El proyecto de imponer el nombre del líder de Virus a una calle de la ciudad cordobesa está a consideración del Concejo Deliberante. En los 80, allí se realizó un festival con las más grandes figuras de la época que se hizo leyenda.
En La Falda existe la esquina Miguel Abuelo y Luca Prodan. Qué símbolo. Y algo más: la calle con el nombre del líder de Sumo, que “nace” en esa intersección, es continuación de la calle… Carlos Gardel.
Ahora, por la iniciativa de los mismos consecuentes rockeros locales que hace unos años atrás consiguieron la oficialización de estos homenajes, el Concejo Deliberante está por aprobar la instauración del nombre de Federico Moura a otra arteria de la ciudad. No es casual que la hermosa localidad cordobesa se sienta parte de la historia del rock: allí se hizo, en los años 80, un festival que tomó, con el tiempo, estatura mítica.
En estos días en que el formidable éxito de Felipe Pigna invita a la revisión de muchas cuestiones de la historia nacional, el ejemplo de La Falda invita a replantearnos por qué hay tanto homenaje -calles, monumentos- a ciertos personajes que no tienen para nada la estatura de próceres, del General Roca para abajo, y por qué no se reconoce a tantos artistas que, lejos de haber empuñado una espada para matar gente, le dio alegría a la gente de su tiempo e hizo enormes aportes para la cultura nacional. Por ejemplo, cuántas calles en el país llevan el nombre de Atahualpa Yupanqui, o el de Charly García, o el de Astor Piazzolla…