el circuito punk argentino. En un momento cumbre de su carrera, se presentaron como teloneros de The Ramones en el Estadio Obras Sanitarias, compartiendo escenario con Doble Fuerza.
En 1997, la banda enfrentó obstáculos y restricciones en sus presentaciones en Buenos Aires, lo cual llevó a Ricky a formar una agrupación paralela llamada Flemita, con un estilo afín al de Flema, mientras que los demás integrantes formaron «Barrabas». Ese mismo año, Flemita lanzó su álbum «Underpunk», mientras que Barrabas presentó «Uno». No obstante, Flema continuó su trayectoria, lanzando «Si el placer es un pecado… bienvenidos al infierno» y su icónico videoclip «Nunca seré policía», y también realizaron su primera presentación en Chile, en un show mítico en el Teatro Monumental (actual Teatro Caupolicán).
En 1999, grabaron un álbum en vivo titulado «La noche de las narices blancas», que fue registrado en la discoteca Cemento y contenía diecinueve canciones.
En el año 2000, se embarcaron en la grabación de un ambicioso proyecto que se convertiría en un doble disco titulado «Caretofobia». El primer volumen, «Caretofobia Disco 1», salió a la venta ese mismo año, mientras que el segundo volumen, «Caretofobia Disco 2», se lanzó en 2001. El título del álbum hacía referencia, de forma humorística, a una fobia hacia las personas de alta sociedad o burguesas. Estos discos tuvieron una tirada limitada, con solo quinientas copias para cada uno de los volúmenes. «Caretofobia Disco 1» incluía dieciocho canciones, mientras que «Caretofobia Disco 2» contenía dieciséis.
En el mismo año, en 2001, Flema celebró sus catorce años de trayectoria con un concierto en Cemento que contó con la participación de antiguos miembros de la banda, entre ellos Sebastián Corona y Alejandro Boffelli, quienes habían formado parte de la época de «Invasión 88».
La muerte de Ricky Espinosa
En 2002, tras finalizar la grabación de «5 de copas», Ricky Espinosa se arrojó desde el quinto piso de un edificio en el Barrio Güemes de Avellaneda, mientras jugaba a la PlayStation con Luichy, uno de los guitarristas de Flema. Las circunstancias de su muerte aún generan incertidumbre, sin saberse a ciencia cierta si fue un intento de suicidio o una de las bromas habituales de Ricky. Posteriormente, los familiares descartaron la hipótesis del suicidio. El velatorio tuvo lugar en la casa de su hermano, en una fría noche llena de amigos, familiares y fanáticos que apenas se protegían del frío con una estufa. El sábado 1 de junio de 2002, el féretro fue llevado al Cementerio de Avellaneda y depositado en un nicho. Sin embargo, sus restos fueron cremados y entregados a la familia. A pesar de la trágica pérdida, la banda decidió editar el álbum, aunque no se presentó en conciertos, y rindió homenaje a Ricky en su último recital. De esa noche surge el disco «Y aún yo te recuerdo», que se convierte en un justo tributo a su legado. La banda anunció oficialmente la disolución de Flema, y la mayoría de sus miembros formaron la agrupación «Topos».
En 2007, Fernando Rossi, Luis Gribaldo, Gustavo Carballo y Gonzalo Díaz Colodrero decidieron reunir a la banda para conmemorar los veinte años desde su debut. El show de reunión tuvo lugar en el Teatro Flores, ante más de 2000 personas y con todas las entradas agotadas. En 2008, la banda retomó su actividad a tiempo completo y se incorporó Sergio Lencinacomo baterista estable. Realizaron giras por Argentina, participaron en la edición 2008 del festival Cosquín Rock y regresaron a Chile después de diez años, presentándose en el Estadio Víctor Jara. En 2009, llevaron a cabo su primera gira por México y volvieron a participar en la edición 2009 del Cosquín Rock.
En 2010, lanzaron «Flema Not Dead vol. 1», un álbum grabado en vivo durante el concierto por los 20 años de la banda. Además, realizaron su primera gira por Europa, tocando en ciudades como Madrid, Badajoz, Valencia, Navarra y Pamplona, entre otras. Durante la gira europea, ofrecieron un concierto singular en un barco en la ría de Bilbao, junto a las bandas Manifa y Subversión X.
En 2011, lanzaron «Flema not dead Volumen II» y Gonzalo Díaz Colodrero se alejó del grupo, siendo reemplazado por Gustavo Brea. Ese mismo año, realizaron sus primeras presentaciones en países como Paraguay y Uruguay.
Aniversario y regreso a los escenarios
En 2012, Flema celebró sus veinticinco años nuevamente en el Teatro Flores, durante el cual invitaron a antiguos músicos de la banda a tocar, entre ellos Fernando Cordera y Juan Fandiño. Este último finalmente se reincorporó al grupo en reemplazo de Gustavo Brea, manteniendo la formación de cinco integrantes. La banda lanzó «Flema 25 años», un disco recopilatorio que abarca toda su discografía. Además, se presentaron por segunda vez en México en el prestigioso festival Vive Latino, generando una gran repercusión. A su regreso de México, realizaron su primera presentación en Perú.
En 2015, lanzaron su nuevo álbum titulado «No nos rendimos», el cual incluye dos videoclips: «Dejarme caer» y «Solo quiero diversión», disponibles en YouTube.
En 2017, Flema celebró sus treinta años de trayectoria junto a la Orquesta Sinfónica Municipal de Avellaneda en el reconocido Teatro Roma, con todas las localidades agotadas. En 2018, realizaron su sexta gira por México, y el grupo se preparó para lanzar el registro en vivo del concierto sinfónico, el cual finalmente salió a la luz en 2019.
En septiembre de 2022, la banda reformuló su formación con Fernando Rossi (bajo y voz), Luis Gribaldo (guitarra), Sergio Lencina (batería), Bruno González (guitarra) y Miguel de Luna Campos (guitarra) de la Kapanga, inició una extensa gira nacional e internacional.
El nacimiento de Flema, por Sebastián, el baterista fundador de la banda.
Un día cualquiera fuimos con Ricky a un festipunk vaya a saber dónde. Lejos. Ahí nos encontramos con un par de pibes que yo no conocía, aunque eran de Avellaneda como nosotros: Juan Fandiño y Fernando Cordera. Pelos parados de colores, camperas rotas y pintadas al aerosol: A con circulito, etc. Juan le contó que tenía una banda: Flema. Él tocaba la guitarra y Fernando cantaba. Había un baterista de Belgrano, y bajista había que buscar. Pero ya tenían compuestos dos temas y todo. Y como Juan apenas sabía rasguear las bases, lo invitó a Ricky (que en Avellaneda tenía su prestigio como guitarrista) a unirse al grupo para puntear y todas esas cosas. Ahí yo dije que era el mánager de Ricky (?), así que si él entraba a Flema yo tenía que managerear. Hubo acuerdo. La semana siguiente fuimos a ensayar, en un sucucho donde el padre de Juan tenía depositada la ropa que vendía. El baterista no vino. -Este guacho… Ya es la tercera vez que falta. Y eso que es la cuarta vez que ensayamos -explicó Juan. Entonces me acordé que yo, en la primaria, siempre en los actos patrios tocaba el bombo: Zamba de mi esperanza, etc.; así que mientras se los contaba me fui sentando a la batería, cosa que en mi puta vida había hecho jamás. Tres viernes más tarde ya teníamos un repertorio de veinte temas, un bajista cuyo nombre lamentablemente no recuerdo y estábamos debutando en Gracias Nena, un lugar que quedaba por ahí (cerró poco después) con Comando Suicida, Sekuestro, Conmoción Cerebral y no sé si alguno más. Así empezó Flema. Ricky y yo nos hicimos amigos cuando el entró al Arcamendia, de Barracas, en 1985. Yo estaba en 5º, y él entró a 4º, aunque era un año y medio mayor que yo (en ese colegio descontrolado logró pasar a 5º, pero igual después lo echaron). En realidad, yo ya lo conocía desde el año anterior, de verlo por ahí en Avellaneda, donde Ricky ya era bastante famoso, antes de tener banda ni nada. No era una fama precisamente musical la suya. Era reconocido por personaje, bardero y payaso. Una anécdota (para que se den una idea): el 21 de septiembre del ’85, una buena cantidad de estudiantes (?) nos habíamos juntado en Plaza Alsina (la de Mitre) en plan de ir a Villa Elisa o algo así. Eran como las nueve de la mañana; la mayoría veníamos siguiéndola desde la noche anterior. Averiadísimos. Y a Ricky no se le ocurre mejor idea que la de subirse al escenario que habían montado para el acto municipal el día de la primavera, y ponerse a hacer un show cantando a capella. Los que conocen Plaza Alsina, sabrán muy bien la cantidad de gente, familias y señoras que circulan por allí a esa hora. Bien; la cosa es que Ricky, entusiasmado por la reacción del público (la manga de descerebrados que estábamos abajo, muertos de la risa y aplaudiendo), coronó su performance bajándose los pantalones y el slip hasta las rodillas, mientras improvisaba unos pasitos de baile. Muy sexy. Así, por lo menos, debían opinar un par de policías que aparecieron de la nada, porque lo cazaron del cogote y lo llevaron a que terminase el strip-tease en la Primera, a apenas un par de cuadras de la plaza. Hasta ahí nada extraordinario: lo que nunca me voy a olvidar fue cómo a los diez minutos una treintena de enfermos/as estábamos en la puerta de la comisaría, a los gritos pelados exigiendo la inmediata presencia del Rati en Jefe. ¿Cómo van a detener a un estudiante que lo único que hizo fue una travesura en su día? ¡Liberen a Ricky! Era la toma de la Bastilla. No sé cómo no terminamos todos adentro. No me lo explico. A lo mejor el comisario venía con resaca, le dolía la cabeza y no quería quilombo. Como sea, al rato nomás por la nefasta puerta aparece el muchacho, sonriendo triunfante y con los dedos en V, como si afuera estuviera Crónica TV y la CNN cubriendo la noticia. Y marchó cargado en andas por la multitud de vuelta hasta la plaza. Increíble. Bueno: por boludeces por el estilo, Ricky ya tenía su fama en Avellaneda. En el Arcamendia, nuestra vida académica era así, día tras día: nos juntábamos (una banda) a las doce en el almacén del gallego, que nos vendía cerveza, o vino, o Gancia, o Legui, o licor, o Tres Plumas, en fin, lo que quisiéramos; cada dos meses la ley le clausuraba el local pero el viejo debía tener sus contactos en la embajada española porque a las 48 hs. ya estaba lo más orondo meta despachar. A nosotros la policía no nos jodía mucho que digamos, supongo que porque éramos muy respetuosos con la gente del barrio, con las señoras que iban con la bolsa a comprar. Nadie nos denunciaba; y eso que secamos el árbol de la veredita del almacén. De tanto mearlo, se entiende. A plena luz del día. Pero éramos buenos chicos. «Buenas tardes, doña», le decíamos a la vecina que pasaba mientras nos sacudíamos el surtidor antes de guardarlo. «Buenas tardes, joven», nos contestaba la mujer, encantada de ver semejante educación en muchachos de tan corta edad. Una vez en estado (además del alcohol, nunca faltaba algún par de fasiños para completar esos desayunos) nos dirigíamos a clase, y a la salida otra vez a lo del gallego hasta las nueve o diez de la noche. Con todas estas actividades nos íbamos forjando como seres humanos integrales, de cara al mañana que nos aguardaba. ¡Ah, qué doloroso fue terminar el secundario! En la entrega de diplomas debo haber llorado tanto como aquellas compañeras que fueron de vestidito cheto y peinado de peluquería. Debo haber llorado, digo, porque la verdad es que no me acuerdo. Por aquella época Ricky tenía una banda de black metal: Overkill. Y que conste en actas: el black metal todavía no existía. Quiero decir, si Venom, Sodom y/o Slayer ya venían tocando, lo que es acá no había ni noticias. La cosa fue así: formaron el grupo con otro notorio personaje de Avellaneda, Juan Falopa. Éste era (y hoy día debe recontra ser) una especie de esqueleto andante. Decía que era brujo satánico. Según una leyenda barrial, Juan, en su carácter de brujo de alto grado, tenía el poder de desaparecer de donde estaba y al momento aparecer en cualquier otra parte. Eso sí: podía hacerlo únicamente una vez al año. A mí, personalmente, una vez uno me contó que: Juan estaba en casa de Fulano, también estaba Mengano, se estaban tomando unos vinos, y de repente Juan se para y dice: «Bueno… voy a desaparecer». ¡Y desapareció! ¿Y dónde fue a parar? ¡Qué sé yo! Pero de ahí se esfumó como por arte de magia. Fulano y Mengano lo juran por sus madres. Totalmente convencido, me lo decía el pibe. Yo nunca entendí p or qué Falopa no usaba su don para irse a las Bahamas, por ejemplo en diciembre y volver en enero; o aunque sea, si el truco tenía un alcance limitado y no le daba el kilometraje, para evadirse de la comisaría alguna de las innumerables veces en que lo invitaron a disfrutar de la hospitalidad policial. Se ve que prefería impresionar a los amigos. Pero no pretendo que la mente de un monje infernal sea comprensible para un simple mortal como yo. ¿A qué venía todo esto? Ah, ya recuerdo: un día Ricky va al ensayo de un grupo que tenía este Juan. Por más brujo que fuera, ese día no podía afinar el bajo. No había manera. Hasta que en un momento se sacó, agarró al pobre instrumento por el diapasón y se puso a estrolarlo contra el piso hasta hacerlo cajeta. «Sabés quién me hace esto, ¿no? ¡Sabés quién me lo hace!» le decía al guitarrista, imagino que refiriéndose a Dios o a algún santo. En ese mismo instante Ricky decidió que quería a ese individuo en su conjunto. Y así empezaron. Querían hacer una onda heavy como Maiden pero oscuro como Black Sabbath y podrido y rápido como Mötörhead, y como eso no tenía nombre se les ocurrió ponerle «black metal». Sí señor: inventaron el género más o menos al mismo tiempo que Cronos en Londres, pero en Avellaneda. Claro que la repercusión, y por tanto la gloria, la tuvieron los de allá. Lo mismo de siempre. Una lástima. Si no ahora podríamos decir: el colectivo, el dulce de leche, la birome, la huella digital y el black metal. Qué le vamos a hacer, che. Así son las cosas. Desgraciadamente, con estos pioneros del satanismo no pasó gran cosa. Tocaron cuatro o cinco veces en unos antros de mala muerte y la banda se disolvió. Yo era el mánager (?). Y soy testigo: Ricky -usaba el seudónimo artístico de «Ricky the Kill»- subía a tocar pintarrajeado más o menos como ahora, en una época en que Marilyn Manson lo más loco que hacía era pispearle de coté la poronga a sus compañeros cuando meaba en el baño de la high-school. Así que no jodan.
El 31 de mayo del 2002, Ricky Espinosa se suicidó al saltar al vacío desde el quinto piso de un edificio de Avellaneda, donde estaba festejando junto a sus compañeros la edición de su último CD. Nunca quedaron en claro las razones que lo llevaron a tomar ésta decisión.
Unos meses más tarde, Fernando Rossi, Luis Gribaldo, Diego Piazza y Maximiliano Martín (la última formación de Flema) decidieron seguir adelante, con la incorporación de Lucio Bonvecchiato en la voz y bajo el nombre de Topos.
En noviembre de 2007, al cumplirse 20 años de la formación original, Pepe Carballo, Fer Rossi, Gonzalo Díaz Colodrero y Luis Gribaldo se presentaron para más de 2000 personas, en un show que luego fue editado en formato CD y DVD con el nombre «Flema Not Dead», con 35 canciones de toda su discografía.
Discografía de Flema
Canciones de Flema
- A nadie
- Ahogado en alcohol
- Anarquía en la escuela
- Antipolíticos
- Bajar
- Bienvenido el vino
- Borrachos en la esquina
- Buscando un lugar
- Cáncer
- Carne de cañón
- Ch (amigos)
- Chicas judías
- Conclusión
- Corriendo con Satán
- Daun
- Degeneración
- Demasiado nada
- El blanco cristal
- El es la autoridad
- El linyera
- El sueño americano
- El último vaso de vino
- En la nada
- Es una droga más
- Extremista
- Fan Pipol
- Fernando anda en skate
- Fist fuckin’
- Grande Angie
- Hater
- Hombre vicioso
- Hoy me siento mal
- Hoy yo puedo volar
- Intro
- L.A.M.I.N.A.
- La canción de Adán y Eva
- La manija
- La neurona
- La sal del mar
- La sangre de tu hermana
- Larva
- Las chicas de Gerli
- Lección de hipocresía
- Lejos de tu casa
- Mandibuleas
- Más feliz que la mierda
- Maten a su suegra
- Me echaron de casa (soy un mal polvo)
- Me hundo un poco más
- Me tengo que ir
- Me voy a suicidar
- Me vuelvo a quebrar
- Mejor quemarse
- Metamorfosis adolescente
- Mi obsesión
- Mi suegra tiene menopausia
- Nada que decir
- Nieve blanca
- No cambiaré
- No da
- No me verás
- No pasa nada
- No quiero ir a la guerra
- No te dejaré
- No te espantes
- No te vayas
- Nunca nos fuimos
- Nunca seré policía
- Orlando Espinosa
- Pobre Luis
- Poder y fascismo
- Pogo, mosh & slam
- Punk Rock Bariloche
- PunkRock sobre Beethoven
- Que linda nena es tu mamá
- Quizás…
- Recitado
- Recordándote
- S.A.D.V.
- Salve Cuba
- Semen de buey
- Si te vas
- Si tu me amas
- Si yo soy así
- Siempre estoy dado vuelta
- Síndrome 2000
- Solo caminando
- Sólo me ves fumar
- Sólo un juego no más
- Surfeando en el Riachuelo
- Tanto tiempo
- Te querré
- Tetrabrik
- Tiempo de morir
- Vahos del ayer
- Vamos a fumar
- Vicky la lunga
- Viejo y cansado
- Vigilante
- Y aún yo te recuerdo
- Yo quiero tomar
- Zafarla