La realización de una gira no siempre implica juntar anécdotas. A veces no hay ni tiempo para ellas, no suceden cosas que llamen la atención. Sí el hecho de viajar con la música, de compartirla, y sentir el impulso que día a día va tomando el interior. Una vez más cubrimos una gira, esta vez con Almendra, por las rutas argentinas hasta el fin.
El principio comienza con una plegaria para un niño dormido, tendrá flores en su ombligo y en su cabeza una almohada asi de gran de. Programada la salida para las 19hs. de lo de Luis stamo sperando a don Emilio que quién sabe por dónde andará. Las especulaciones más tremendistas se sucitan en el grupo cuando ya son las nueve y mi noticias de él hasta que un tal Rolando Rivas nos lo trae con sueño, sin despertador y sin los siete enanitos. (¡Te dije que de esta no te salvabas!).
Parte el charter, pues, hacia Rosario, la Chicago Argentina, la reia del Paraná y no sé cuantos alias más. El chofer, chofer, apure el motor no sirve para nada y a paso tranquilo devoramos Panamericana mientras suena en el grabador portatil de Luis la graba ción que realizó en USA. A medi da que la ruta se va angostando nuestro estómago se va ensanchan do hasta que llegamos hasta el primer restaurant a eso de la una de la mañana. No son horas de llegar, especialmente cuando somos 25 hambrientos. «No hay morfi», nos comentan, “pero diez kilóme tros para atrás encontraran un lugar que…’. Desandamos el cami no para llegar a un espléndido restaurant que ni pan tiene.
El «tengo hambre» es ya clamor de multitudes y es casi un «me siento mal». Finalmente, siendo la noche noche encontramos el res taurant -bueno, algún nombre hay que darle-, deseado.
Lo importante es la brasa en cendida, ese olor a chorizo, mor ciila y asado y la despareja pero larga mesa tendida. Dejan de gemir nuestros estómagos y aliviados su bimos al charter que parte veloz hacia nuestro primer destino. Son las dos de la mañana y sólo se escucha el ronronear del motor. Ro sario a las tres parece una ciudad abandonada. Las calles abandona das y el silencio total.
APOLIYO DE LUXE
El Hotel Presidente es uno de esos a los que uno va en raras ocasiones. Generalmente cuando hay invitación de por medio, no sé si se entiende. Coqueto, despersonaliza do, habitaciones alfombradas y pileta de natación en el último piso. Ah, a no olvidarse: desa yuno en la habitación. A la mañana vamos con Uberto a la habitación de Edelmiro y Gabriela y escuchamos algunos temas que ésta grabó en Los Angeles con León Gieco, Gustavo Santoalla, Pino Marrone y Anibal Kerpel. En el demo hay tres temas en caste llano y tres en inglés y según Ga briela existician posibilidades para su edición. Espero que asi sea ya que las canciones son hermosas y es una buena forma de comenzar con la mañana rosarina.
Cecilia Molinari, la integrante menor del grupo que acompaña a Almendra, con sus tranquilos 3 años quiere ir a la pileta. Con el “Koln Concert» de Keith Jarrett en el grabador (somos todos faná ticos de él) subimos los dos pisos hasta la azotea. Vemos asi por primera vez “La Amenaza”.
«La Amenaza» es inmensa, gris tornándose casi en negro, gigan tesca y trae temor. «La Amenaza» esconde el sol y tiene solo dos enemigos: el sol y la lluvia. Con el primero va todo bien, con la se gunda sonamos; el recital es al aire libre y si llueve se pueden arruinar todos los planes. Es asi como hasta la hora del concierto aparecen cier tas conversaciones monotematicas como ser: ¿lloverá? ¿lloverá? ¿Irá a llover?
En el hall, mientras tanto reina preocupación por la compacta dora. Se transcriben todos los te mas para tener la aprobación ofi cial. El ¿Llovera? pasa por el mo mento a un segundo plano. ¿Es el rock un enemigo del sentir nacio nal? La gran duda se resuelve con la final aprobación de las altas esferas. No hay problemas. Volve mos por lo tanto a hacer pronós licos respeto a «La Amenaza».
Rodolfo, Emilio y Edelmiro par ten hacia una entrevista en la radio mientras Luis continúa en ese triángulo formado con Palricia y Morfeo. Todo el equipo técnico que merece un parrafo aparte que ya vendrá- está laburando desde primera hora en el estadio de Newell’s ajustando todos los detalles.
Chanzas hay también. En el res taurante donde almorzamos con Poli, Rodolfo, Emilio, Alberto y Uberto se acerca uno de los muchachos de ta cocina a preguntar quién de nosotros es Charlie García… interrumpimos nuestra dieta ve getariana (bife de chorizo tamaño página del Expreso) para que Emi lio y Rodolfo concedan un repor taje en el equipo movil de LT2 apostado frente al restaurant. Sin duda pocas veces hay un interés tan grande por un conjunto de **música de rock’. Todos los me dios se movilizan para cubrir este acontecimiento.
Vigilando de cerca a “La Amenaza» vamos hacia el estadio, Luis ya esta probando el sonido cuando aún faltan seis horas para el recital que comenzaría a las 9,30 p.m.
Al costado del escenario las divisiones inferiores del club practi can ajenas a todo lo que se desa rrolla en el medio de la cancha. De jugar contra el glorioso Supertrapo no quiero pensar en el pesto que nos darian.
En el estadio algunos seres de madura edad vigilan los ajustes técnicos. Son folklóricos, en su as- pecto y en sus bromas respecto a la música que ya están ensayando los almendras. «Tocate un tango, to cate». El día va cayendo sin aplas tar a nadie y ya hay gente frente al estadio.
RESUMEN DEL RECITAL
En el estadio de Newell’s Old Boys Rosario, el 21 de di ciembre se realizó el primer concierto de Almendra por el interior. Hora de iniciación: 21,30 hs. Cantidad de público: 3.000 personas, también unos 10 Rin-Tin-Tin.
Almendra formó con: Luis Alberto Spinetta (guitarra); Edelmiro Molinari (guitarra), Emilio del Guercio (bajo) y Rodolfo Garcia (bateria)
D.T.: Alberto Ohanian Sonido: Toro Martinez – llumi nación: Juan José Quaranta Cambios: A los 50 minutos sa lió el tema «Espejada» siendo reemplazado por «Que el vien to borró tus manos».
MINICOMENTARIO
No estuvo el gordo Muñoz, no estuvo. Fueron 3.000 jovenes que se coparon a pesar que hubo un hecho que conspiró en el recital: “La Distancia”. El escenario estaba como a 50 metros de la primera fila ya que se esperaba permitir la visual del público que estaria en los laterales. Pero la dis tancia era mucha y se perdían los aplausos de parte de la gente y los gestos de los músicos; que se veian tamaño figurita lejanas en presencia.
Me tiro sobre el pasto, al borde
del escenario. Oh, sorpresa! El cielo está estrellado. “La Amena za” no fue mas que eso y murió. Estaba todo dado para que fuese un hermoso recital, pero los almendras también sienten “La Distancia”; la comentan. Voy a la tribuna. La gente entusiasmada de todas maneras pero falta ese con lacto, ese acercamiento fisico. Foso con agua separando (¿uno habrá cocodrilos?), pasto separando hasta el medio de la cancha donde las cuatro figuras tratan de conta giar su música a quienes no pueden ver, a ese público sumergido en una distante oscuridad.
Sin embargo el recitales bueno. Son, excepto ‘“Espejada’ los mismos temas y el mismo orden que en Obras. Redescubre **Que el viento borró tus manos”; “Cam biándome el Futuro» vuelve a parecerme impresionante al igual que “’Hilando Fino”. Los nuevos temas provocan un silencio expec tante que estalla hacia el final cuando se despiden con »Mucha cha» para convertir a “Rutas Ar gentinas» en una fiesta colectiva. Pero como me comentaría Edelmi ro, faltaba ese contacto direcgo, esa cercania que contagia simbioti camente al público y al artista.
Volvemos al Presidente. En el salón comedor unas cincuenta per sonas en una mesa que nunca ter mina, festejaban no sé si un casa miento o un velorio. Son cincuenta de etiqueta cantando »Valde rrama» con la vista perdida… en nosotros. Hay como una vidriera y dos mundos, ¿Es necesario abu rrirse tanto en la vida? En tin, que sean felices; nosotros nos vamos para Córdoba; no sin antes cenar en una continuación de nuestra dieta vegetariana: marchen los chorizos, morcillas, asados.
ALMENDRA FOOTBALL CLUB
El estadio Chateau Carreras es impresionante. Una de esas obras que te dejan boquiabiertos; una vidriera y muy bien puesta. Lujo, esplendor. Escenario desusado para un recital. Vestuarios con ba ños de inmersión, agua caliente, baño con inodoro, tapa de inodoro y papel higienico, salas de recep ción, servicio médico. Igualito, igualito al Superlujo; si pareciera que lo hizo un Rothschild.
Pues no. Lo hicieron los cordo beses para el mundial y pasaron por el Rafaela Carrá, Julio Iglesias y en esta oportunidad un conjunto como Almendra.
En este caso, dadas las dimen siones del estadio, y la perfecta vi sibilidad desde todos los wines, no hubo necesidad de tanta separación fisica y además había una platea preferencial en el campo de juego. Con cinco mil personas no se puede decir que el estadio este cu bierto, ni parcialmente; pero tam bien habia una sensación de pléni tud, de sentirlo lleno.
Este fué el mejor concierto que le vi a Almendra juntando los de Obras y Rosario. El grupo sonó como nunca, inspirado; los solos de una polenta y ajuste perfectos. La relación con el público i inmejo rable, no asi como la entrega. Fué también uno de los conciertos más conversados, con más ganas de comunicación dónde se encontró el intercambio entre espectadores (ac tivos) y músicos. El porqué fue éste un recital tan cargado de energia es difícil de explicar. Tal vez el marco, con todo el cielo cordobés, el sonido (óptimo) la buena orga nización de Mario Luna y el propio embale de los almendras. Los temas dónde se daba rienda suelta a la improvisación contagiaba a la gente irresistiblemente, Y esa onda se fué cargando de escenario a tri buna y viceversa hasta llegar al último tema: Rodolfo se baja de su bateria y se une a Edelmiro y Emilio en un micrófono mientras Luis permanece frente al suyo lan zando los primeros punteos de **’Muchacha’”’. Todo es silencio en el Chateau. La idea de juntarse para entonar ese clásico le da más onda al tema que termina en una ovación y un abrazo de los múst cos. Ese día terminaba pero tienen que volver dos veces más para in terpretar ‘*Rutas Argentinas”’ y **Hermano Perro””, Mientras Cór doba baila y trata de acercarse a los almendras, éstos se tienen que ir entre una doble fila de bomberos voluntarios que no bastaban para apagar tanto fuego.
El vestuario es también con una parrilla y amigables discusiones en tre Uberto y Luis acerca de si hay música latinoamericana o no; esas discusiones inacabables a las cuales el vino y el sueño van desinflando lentamente.
EL PARRAFO APARTE
Participar en una gira no signi fica diversión o junta anécdotas. Menos aún quizás en esta donde todo es una lucha contra el tiempo y apenas hay lugar para el profe sionalismo de los que la realizan. Una gira es llevar la música a gente que no siempre puede ir a las fuen tes (en el caso de Almendra: Bue nos Aires). Fue asi que los cuatro conciertos que originariamente se iban a realizar en el estadio de Obras se fueron extendiendo hasta llegar a esta gira, concierto de La Plata, Punta del Este y despedida en Mar del Plata. La idea era la de compartir con el interior y esto trajo consigo también un gran esfuerzo, especialmente de parte de los técnicos y plomos que vivieron en el charter. Porque los elementos que se contaron para este viaje por las Rutas Argentinas fueron los mismos que se utilizaron en Obras, sólo que el esfuerzo se vió multiplicado. Fueron cuatro días en que plomos y técnicos cumplie ron con un trabajo matador: llegar a una ciudad, descargar el equipo, preparar el escenario, hacer las pruebas, etc, etc; sin un respiro. Luego de cada concierto venia todo el proceso inverso para partir inmediatamente hacia la próxima ciudad, comiendo en el ómnibus o durante el trabajo una bebida y un sandwich, Es que no hubo tiempo para ninguna distracción. Llegar, armar, desarmar, partir. Y dormir en un omnibus que 3 medi da que se recorrían los kilometros se iba empequeñeciendo, hacién dose mas incomodo. Dormir era una obligación pero no siempre una posibilidad. Un asiento no es una cama y dónde poner las pier nas… Desde la última noche en el hotel de Rosario hubo gente que no durmió por tres días y que laburó a mil.
Fueron Daniel Camacho, Juan Carlos Camacho y Aníbal Asborno que no dejaron detalle librado al azar, coordinando junto al produc tor: Alberto Ohanian todos los detalles para el desarrollo de la gira; por el sonido el Toro Mar tinez, Fofi; gente como Juan Carlos Bilardone; Juan Segura en el monitoreo; los enfermos Miguel y Dery Scalise (ver más adelante); Juan José y Luis Alberto Quaranta que con la ayuda del tucumano Valentín Ibañez le dieron luces a los conciertos; los choferes del omnibus y el camionero Ricardo Franco. Puede quedar alguno en el tintero, pero sin ellos hubiera sido imposible realizar esta gira.
En espectador recibe una im presión que encierra, en el fondo, algo que no vé, que en realidad es difícil comprender en su real dimensión.
MARCHEMOS HACIA LAS FRONTERAS
El omnibus ya es un despelote: Luis tirado en el piso durmiendo; en los asientos las más extrañas formas humanas tratando de recordar lo que es un posición horizontal. No hay tiempo para el buen humor o el mal humor. Ya son todos zoombies eficientes. La única que guarda energía es Cecilia que con sus tres años se acerca a todos con una sonrisa.
En la frontera entre Mendoza y San Luis un policía le comenta a Edelmiro la diferencia entre. el aire de su provincia y el de San Luis: «No es el mismo, yo lo puedo notar apenas traspongo la fron tera», como si parándose en la línea divisoria con media nariz en cada provincia uno pudiese sentir la diferencia.
Pero ya estamos en la provincia de Mendoza, a 200 kni; dé la capital. No hay tiempo para restaurantes porque son las 3 de la tarde y Mirta arma algunos sanguches de milanesa porque el último concierto comienza a las 8 hs. Bueno, comenzaba.
Tres horas antes de la iniciación llegamos al estadio Andres Talleres. Técnicos y plomos bajan a laburar mientras con los músicos y señoras vamos a una quinta con piscina. El chapuzón despierta y reanima. Se gastan mas energias en un picadito y ya hay: que ir al estadio.
Con una demora de hora y media se inicia el fecital sin tiempo siquiera para. ensayar el sonido. Los mendocinos responden con ganas, a pesar de las deficiencias que de por si trae un gimansio de chapas. No puedo comparar, no quiero porque las circunstancias no to permiten: Para quien vivió el concierto de Córdoba esto párece una bola de sonido, rebotes; pero Aigue siendo Almendra.
Es el fin de la gira. Mas no te puedo contar. Mas que anecdotas hay un esfuerzo agotador, pero que hecho con ganas puede conta giar fuerte y una capital. federal que ya no puede vivir sin él.
Es hora de volver. Tomar el ex preso de medianoche que las fiestas nos esperan…
Raúl B. Ichy
El lado oscuro de Almendra
Está compuesto por esas personas que hacen posible que una gira, un recital, un espectáculo se realice. No tienen la fama de los artistas ni el reconocimiento del público. Son sólo noticia cuando algo falla. Gracias a ellos, un recital en la Argentina hoy puede ser un espacio para disfrutar…
HECTOR STARC – TORO MARTINEZ
Casi todo espectáculo que se realizó en el 79 los tuvo detrás de las consolas manejando el sonido, tanto de los grupos extranjeros como de los nacionales. Almendra tam- poco escapó a sus parlantes, micrófonos, amplificadores y junto con el grupo fueron los responsables del sonido ofreci- do en Obras y en todo el país.
T.M.: Personalmente no hice nada en mi vida como lo de Almendra. Por la forma en que se trabajó, empezando por la profesionalidad de los músicos; por la parte organizativa que hizo todo to que estuvo a su alcance, desde cosas pequeñas como tener una bebida a las doce del mediodía cuando uno está trabajando al sp! hasta desper- tarse en el micro mientras alguien te ofrece un sandwich de milanesa. Entiendo que nos tocó buena gente. Con Almen- dra eramos un grupo muy grande (alrededor de 30 per- sonas) y eso no es una cosa muy fácil de manejar.
EI: ¿Qué conclusiones sacaste de la gira?
T.M.: Evidentemente no hubo nada como lo de Obras. No estoy hablando en cuanto a lugar porque enconces citaría a Punta del Este, en segundo lugar a Córdoba y tercero Obras. Pero lo de Buenos Aires no se pudo superar. Vos sabés que también trabajamos con Hammer, pero ni Jan Hammer fud como Almendra y todos los que estuvieron en ambos con- ciertos lo saben bien: en ningún momento hubieron, como en Almendra, 5.000 enfermos mentales gritando durante 6 conciertos seguidos; porque no fué que. durante la primera noche fueron los dos mil fanáticos que tenía Almendra hace diez años y luego fueron los demás a ver qué pasaba. No; hubieron 30.000 “enfermos mentales” que parecía que fueron sacados de Vieytes; cómo gritaban no lo viví nunca…
El lugar mas flojo fue Mendoza, dónde ni tuvimos tiempo de armar bien porque llegamos tarde. En cuanto a la parte or- ganizativa lo peor fue la Plata. Por contrato el escenario tenía que estar listo el día anterior al recital pero cuando llegamos no había nada. Si bien podemos armar todo en una hora y media para el músico no es lo mismo, ya que es distinto el estado mental que se tienen probando sonido a las 4 de la tarde, con tranquilidad, que en un estadio ya lleno esperando que empiece el espectáculo. Otro concierto bien hecho fue en el Lawn Tennis, lástima que llovío en el primero y se mojaron todos los equipos lo que motivó la suspensión del segundo, a realizarse al otro día y que pasó para el 1 de enero.
EI: ¿Cómo funciona el sonido con Almendra?
TM: Te vuelvo a señalar la profesionalidad de los músicos. En’ general acá no saben muy bien lo que quieren del sonido ni tienen mucha idea de lo que es. En el caso de Almendra privó la profesiona- lidad. Hay un tipo que es para mí uno de los mejores músicos con los que he trabajado y se llama Rodolfo García. Te puedo asegurar que tocó con la misma intensidad ante las situaciones más diversas: la baterla tue siempre la misma y eso para un sonidista es muy bueno porque no te hace salir de tu esquema.
HS: Eso tiene que ver con la seguridad que tenga el músico para lograr el sonido que quiere. Los inseguros entre tema y tema te cambian todo el sonido.
TM: El sonido depende mucho de quien esté tocando y la señal que el músico te envie. El equipo que se utilizó con Almendra, tanto en Capital como en: el interior, fue el mismo que se usó para Ham- mer. Pienso que Almendra sonó bien. Desde nuestro pun- to de vista el único problema que surge es el de tocar muy suave. No me refiero al volúmen del escenario, donde se tocó fuerte; sino a que la mayoría de los temas son suaves, muy líricos, salvo tres temas. Para levantar eso ten- dríamos que tener tres veces más la potencia de la que dis- ponemos actualmente.
EI: ¿Qué les dejó Almendra?
HS: Se dijeron muchas cosas sobre la reunión de Almendra. En mi opinión la reunión se dió porque ellos tuvieron ganas de hacerlo y pienso que como saldo positivo dejó el que siga habiendo un movimiento de rock en la Argentina; sigue habiendo gente que va a ver espectáculos cuando estos son buenos. La prueba más grande es que un 90% del público fue joven. De aquellos seguidores de Almendra que habían en 21 año 69 no fueron todos; muchos se quedaron en el camino con sus casamientos, sus hijos y sus empleos en los bancos y desertaron la mayo- ría. Eso te deja como resultado que hay un movimiento, que hay gente y pienso que la reu- nión de Almendra le abrió los ojos a ese público joven de que hay que seguir en esto, hay que tener la polenta que habla en el 69. Mucha de la gente que tud a ver a Almendra tiene intencio- nes de tocar o tienen grupitos y se dieron cuenta que si hacen una cosa original y propia ellos pueden ser los Almendras den- tro de 10 años, cosa que en es- te momento no hay. Me acuer- do cuando yo iba a ver a Almendra o Manal salía del: recital con una polenta, que iba a casa y tocaba toda la noche la viola; no porque quisiese ser como Almendra sino porque salía motivado, con ganas de hacer cosas. En un momento de bajón de música Almendra le demostró a la gente que cuando hacés las cosas hay movimiento, hay gente, hay todo.
TM: Yo quiero agradecer a Almendra la posibilidad de compartir esta experiencia con ellos. Para los jóvenes: hay gente hay público. Lo que hay que hacer es que el público se mueva. la prueba es que Almendra hizo algo para moverlo. Lo que puedo decir es que los jóvenes se dediquen a hacer; no lo mismo que hizo Almendra como Almendra sino como idea.
JUAN JOSE Y LUIS ALBERTO QUARANTA
Juan José Quaranta es uno de los pocos iluminadores “rockeros” que quedan: “Yo agregaría: soy uno de los pocos que quedan porque el resto ha pasado por esto sin dejar ninguna huella porque es- taban solamente bajo la faz comercial de la cosa. Yo me muevo al compás del movi- miento del rock y eso me hace luchar contra ciertas rutinas que hay. Cuando voy al interior habitualmente me dicen: ‘Para qué armás un equiperio tan grande si dentro de dos horas se van». El hecho de estar com- penetrado con el movimiento hace que responda llevando todo lo que pueda”.
EI: ¿Al interior se llevó lo mismo que habitualmente usas en Buenos Aires?
JJO: Si, básicamente he llevado lo mismo y eso es una cosa que yo siempre quise hacer, Lógicamente la estruc- tura que se usó en Obras no se pudo llevar, pero se ha tratado de trasladar lo más importante. Inclusive en esta gira de Almendra se han movido en la parte de luces tres personas, lo que es desusado para las giras al interior.
EI: ¿Qué se utilizó en Obras?
JJQ: Alrededor de 70 spots en el orden de los 1.000 a 2.000 watts cada uno. Se utilizaron además seguidores, que se manejan con personal. Habían también cuatro consolas de luces que se manejaban desde el centro del estadio lo cua! me permitia tener una perfecta visualización. A su vez eso me complicó todo por el hecho de llevar cada circuito, es decir: un cable por spot; hasta la consola.
EI: ¿Cómo fué la gira?
JJQ: Fue un rally, donde cada uno estaba con su cabeza cronometrando si se podía llegar a hacer o no. Hubo plani- ficaciones, hubo una conducta general que yo creía que no existía: cada uno tuvo. un autocontrol que nos permitió cumplir en las tres ciudades, Es decir: hubo una responsabi- lidad profesional de las 30 per- sonas que llegaron a integrar el grupo. Lo que más me llamó la atención es que nadie se en- cuadró en sus funciones. Cada uno hizo to que tenia que hacer y también lo que tenia que hacer el otro y no pudo porque no durmió o porque estaba agotado. Cuando alguno del grupo llegó a un agotamiento en que no podía hacer su tarea no faltó la gente que hizo la tarea del otro. A veces íbamos con tanto apuro para llegar a otra ciudad que teniamos que comer en el ómnibus y aparecia el productor con 5 paquetes gigantes de milanesa y decía: “Bueno señores, hay que comer acá porque sino no llegamos a Mendoza”, y todo el mundo se copó en hacer eso. Me dió la sensación que era una gran familia donde cada uno quería servir al otro antes de comer. Había delicadeza por extremo…
EI: ¿Cuál es la importancia de una buena iluminación?
JJQ: Las luces tienen un papel preponderante porque un recital que se arma en 24 hs., donde un escenario es una tarima de madera fea y desves- tida; por más que el conjunto suene muy bien si el especta- culo visual es feo es como que no está rindiendo todo. Mi tarea es que el conjunto se vea y asu vez hacer una esceno- grafía con las luces. Los mejores espectáculos en todo el mundo estan basados en tres factores: la calidad de los músicos, del sonido y de las luces.
EI: ¿Que te pareció Almendra desde el punto de vista musical?
JJQ: Me pareció muy emotivo. Creo que el grupo no sonó con toda la fuerza que la gente esperó que sonase, no obstante la parte emotiva es la que dejó conforme a todo el mundo, no sé si están dadas las condiciones técnicas para que Almendra haga su reingreso a los 10 años, porque la expectativa que hubo con ellos fué muy grande. El juicio mio es demasiado severo, pero eso es porque siempre apunto más arriba de lo que estoy viendo. La organización fué muy buena, el trato hacia el público, cómo respondió éste y la profesionalidad de los músi- cos fué de 10 puntos.
EI: ¿Y que significó para vos?
JJQ: Este trabajo fué igual y común a todos los demás y a su vez muy especial y diferente a todos. Sigo siempre mencio- nando la parte emotiva porque el hecho de haberme enterado que yo era la persona postulada para hacerle las luces a Almendra me tuvo sin dormir un par de días, porque «a pesar que hubo números ex- tranjeros de real magnitud, yo califico a este reencuentro como el espectáculo mas im- portante del año.
MIGUEL Y DERY SCALISE
“Aunque tires todo un número entero no te podría detallar todas las cosas que me sirvieron de esta gira. Pero una de las más importantes es el hecho que conocí gente como los hermanos Scalise, que no sabía que existian en la Argen- tina. Á veces uno encara las cosas con mucha fuerza y es imposible alimentar diez reflec- tores con su cable de 2 mm. Entonces te encontrás con dos tipos que te dicen: “Si, lo vamos a hacer posible’ y te lo resuelven”. Las palabras de Quaranta fueron compartidas por todos. Es que nunca antes un espectáculo musical dió cabida, ni entendió la necesidad de contar con estos personajes:
EI: Es algo nuevo en espectáculos lo que hacen…
DS: Si. Es la primera vez que en una gira hayan ido dos téc- nicos para enlazar todas las partes que componen un show como ser escenario, sonido, luces y eventualmente graba- ciones, como en el caso de Obras. Esto vino a partir de una sugerencia de Luis Alberto Spinetta para que no hubieran ningún tipo de problemas even- tuales de ruidos, de problemas que puedan ocasionar desper- fectos en los amplificadores, eventuales reparaciones, etc.
MS: A la gira llegamcs medio de paracaidistas. Luis se com- pró un equipo que se le descompuso mientras en- sayaban en la quinta. Nos llamó y vimos que todos los equipos tenían problemas y los fuimos resolviendo uno por uno. Alberto Ohanian mientras tanto ya estaba tomando nuestros nombres para las credenciales en Obras. Llegamos asi, por accidente y luego del primer día en Obras se notó que era conveniente que estemos.
EI: ¿Hubieron muchos problemas concretos a resolver?
DS: Concretisimos. Desde el primer momento. Además del problema personal por desco- nocimiento de los que estaba- mos haciendo. Pero nuestra función no fué la de reemplazar a nadie sino de solucionar problemas que escapan a soni- distas, iluminadores, etc. El primer problema por ejemplo tue que dentro del sonido en- traba un ruido provocado por los “dimers” de la consola de Quaranta. La solución puede ser sencilla pero la busqueda no. Hace falta un conocimiento cabal y exacto de lo que está pasando. En ese caso, por ejemplo era que habían unas clavijas invertidas. Aparte de eso en el primer concierto de Obras se dieron otros proble- mas como el Chorus de Luis que se había quemado, al igual que el parlante del Marshall de Edelmiro. Todo eso lo tuvimos que solucionar sobre la mar- cha.
EI: ¿En la gira tambien hubieron problemas?
MS: En cada lugar que llegas se presentan problemas. Vos – podés enseñarle al sonidista o al iluminador cuál es el proble- ma que tuvo pero no el que va a tener. En Newell’s por ejem- plo tuvimos que montar un laboratorio para reparar cosas que se habían roto en Obras. inclusive llevamos materiales de respuesto y así, desde soldar un cable a arreblar un equipo fuimos solucionando todos los problemas.
DS: Hay fallas propias del lugar. inclusive por el clima. En Córdoba por ejemplo nos en- contramos con unas instalacio- nes tremendas, agua caliente en los baños, ete; pero también un problema mayor: LV3, con sus 25kw. transmitiendo el par- tido con su antena a mil metros del estadio. Eso provocó que el partido saliese por los am- plificadores como pisotón de elefante. Técnicamente no habia solución, pero finalmente pudimos resolverlo utilizando ciertos truquitos del oficio. En et Lawn Tennis cuando llovió, tuvimos que volver a montar el laboratorio ya que de las bocinas de los parlantes salia agua. Hubo que desarmar prác- ticamente todo y repararlo. Y asi en cada lugar.
EI: ¿Qué definición se le podría dar a lo que Uds. Hacen?
DS: En inglés son dos fun- ciones especificas: Stage Manager y Road Manager. Las traducciones que las saque el que lee esto porque no hay un término en castellano para en- cuadrar nuestra actividad.
MS: Pienso que el trabajo es de ingenieros, pero en este caso un ingeniero tampoco se pone a reparar un parlante arriba de un escenario.
DS: Dada la magnitud de esta gira y de los problemas que podian plantearse, ningún músico podia pensar nada más que en su música, ningún sonidista mas que en su sonido. Cada uno en lo suyo y de lleno. Que otros solucionen los problemas que no tienen que ver con ellos.
MS: En otra gira a lo mejor se. deja un equipo que no ande, acá era arreglarlo. Ese era el criterio. El sonidista no tiene que ser técnico…
EI: ¿Qué les pareció Almendra?
DS: Lo que dejaron en mi es no sólo una evocación del vasado sino un recrudecimien- to pero con onda actual. In- clusive dadas las mejoras tecnicas en cuanto a calidades musicales adquiridas con el tiempo, más los elementos técnicos disponibles hizo que: Almendra sea mejor que el an- terior de los viejos temas y un grupo actual en los temas nuevos.