La tentación es fuerte: cómo no mencionar, en primer término, la selecta lista de invitados que tuvo el disco. Pero no por eso hay que desconocer la base que armó Cantilo para grabar este disco. De las guitarras estuvo a cargo Kubero Díaz, el legendario Kubero, guitarrista de La Cofradía de la Flor Solar en el arranque de los 70, compañero de exilio y aventuras de Cantilo y Miguel Abuelo en Europa años después y último guitarrista de Los Abuelos de la Nada antes del fin. La batería la tocó Juan Rodríguez, el mismo bateparches de Sui Generis hace 30 años, es decir uno de los protagonistas del Adiós en el Luna Park. Del bajo y los teclados –dato hermoso- se hicieron cargo Anael y Sufián, hijos de Miguel. Y de la percusión se ocupó Carlos Casalla, el mismo que acompañó en esa tarea a Miguel en los días del 83 y 84, cuando Pedro y Pablo recorría el país con multitudinarios conciertos. Buena base.