Una casa, una vida comunitaria y doméstica: la síntesis de Arco Iris.
Es necesario tomar hacia el norte por la ruta Panamericana, luego girar unas diez o doce cuadras hacia la izquierda por la avenida Rolón. Alli, en Boulogne, en una arbolada calle transversal similar a miles del gran Buenos Aires un chalet modesto, con aspecto de muy limpio. Sus habitantes son bastante insólitos para el barrio; pelos largos y ropa fuera de lo común para un lugar donde el almacenero, seguramente, es el portavoz de la zona y los chicos juegan sin cansancio en las veredas. A veces no se los escucha, ellos son silenciosos; otras se oyen instrumentos musicales, ellos son músicos. Son los integrantes de Arco Iris, que desde hace seis meses decidieron vivir juntos porque eso favorece nuestras relaciones y facilita los ejercicios, actividades y cuidados que nos gusta mantener”.
Ellos no viven solos. Dos amigos más, un estudiante de veterinaria y un futuro guardaparques, comparten las cuatro habitaciones, cocina, baño y livingcomedor por los que Arco Iris paga algo más de cuarenta mil pesos mensuales. Otro habitante circunstancial es Dana, la gula espiritual del grupo, y maestra de sus ejercicios espirituales.
Como todo el mundo ya sabe, desde el momento que ingresó Dana en la conducción ideológica de Arco Iris, el grupo cambió fundamentalmente su linea musical, sus intenciones como artistas y seres humanos. De todas maneras, Dana no convive con ellos. Se limita a regir las actividades de la casa y del grupo, a dirigir los ejercicios yoga, a enunciar la opinión maestra en los problemas del grupo y a impartir las enseñanzas de la meditación trascendente abrevada de sus padres.
La casa no tiene muebles, seguramente porque no tiene medios. Todo está limpio con entusiasmo: la vereda, el pasillo, la cocina traspirante de guisos de verduras, el baño impecable. No hay una mesa en toda la casa y pocos asientos. Unas tablas apoyadas sobre muebles viejos y aparadores, hacen las veces de mesa familiar donde todos se reúnen a comer una vez por día.
Sus comidas se acercan a las recetadas por los macrobióticos: “Nosotros nos diferenciamos de ellos —dicen— porque no hacemos exclusiones: comemos todo lo que la naturaleza nos pone al alcance, pero no comemos carne ni productos envasados. Nuestra vida tiende a desarrollarse en la forma más natural que sea posible”.
Es cierto: hay naturalidad en esa casa, todo es de aspecto cotidiano pero distinto. Sus caras son distintas: infinitamente limpias, como si quisieran demostrar que ellos son verdaderamente limpios.
Están rosados y rozagantes, delgados pero no débiles, hablan con calma. Aparentemente tienen paz. Y eso se ve cada vez que suben a un escenario. O se escucha prestando fina atención a sus grabaciones.
“Nadie nos grita aquí por el pelo largo”, aclaran felices. El barrio los trata con cariño: “La señora del fondo nos da lechuga fresca y tomates de su quinta, el hijo del panadero nos lleva a los bailes con su camioneta, el propietario de la casa, que vive a dos cuadras, nos deja hablar por teléfono y recibe llamadas. Hace poco, una señora de la otra cuadra nos trajo una fuente repleta de ravioles humeantes por que si, sin avisarnos nada; cuando vamos por la calle, los chicos nos dicen: “chau Arco Iris”. Nosotros también respetamos a nuestros vecinos: nunca ensayamos más allá de las ocho de la noche. Estamos bien aqui, de verdad”. Tanta felicidad tiene sus normas. Arco Iris ama el orden como la limpieza, lo cotidiano como lo trascendente. Sobre la cara interior de una de las puertas del armario de la cocina un papel escrito a mano por Dana les recuerda diariamente sus obligaciones.
“Ponelo —desafía Gustavo— aunque algunos se rian, otros pueden comprobar que nosotros no tenemos misterios y que somos honestos”.
LAS ORDENES
Ellos conocen los enunciados, pero ese papel está ahi como una especie de carta magna hogareña y familiar. Esto dice:
“Orden de Actividades Diarias”
La paz sea con ustedes.
7.30 Levantarse. Lavarse y hacer el neti (Aclaración: el neti consiste en 3 abluciones nasales: “ese sistema —enseña Guillermo Bordarampé, bajista del grupo— deja limpias durante todo el día las vías respiratorias, además evita los resfrios , congestiones).
7.45 Tomar un vaso de agua. Iniciar la gimnasia al sol (ellos por ahora hacen gimnasia sueca, “todavía no están preparados para la yoga total”, señaló Dana). Hacer 3 respiraciones amplias y amplificadoras.
8.30 Dividir el trabajo: hablar por teléfono, comprar el pan, preparar el desayuno, ventilar la ropa de cama.
9.00 Tomar el desayuno al sol y escuchar música (en invierno también toman el desayuno al sol, y la música preferentemente debe ser clásica).
9.30 Batir una yema con azúcar, tomarla antes de comenzar los ejercicios de vocalización. Vocalización: escala y puente con 3 respiraciones de entonación y 1 purificadora. (Estos ejercicios son impartidos por Dana, que lamenta: “Por ahora tienen quo hacer asi, hasta que tengamos plata y paguemos un profesor que les enseñe mejor de lo que yo puedo hacerlo”).
10.15 Hacer las camas.
10.30 Ensayar voces al sol (sin temas prefijados). Hacer voces nuevas.
11.45 Tomar otro vaso de agua. Ensayar instrumentos o tomar sol escuchando música clásica.
12.00 Preparar comida, limpiar, planchar, lavar, (rotando las actividades).
13.00 Bañarse.
13.30 Almorzar. Tomar el té. Leer. (Sus comidas constan, por lo general, de dos platos, siempre basados en alimentos vegetales o derivados animales como huevos, queso, etc. Durante la comida no beben nada. Después de comer —a veces— Dana u otro miembro de la comunidad lee La Biblia, El Corán u otros libros religiosos).
14.15 Lavar los platos.
14.30 Descansar o estudiar.
17.00 Ensayar con el conjunto. Tomar otro vaso de agua.
20.00 Tomar mate o cenar.
23.00 Lavarse. Tomar otro vaso de agua. Relajarse. Orar. Dormir.
“Lógicamente todas estas actividades no se cumplen al pie de la letra —aclara Ara Tokatlian, saxofonista del cuarteto— algunos días uno o más de nosotros debe hacer otras cosas fuera de la casa. Como el caso de Guillermo, que por ahora tiene que hacer las veces de manager porque todavía no tenemos uno.
Esa descripción de actividades, con horarios y reglamentaciones específicas es la vida de los cuatro integrantes de Arco Iris y también del testo de los habitantes de la casa. Tan pacífica como su propia música, tan metódica como la insistencia del grupo por abarcar nuevos idiomas musicales, más allá del rock habitual. Tales como la música clásica o folklórica, su próximo simple será, precisamente, la ya conocida zamba. Hasta aquí Arco Iris hacia adentro, cotidiano. distinto y a la vez habitual. Hacia afuera la música. Otro tema.