Juan Carlos Baglietto presenta su nuevo álbum, «Sabe quién…», el primero solista en 10 años. La nota de Gabriel Plaza, para La Nación.
En un bar palermitano de arquitectura neta, Juan Carlos Baglietto navega por Internet con el sistema WI-FI en su iBook blanco impecable. Pero después dirá que se siente un dinosaurio de la tecnología, que no le gustan los bares modernos y que no entiende cómo es el negocio de la música actual, ni tampoco le interesa demasiado. Baglietto es lo que se podría denominar un artista clásico, sobreviviente a las modas, que logró instalar en el imaginario colectivo canciones de autores que hasta el momento en que él los interpretó eran desconocidos para el gran público.
Con el tiempo mucho de esos autores se hicieron tan o más populares que él. Y vale recordar «La vida es una moneda» del rosarino Fito Páez; «Eclipse de mar», del madrileño Joaquín Sabina, y «Hechos de gente» del cantautor canario Pedro Guerra, por sólo nombrar algunos casos. Esas canciones forman parte de una historia de casi veinte años como intérprete. Su último disco solista fue «Luz quitapenas», editado por EMI hace diez años.
En esta supuesta impasse formó una dupla de tangos y canciones populares con Lito Vitale, grabaron tres álbumes, hicieron un gran despedida en el Luna Park y ganaron un Grammy al mejor disco de tango. Participó como actor en el musical El Principito . Siguió trabajando con su empresa de luces y puesta escenográfica y cantando en eventos especiales. Se separó, formó una nueva pareja con una chica 20 años menor que él y se volvió a poner en movimiento.
Ahora salió a defender su nuevo disco, llamado Sabe quién , que presentará hoy en el Gran Rex. «Pasaron muchas cosas en mi vida y tenía que acomodar todo eso. Tampoco es que había dejado el escenario. Con Lito estuvimos mucho tiempo tocando juntos y generamos algo distinto para mi carrera, algo popular, aunque no saliéramos en la tele. Ahora tenía ganas de retomar mi parte solista. Hacer un disco que sonara bien natural», dice el cantante rosarino sobre su estado actual.
Llega un tostado mixto a la mesa. Le pone salsa tabasco. El pibe que había salido de Rosario es ahora un muchacho maduro sin rastros de hippismo, pero que conserva esa capacidad para interpretar con la misma solvencia canciones de Rubén Blades, Javier Ruibal, Jorge Fandermole, Fernando Cabrera o Adrián Abonizio, incluidas en su último disco, con la misma consistencia con la que supo cantar tangos como «Naranjo en flor» o temas de Yupanqui.
Cuando echa un vistazo al pasado confiesa: «Creo que en los ochenta éramos muy pretenciosos musicalmente. Por ahí, tenía que ver con el sonido de la época. Pero ahora estoy buscando un sonido más natural, más tocado por otros músicos. Estuve escuchando mucho el disco Mundo, de Rubén Blades, y para mí es como una bisagra. Ese disco fue el ejemplo de cómo quería que sonara un disco mío, con espacio para que los músicos toquen y donde las músicas son tan conceptuales como lo que se escucha», cuenta el intérprete, que en su nueva producción contó con invitados como Luis Salinas, Javier Malosetti, Lucho González y su hijo mayor, Julián Baglietto.
Para el concierto, al igual que en el disco, estará acompañado por su nueva banda formada por Cristian Judurcha en batería; Guido Martínez, en bajo; Victor Carrión, en flautas, saxos y quenas; Daniel Homer, en guitarra; Juancho Perrone, en percusión y Adrián Charras, en teclados. «Para esta presentación estuve rescatando algunas de esas canciones que con el tiempo quedaron en el olvido dentro de mi repertorio como «El loco de la calesita». También voy a cantar todos los temas del disco y otras canciones que no hago hace años con nuevos arreglos.»
-¿Por qué tardaste tanto tiempo entre éste y tu último disco solista, que es de 1996?
-Nunca estuve parado totalmente pero me costó bastante concentrarme en el disco, amén de situaciones personales que me lo impidieron. También uno a veces posterga las cosas que le dan miedo. Este es el caso de este disco. En algún momento sentí que tenía que volver a rendir examen y eso creo que me paralizaba. Pero una vez que comencé todo salió muy naturalmente. Ya ves, estoy en la ruta nuevamente.