Noche de rock, noche de fiesta en el estadio de Obras. Ante una entusiasta multitud y después de trece años de vida, Vox Dei dijo adiós a su público.
Pese a que el aspecto organizativo dejó bastante que desear, no puede objetarse nada con respecto a la puntualidad. A las 22 horas exactamente, apareció sobre el escenario Dulces 16 en su función de grupo soporte. Comenzó el rock and roll. Lamentablemente el pésimo sonido empañó la actuación. Sin embargo, entre deficiencias de volumen, ecualización nula y acoples varios, se pudieron intuir las buenas intenciones del grupo. Tres guitarras lograron darle a la banda la fuerza suficiente como para levantar al público de sus asientos y compensar, en parte, el descontento general por el sonido.
Los problemas técnicos continuaron al aparecer Vox Dei sobre el escenario, pero fueron rápidamente solucionados.
Con todas las luces apagadas y el entusiasmo de toda la gente, traducido en griterío y encendedores prendidos, comenzó el show con los primeros acordes de “Doctor Jekill”.
Así se sucedieron una a una, y sin perder por un solo instante la fuerza inicial, las canciones más reconocidas de la banda; entre ellas, todas las que componen «La Biblia».
Si el sonido fue malo durante la actuación de Dulces 16, hay que reconocer que para el show de Vox Dei fue casi perfecto —omisión hecha de un par de acoples—. Se escucharon claramente todos los instrumentos, así como las voces. La iluminación y un efecto de humo en el tema “Genesis” estuvieron en perfecta armonía con el espectáculo brindado por el grupo.
Pese a la saturación que puede ocasionar una larga carrera repitiendo una misma fórmula y un tes, Vox Dei se brindó por entero, casi podría decirse con el entusiasmo de un debut. Una muy buena instrumentación acompañó a las voces que sonaron colmadas de sentimientos y con una exacta afinación.
El clima no decreció un instante durante todo el concierto. Por eso, llegado el final con “Presente”, nadie se resignó a dejar el estadio y Vox Dei tuvo que regresar dos veces al escenario.
Vox Dei se ha separado y sus integrantes están felices de ello. Ante el estupor general, Ricardo Soulé afirmó que estaban muy contentos de que ese momento hubiera llegado. Pero, sin dudas, todo el mundo comprendió cuando agregó: “La Voz de Dios ya dijo todo lo que tenía que decir.”
Entre las muchas cosas que se le escuchó cantar se encuentra el «mejor epilogo: “Todo concluye al fin, nada puede escapar. Todo tiene un final, todo termina.” Hasta Vox Dei.