Andrés Calamaro continúa con la presentación de «Cargar la suerte». Este fin de semana se presentó en el Auditorio FIBES de Sevilla y acá la crónica del show… que nos envía el propio Salmón.
Sevilla sabe que sé, sabe que pienso y aprendo en Sevilla, lo que significa ser la capital del mundo en buenos términos. Entonces cargamos la suerte con propiedad, nos olvidamos del cuerpo, aguantamos la respiración y esperamos el embroque para templar, nos arrimamos con emoción, recibimos con el percal triangulando «la geometría plástica de los almidones», la cuadrilla se asomó al balcón y saludaron todos con la montera en la mano el aplauso de pié. El último tercio con los tendidos de pié, cuatas pequeñas grandes cosas tienen que coincidir para cuajar un concierto que se quede en la memoria de las retinas. Extraordinario lo siempre inesperado, imposible predecir un concierto como el de hoy. Antes de asomarnos al escenario ya vibraba el teatro.
Nos esperaban rugiendo como en Argentina. Antes de empezar recordamos al «mas sevillano de los músicos de Estados Unidos», Dr. John. Cantamos RPWT antes de arrancar y (otra vez) en medio del concierto para presentarnos. Antes de Los Aviones hicimos «Esa Estrella era Mi Lujo» con piano, y dediqué My Mafia (aparición del duende detectada) a las «Tres Mil Viviendas», el Lugano de Sevilla, para entendernos. Antes de empezar explicaba a los chicos lo comprometido que es venir a tocar a Andalucía en particular, acá se saben las letras de Camarón, en Madrid no se encuentra todos los días alguien que sepa letras de bulerías. Andalucía tiene un Borges, es García Lorca. No hay un Borges en Brasil ni en Jamaica. No que yo sepa o no es «un Borges» como Federico, el del «duende inexplicable» explicado en las conferencias en Buenos Aires. Saben en Sevilla que me enteré que existe el «concepto popular y especial de los destellos de arte que solo aparece cuando mas averiados estamos los cantantes, si aparece». Leímos las décimas redondillas oportunas, y otro verso libre … Hicimos cumbre esta noche, hicimos cima en las dos orillas, ya estábamos todos entregados al maremoto y quedaban mas canciones; en mi guarida de teclados ensuciaba las armonías, con dedos en el sintetizador y el piano eléctrico. Sintiendo a mis compañeros inspirados y gustándose. Que momento de gratitud terrible. Es lo grande de este oficio conjunto (individual y en equipo), no hay dos noches iguales, a veces sale todo, hay calidad y fuerza para exprimir lo que ensayamos en el gran «real time» que es la música en vivo, la aparición verdadera. Algunos entre el público ya habían nacido la primera vez que vinimos a tocar a Andalucía, otros (probablemente) vienen -a los recitales- hace 25 años … Se hizo justicia, nos devolvimos -con Sevilla- un formidable puñado de gratitud -y amistad- incendiadas de lo que Sevilla tiene. En Andalucía saber percibir detalles y darle kerosene al candil. Todos los días aprendo algo de Sevilla y los sevillanos ilustres. Hoy me quedé sin palabras y ni habíamos empezado a tocar.
Un fraternal abrazo!
Andrés Calamaro
Brad Pittbull