El baterista habla de todo: dice que son “una de las bandas más estúpidas del mundo”, explica por qué no sacan un disco hace quince años y cuenta cómo los afectan las diferencias políticas.
Son las 6 AM de un domingo de 1980, y un chico de siete años se sienta en la batería. Cierra los ojos y empieza a hacer algo de ruido… hasta que llega su papá, medio dormido, y se la destroza. El instrumento se rompe en varios pedazos, y no hay forma de recuperarlo. Casi antes de empezar, la carrera de John Dolmayan termina de forma abrupta.
“Él había dormido sólo una hora, así que lo entiendo. Pero estuve muy triste, porque había pedido una batería desde los siete años -dice-. No era de verdad, sino un juguete que le comprás a un chico. Seguro que se sintió mal cuando vio mi cara y se arrepintió al instante, aunque no tanto como para ir a comprarme otra. Así que tuve que esperar otros ocho años. Tuve mi primer kit de verdad a los quince, y el resto es historia”.
Menos mal que John insistió, porque sino no existiría System of a Down como lo conocemos: si bien hubo un baterista antes que él, sólo participó en los demos. Desde que Dolmayan se unió, el grupo arrancó de verdad, y grabaron el homónimo (1998), “Toxicity” (2001), “Steal This Album!” (2002), “Mezmerize” (2005) e “Hypnotize” (2005). Ninguno bajó de la categoría de platino. John también colaboró en álbumes del cantante Serj Tankian y de Scars Of Broadway (el proyecto del guitarrista Daron Malakian), entre muchos otros.
Pero volvamos el tiempo atrás: no sólo su primera batería sufrió un episodio lamentable, sino también la que usaba con System Of A Down en los comienzos. En 1999, mientras giraban por Filadelfia con Fear Factory y Spineshank, alguien robó un camión en donde estaba el merchandising… y su DW púrpura. “Fue una mierda, porque ahora no puedo mostrarles a mis chicos lo que usé para el primer disco y esos tours. No sólo me robaron el instrumento, que seguramente vendieron por una pequeña parte de lo que yo había pagado, sino que me sacaron un regalo para mis hijos. Es una historia que se fue y que no voy a poder recuperar”. Aunque internet estaba en pañales, los fans de la banda se organizaron para buscarla en eBay y ayudarlo a encontrarla. Pero no hubo caso.
Obviamente, Dolmayan explica que la seguridad cambió mucho desde entonces. “No sólo sufrió nuestra crew, sino que se llevaron los equipos de los tres grupos. Nos hicieron mierda a todos. Después crecimos y ya tuvimos remolques estacionados en el hotel, ¿sabés? Cuando sos grande accedés a más seguridad, y nadie va a robar un camión mientras el conductor está sentado ahí”.
Querido lector, te preguntarás cómo un reportaje con uno de los bateristas más importantes del rock pesado puede llevar el nombre de “entrevista maldita”. Y la realidad es que, desde que se concretó esta charla (en 2019), pasaron muchas cosas: a diferencia de las baterías, la grabación del reportaje no fue destrozada ni robada, pero sí se perdió. Luego volvió a aparecer, y lo mismo ocurrió con la transcripción. ¿Habrá sido el efecto pandémico? Lo bueno es que, finalmente, aquí está.
El texto fue actualizado en varios pasajes, aunque no hubo demasiados cambios en la historia de System Of A Down: sólo se lanzaron los sencillos “Protect The Land” y “Genocidal Humanoidz”, ambos en 2020. Y al leer el reportaje se entenderá por qué. Sigamos adelante, entonces.
CRECIENDO EN LA GUERRA
Además de ser músico, John Dolmayan tiene un lado geek: es el dueño de la casa de historietas Torpedo y -fundamentalmente- el guionista de la serie de cómics “Ascencia”. “La historia se basa en la inmortalidad. Sin spoilear, sucede algo y una parte de la sociedad tiene ese poder -explica-. Es sobre cómo vos reaccionarías: ¿dejarías de lado a tus amigos y a tus seres queridos, o preferías vivir con ellos y después morir? Cada personaje tiene que hacer concesiones, es un conflicto y una lucha interna”.
-¿Vos qué elegirías?
-Definitivamente me gustaría ser inmortal, pero si perdería a todos los que amo, no estoy seguro. Ahora bien, si pudiera serlo y aún así estar con mis seres queridos… sería diferente. Porque si todos se mueren, ¿qué te queda? Por ejemplo, ¿vos querrías estar eternamente en el presente? ¿Cuál sería el punto? No sería realmente “vivir”. Es una pregunta interna, no externa. Yo realmente disfruto de mi vida ahora, y no tengo miedo de morir, porque es parte del proceso. Lo que pase después no es relevante para mí.
-¿Pensás que haber pasado por la guerra del Líbano de tan chico te preparó para eso?
-Creo que la vida y la muerte son lo mismo, de alguna forma. Todas las personas y objetos se terminan. Este planeta también va a explotar algún día, igual que el universo. ¿Y qué ocurrirá? ¿Se convertirán en algo más? Hay mucho para preguntarse. Aunque jamás lo pienso, porque no hace una diferencia en mi día a día: existo hoy. Hace 50 años no estaba, y en 50 seguramente tampoco. Pero cada mañana me despierto y lo disfruto. Ahora, mientras hablo con vos, está lloviendo; veo caer el agua y es un regocijo. Mañana puede estar soleado, y quizás encuentre algo para disfrutar ahí. No todos los días son buenos, pasan un montón de cosas terribles, y también hay que afrontarlas. Porque las situaciones duras te dejan enseñanzas. Cada tanto vas a comer algo que no sea tan rico, por ejemplo, y ahí vas a valorar lo bien que cocinaba tu mamá.
-Hablando de la familia, ¿cómo te cambió ser padre?
-Sigo pensando igual, pero soy un poco más cuidadoso. Aunque no le temo a la muerte, quiero estar acá para mis hijos cuando tengan veinte o treinta años. Ahí es cuando las personas toman las peores decisiones, y quisiera aconsejarlos. Amo ser papá, a ellos los disfruto todos los días. Uno de mis grandes placeres es llevarlos e ir a buscarlos al colegio. Me da orgullo y placer, y no cambió mi vida en otro aspecto: son todas mejoras, sacando que tengo menos tiempo para boludear y sumé cosas más balanceadas y saludables (risas). Ellos van a ser responsables por sus propios actos, yo sólo los estoy criando. A las decisiones las van a tomar por sí mismos, aunque trato de darles las mejores herramientas.
-Recién mencionaste los “errores de los veinte y los treinta”. ¿Hay algo de lo que vos te arrepientas?
-No, claro que los tuve. Pero si vivís en el arrepentimiento… (piensa). Está bueno avanzar y dejarlos atrás. Trato de aprender de las equivocaciones, así puedo mejorar y continuar.
CON TÉCNICA Y PERFECCIÓN
Muchos músicos dicen que sus asistentes son tan importantes como ellos. En el caso de Dolmayan, no es sólo una frase: Sako Karaian, también se unió a System Of A Down en 1997. El drum tech conoce las manías del baterista al 100%, pero hay una que sobresale: John pide que su kit esté idéntico (milimétricamente) en cada show, para tocar con los ojos cerrados. Y hay una explicación.
“Yo no soy un tipo fácil, porque espero la perfección cuando trabajo -afirma-. Tengo un laburo que hacer ahí arriba. Hay chicos que van a vernos una sola vez en la vida, o quizás por única vez en diez años, entonces esperan excelencia de mi parte. Lo único malo es que Sako no toca la batería, porque ahí sería mucho mejor. Obvio que las equivocaciones pasan y no soy perfecto en todos los shows, pero quiero ser lo mejor posible. De chico iba a recitales y miraba microscópicamente a los bateristas. Me decepcionaban mucho cuando se equivocaban, así que lo recuerdo. Y si mi instrumento está exactamente igual cada noche, sólo tengo que subir y tocar”.
-Al principio usabas máscaras de gas porque no querías ser reconocido, e incluso no figurabas tanto en los videos. ¿Cuándo cambió eso?
-Cuando salió Slipknot dije: “Ok… toda esta banda lo hace”, y ya no tuvo sentido (risas). Ahora no me importa que me reconozcan, la gente en general es muy buena y jamás me negué a un autógrafo o a sacarme una foto con alguien. Salvo que sea uno de esos hijos de puta que van a los aeropuertos para después subastar las firmas, nunca me presto a eso. Pero lo entiendo, sos un fanático y querés interactuar. ¿Qué hay de malo? Me gusta.
-¿Cómo identificás a los que venden los autógrafos?
-No te lo voy a decir, porque se van a enterar y no voy a poder identificarlos más. No es difícil, para nada.
-En un show en Sudamérica viste a un nene a hombros de su papá, y como sabías que las cosas se iban a poner duras, los invitaste al costado del escenario. ¿Te acordás?
-Fue en Buenos Aires, de hecho. Vieron el resto desde ahí, y dos o tres canciones atrás mío. Los divisé al padre y al hijo en el público, y estaban en una parte muy peligrosa. Sabía qué temas iban a explotar, así que le dije a mi drum tech que los sacara inmediatamente. Antes de que me diera cuenta, estaban en el escenario. Supongo que es un recuerdo que va quedarle cuando crezca. Si me hubiera pasado a mí, hubiera sido una locura. Ahora debe tener doce o trece años.
-Girar con System Of A Down les cuesta medio millón de dólares por semana. ¿Es porque viven en diferentes partes del mundo?
-Los tours son muy caros. No sé el número exacto, puede ser incluso más, depende cuán largo sea. Pero la vida en la ruta cuesta mucho: sonido, viajes, hoteles, pasajes de avión, empleados, comida… no es barato. En promedio tenemos entre treinta y cincuenta personas con nosotros. Pensá en hoteles para cincuenta tipos, son como veinte mil dólares por noche.
LAS COMPOSICIONES DE DOLMAYAN
-Una de las canciones en las que más contribuiste fue “Question!”. Lo gracioso es que no sabías los compases: empieza en 5/4, pasa a 9/8 y vuelve a 5/4. ¿Cómo hiciste los arreglos?
-Serj trajo la idea, la tocó tres veces y la hizo cada vez de forma diferente. Shavo estaba enfermo… bah, qué mierda, se había ido de joda a Las Vegas (risas). Así que le dije a Daron: “¿Por qué no buscás algo de comer y me das unos minutos?”. A Serj le expliqué: “Tenemos que ver de qué forma la vamos a tocar siempre, para ser consistentes”. Como usaba compases fuera de tempo, le dije: “¿Por qué no tomamos esa versión?”. Agarramos sus partes, las hicimos más cohesivas y funcionaron. Y al final Daron escribió un fragmento cool que “ataba” todo, es muy bueno en eso. Puede agarrar cosas que parecen no encajar, unirlas y que terminen en una canción. “Question!” fue escrita brillantemente: Serj hizo un gran trabajo y es diferente de cualquier cosa. Necesitaba un poco de ayuda, eso era todo. Es de él, nosotros colaboramos para que la terminara.
-Otra historia divertida es la de “Revenga”: les mostraste unos ritmos latinos y no les gustaron, pero a los días se los volviste a presentar y los amaron.
-¿Sabés qué pasa? Mis compañeros fuman un montón de porro (risas). Ellos se olvidan de las cosas, yo no. Cuando entré con el beat, Shavo y Daro dijeron: “Mmm, no nos llega”. Y yo: “¿Están locos? Es perfecto, puede ser el mejor que haya hecho”. En mi cabeza sabía que iba a ser el arreglo final. Así que toqué otras cosas por una semana, y después se los volví a mostrar. Ahí les gustó, y ni se enteraron. Dos meses después, Rick Rubin estaba con nosotros mientras le mostrábamos lo que íbamos a grabar en “Mezmerize”. Tocamos “Revenga”, y aunque hay unas cien canciones de SOAD, fue la primera vez que se paró, empezó a bailar y dijo: “¡Amo ese beat!”. Ahí, los hijos de puta de Daron y Shavo respondieron que también les encantaba. ¡Así de mierdas son! (risas). De golpe lo amaban, no se acordaban que lo habían odiado. Pero a veces escuchás algo, y como no estás acostumbrado, tenés una reacción negativa. Lo mismo me había pasado a mí con “Powerslave”, de Iron Maiden, aunque algo me incitó a oírlo de nuevo. Y mientras más lo hice, más lo amé. A la tercera vez, finalmente lo entendí: la melodía, las letras, el tono del medio oeste, la batería… todo tuvo sentido.
-¿Te pasó con algún tema de System Of A Down?
-Sí, “Chop Suey!” es un gran ejemplo. Lo odiaba, pensaba que era una mierda. Cuando lo trajo Daron, en mi cabeza era terrible. No se lo dije tan así, pero pensaba que no iba a entrar en el disco. Hasta que descubrí que no detestaba lo suyo, sino lo que yo mismo le sumaba con la batería. A la semana volví con algo que encajaba mucho mejor, y me diferenció de lo que ya había hecho en otros temas. Aunque algunos beats se repitan, trato que en cada canción sean interesantes y distintos. Después, “Chop Suey!” se volvió una de mis favoritas.
-Rick Rubin había ayudado a Serj con esa letra. ¿A vos también?
-No, lo escuchó cuando estuvo casi terminado. Lo que sí hizo fue tratar de bajarme unos cambios, porque tocaba mucho más de lo que escuchás en el disco -se refiere a “Toxicity”-. Me decía: “Amigo, ¿realmente hace falta poner ese fill?”. Yo soy capaz de meter un montón de cosas, pero hay razones por las que no lo hago: la primera es que Rick me martilló con el concepto de que menos es más. Realmente le gusta que brillen las melodía y las voces, y si yo toco una batería compleja, es difícil. Es genial y malo a la vez, porque lo tengo en mi mente siempre. Es como si fuera un diablito que me dice: “Pará, no le pongas tanto” (risas). En realidad tendría que meterle todo, y dejar que Rick lo escuche y diga: “Sacale esta parte”. No debería autoeditarme, pero a veces pasa.
-Luego salió “Steal This Album”. ¿Te enteraste de alguien que realmente lo haya robado?
-No. Lo hicimos en joda, porque unos idiotas subieron las canciones que terminaron ahí. Eran temas que no usamos para “Toxicity”. No estaban listos, así que debió haberlos filtrado un tipo de Sony. Dijimos: “Mierda. Si todos lo bajaron, llamémoslo así”. Era una parodia del libro “Steal This Book” -de Abbbie Hoffman-, que traté de leer y fue imposible (risas). Es tremendamente horrible, me reí con su filosofía. Pero fue divertido, nada más. La gente ya lo había conseguido ilegalmente, las descargas eran algo masivo. Ahora mismo, ¿quién carajos no lo hace? El streaming cuesta diez dólares por mes, aunque si no querés pagar lo encontrás en cualquier lado.
-Ya que hablamos de cosas raras de Daron y Shavo, está el rumor de que te peleaste con ellos en el escenario en 2005…
-No recuerdo ninguna disputa en un show, y si la hubiera habido, alguno de ellos hubiera ido al hospital. Seguro que hubo problemas, pero nunca nos fuimos a las piñas. ¿Estás seguro de que no era un cumpleaños? Porque en el de Shavo saltamos encima suyo, boludeando. Peso 215 libras (100 kilos), así que podría agarrar a los tres a la vez y ganarles.
-¿Cómo estás tan seguro?
-Porque terminé en más peleas que todos ellos juntos, y soy muy fuerte. Daron es más chico que yo, y Serj y Shavo deben pesar 40 o 50 libras menos. No creo que ninguno de ellos haya luchado en toda su vida, a mí sí me gusta.
-¿Cuándo fue la última pelea?
-En 2014. Estos días tenés que ser muy cauteloso. Primero que nada, cuando digo que lo disfruto, es para defenderme a mí o a otros. Sino no me las agarro con nadie. Soy muy respetuoso, pero si vos no lo sos conmigo o herís a los que quiero, no me importa quién sos. Voy a defender a los que amo y a mí mismo, por dignidad. El respeto es muy importante para mí: darlo y recibirlo.
-¿Por qué te peleaste aquella vez?
-Alguien agarró a una chica y fue muy descortés. Probablemente había tomado de más, y dijo que me iba a matar a mí y a la gente con la que estaba. Tuve que knockearlo. Me duró un golpe.
-Es bueno que lo sepan los que quieren vender tus autógrafos…
-(Risas). No, mirá… entiendo que lo hacen para vivir. Les daría bola si fueran honestos y me dijeran: “Mirá, así me gano la vida. ¿Te molestaría firmar esto? Lo voy a vender a cincuenta dólares”. Pero me mienten, y esa es la falta de respeto. No me importa si ganan plata, porque se toman el trabajo de estar sentados todo el día esperando a que salga o a que llegue. Sólo díganme que lo van a hacer, muéstrenme algo de respeto.
LA POLÍTICA EN SOAD
Por la temática de sus letras y su concepto, System Of A Down puede considerarse un grupo de izquierda. Pero John Dolmayan está en la vereda opuesta de sus compañeros: por ejemplo, hizo campaña por Donald Trump desde un principio, y lo manifiesta en las redes sociales. Tampoco tiene miedo de hacerlo en esta entrevista maldita.
“Parece que los Estados Unidos y Europa perdieron la cabeza. Es una mierda vivir en un mundo en donde no podés decir nada porque vas a ofender a alguien. Todos sufrimos, la vida es así. Y si criás a tus hijos de forma tan sensible, que las cosas más chiquitas los alteran, tenemos un problema. Eso crea gente débil, porque los momentos difíciles son los que moldean el carácter y las personas fuertes. No estoy de acuerdo cuando los sentimientos importan más que la naturaleza o la ciencia -dice-. Ahora están los baños de género fluido, y se quejan de las violaciones. Hay una solución: que sean individuales. Dejame decirte algo, si veo un tipo vestido como mujer que entra al mismo baño que mi hija, le rompo el culo a patadas. No me importa una mierda. Voy a criarlos para que sean fuertes, porque la sociedad los prefiere débiles. No van a tener una educación políticamente correcta en casa”.
Además, el baterista opina: “Acá hay una agenda muy marcada y sin sentido, porque la mayoría que la apoya viene de un buen trasfondo, con alimento en la mesa y un techo. Preguntales a los venezolanos si les interesa el socialismo y el comunismo, mientras comen de un tacho de basura. Muchos no entienden cómo es ser dueño de un negocio; o ir a trabajar todos los días para alguien sin garantías. Y los chicos escuchan a un montón de famosos muy ricos decir que hay que dar un porcentaje enorme de las ganancias a otros. Les funcionará a ellos, porque tienen una tonelada de guita. Si cobrás 100.000.000 dólares y entregás la mitad, te quedan 50.000.000. Pero si son sólo 100 y regalás 50, estás cagado”.
-Discutís de eso con Serj en Instagram. ¿Cómo es la dinámica interna, habiendo puntos de vista tan diferentes?
-Hay que separar las personalidades. En la banda somos los responsables de la música y de nuestro arte. Eso no tiene nada que ver con cada uno. Que él haya escrito las letras no significa que hablen por mí, y que yo haya tocado la batería no significa que comparta sus opiniones. En un montón de cosas estamos totalmente de acuerdo, y en otras diferimos. A veces le muestro un montón de puntos a Serj y los entiende, más allá de que no los comparta, y viceversa. Es mucho más abierto que la mayoría.
-¿Daron y Shavo están más cerca suyo?
-No puedo hablar por ellos, sólo por mí. Si juntás a dos personas, seguramente difieran. Lo importante es que no se involucre en la música: siempre tratamos de limitar las charlas políticas. Obvio que Serj está más involucrado que nosotros.
-Lo loco es que no sacaron más discos, pero la banda se hace cada vez más grande. ¿Por qué creés que pasa?
-¿Sabés qué, amigo? Ni puta idea. No entiendo por qué alguien se sigue interesando en nosotros, que no hicimos nada por nuestras carreras. Hay tres bandas muy estúpidas: Rage Against The Machine, System of a Down y Tool. En ese orden. Somos tres grupos completamente distintos, no sonamos como el resto y fuimos las voces de nuestras generaciones… e hicimos todo lo posible para cagarnos en eso. La única razón por la que pienso que Tool es un poco menos estúpido es porque giran un montón y sacaron algo, pero después de diez años. Rage no hizo un disco desde que nos firmaron a nosotros, así que son los más boludos (risas).https://www.youtube.com/embed/zUzd9KyIDrM
-¿El delay en SOAD es por las diferentes ideologías?
-Para nada. Serj y yo somos cuñados, ¿sabías? Nos casamos con dos hermanas. Así que raramente hablamos eso. Hay varios a los que culpar, pero poner el dedo sobre uno u otro… claro que algunos quieren hacerlo más que el resto. Personalmente pienso que no va a haber otro, y en este punto ni siquiera sé si me importa. Quedé muy harto y desanimado. Ya no disfruto de escuchar nuestras canciones, para serte honesto. Me pone triste, porque sé de nuestro potencial y habilidades. Los egos están previniendo que ocurra lo que nacimos para hacer, y es triste. No borra lo que hicimos, pero hoy es así. No podés obligar a un tipo a que haga algo.
-Pará, ¿no sabés si va a haber otro disco de System en la historia?
-Ni estoy seguro de si querría, porque no lo disfruto. No me gusta el drama. Cuando tocamos no hay nada de eso, subimos y lo hacemos: lo disfrutamos y listo. Pero no quiero lidiar con las internas, con convencer a la gente o las diferencias. Todavía quiero producir cosas, y si no es con System, entonces con alguien más. No va a ser tan popular ni bueno, porque los cuatro juntos hacemos al grupo. Si escuchás cualquier cosa nuestra por separado, es muy limitada. Ya sea con Daron, que es el compositor principal; o con Serj, que es el letrista. Cuando no estamos todos, no es igual de bueno. Hay gente que no quiere aceptarlo, pero es así.
-¿Vas a seguir girando?
-(Piensa). Por ahora no sé, capaz en algún momento me canse. Estoy acercándome a eso, porque no quiero el drama. Todo lo demás en mi vida es positivo: mi esposa, mis hijos, mis amigos. Hago arte, tengo negocios, una tienda de cómics, escribo historias… un montón. ¿Por qué gastaría tiempo en algo negativo? A algunos tenés que romperles el brazo para que hagan algo. ¿Quién quiere eso, o levantarse y ser infeliz? Yo no. Me siento mal por los fans, porque no es su culpa. Cuando mis compañeros lleguen a los 80, quizás se den cuenta de los errores. Y va a ser demasiado tarde.
-Es triste, porque los cuatro están sanos y activos.
-Mirá, yo tengo 46, y desde 2006 desperdicié trece años -nota: al momento de la entrevista-. Podríamos haber grabado otros cinco discos, o capaz diez, pero digamos que cinco. ¡Imaginate lo que hubiéramos logrado! Aunque no podés pelear con egos y mentes infantiles. Más tarde, la gente se arrepiente. Yo voy a seguir con mi vida, a tratar de ser lo más feliz con las cosas que disfruto. Si no te divierte System, andate. Eso cuenta para cualquiera de los cuatro, incluyéndome. Acá nadie está encarcelado.
-¿Pensaste en irte?
-Sí, cada vez más. ¿De qué me serviría? Si igual no hacemos nada, ¿para qué dejarlo? Casi no somos una banda. Nos juntamos para girar, nos divertimos y vivimos bien. ¿Pero dónde quedó lo artístico y la pasión? No armamos el grupo sólo para los tours. No sé, capaz algo pasa, aunque ni pienso en eso.
-Las canciones inéditas son muy buenas, ¿no?
-Increíbles, magníficas. ¿Conocés la frase “podés guiar a los caballos al agua, pero no hacerlos que tomen”? También aplica a los idiotas. En System of a Down, ahora mismo, somos cuatro pelotudos.
-Lo loco es que grabaron discos en ocho días…
-Lleva un poco más de principio a fin, unos seis meses con la pre-producción y la composición. Pero ya escribimos un montón, y creeme que las canciones están. Yo en general trackeo mis baterías en ocho días, aunque no trabajamos los fines de semana, así que no los contamos. El bajo lleva entre cinco y siete días, y la guitarra una o dos semanas. Las voces un mes, porque podés cantar sólo unas horas por jornada. Así que serían dos meses de grabarlo y cuatro de preproducirlo. La mezcla, otros treinta días. Y toma ese tiempo porque lo hacemos a la vieja escuela, obvio. Podría ser más rápido, ¿qué sé yo? Hace veinte años que no hacemos uno.
-¿Y si el sello los presionara?
-No, muchos presidentes de Sony se interesaron, y no lograron nada. La empresa igual generó cien millones de dólares con System, así que no creo que se lamente demasiado.
-Espero que se solucione.
-No podría arreglarlo nadie, excepto nosotros. Hay que seguir con la vida, encontrar otra música para escuchar y diferentes cosas para hacer. Aunque cinco discos son mejores que ninguno, y se los dimos al mundo. Si es todo lo que fuimos capaces de hacer, está bien. Prefiero que queden sólo esos antes que salga otro y sea una mierda (risas).
System Of A Down no tiene shows confirmados. Mientras tanto, leé nuestras entrevistas con el cantante Serj Tankian (marzo de 2021) y con el bajista Shavo Odadjian (julio de 2019).