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    Esenciales: “La casa desaparecida”

    Gustavo JatibGustavo Jatib10/03/20237 Mins Read
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    Fito Páez, del disco “Abre”: Malvinas, la dictadura, los desaparecidos.

    Buenos Aires, año 1999

    “Pequeña teoría acerca del fin de la razón”. Con esta pomposa frase, Fito Páez presentó “Abre”, su disco Nº 12 que significó la vuelta a la composición más clásica desde Circo Beat, 5 años atrás, y luego de la experiencia “Enemigos íntimos” junto a Joaquín Sabina.

    “Abre” es un disco de canciones largas donde la voz de Páez sobresale y hay letras comprometidas como en “Al lado del camino” y “La casa desaparecida”, canción esta que ocupó el quinto track del álbum.

    “Hay canciones que preferiría no haber hecho. Esta siempre fue una canción incómoda. Fue incómoda cuando la hice, a los 37 años, fue un parto. Creo que me llevó 37 años escribirla y lo hice en una hora. La música ya la tenía guardada en algún rincón, en algún cajón, y en un momento sucede esto, que no sé exactamente de qué se trata pero creo que tampoco sabemos bien de qué se trata el lugar en que vivimos. A lo mejor puede ser una pista para intentar comprenderlo”. Fito describió así su canción nada menos que en el salón blanco de la Casa Rosada, en ocasión de una presentación ante selectos invitados.

    Casi 30 estrofas y más de 100 líneas necesitó para hacer crítica social, reclamo por Malvinas, hablar sobre las barras de fútbol y sus pecados, y hasta ensayar una revisión histórica, desde los inmigrantes hasta nuestros días, pasando por Rosas, Sarmiento, el Martín Fierro y Onganía.

    La letra es más que elocuente: un Fito enojado con la realidad en épocas del fin del menemismo y la fiesta que se va terminando, con demasiados platos rotos para lamentar. “Ya vacíos los aviones, transformados en camiones de intereses, balas tristes y vecinas que no entienden qué ha pasado en este barrio tan tranquilo…y quién dio la orden de cambiar el mundo”.

    Una gran canción de Páez que contó con los exquisitos arreglos de Guillermo Vadalá junto al propio autor, en un disco producido nada menos que por Phil Ramone, extinto productor de figuras como Bob Dylan, Elton John, Aretha Franklin y Rod Stewart entre muchos otros.

    Ficha técnica:
    Autor: Fito Páez
    Intérprete: Fito Páez
    Álbum: Abre (1999)
    Duración: 11 min. 28 seg.

    Letra

    Madre ponme en la chaqueta las medallas
    los zapatos ya no me los puedo poner
    mis dos piernas se quedaron en Malvinas.
    El mal vino no me deja reponer
    de la nítida y oscura pesadilla
    de Valeria Mazza besando al cordobés
    que murió estaqueado, solo, entre los cuervos, desangrado.
    En Resistencia aquí en los dos de abriles, brindamos por él.

    Argentinos, argentinos
    Qué destino, mi amigo, argentinos
    nadie sabe responder.
    Argentinos, argentinos
    caminando siempre al lado del camino
    la ventaja de no pertenecer.

    Abrazada en la tribuna con cualquiera
    cuando Boca está en mi boca
    en mi boca de mujer.
    Entre el tetra hirviendo, el porro y las anfetas
    dale Boca, dale Boca, dale Boca
    dale Boca, tenga fe.

    Que la guerra está perdida y de esto ya hace tiempo
    y ésto todos lo sabemos, qué le vamos a hacer.
    Te regalo la bombacha transpirada
    si hoy ganamos la copa 4 a 3.

    Argentina, Argentina
    qué pasó en la Argentina
    es la casa desaparecida.
    Argentina, Argentina
    bienvenidos a casa, Argentina
    a la desaparecida.

    Soy paragua de la Villa 21
    yo te la mamo, yo te hago todo lo que vos querés.
    El sargento Ibarra se me ha enamorado.
    Los domingos paga el whisky y el hotel.
    Y yo le robo la pistola cuando duerme
    y me voy a Godoy Cruz, a Godoy Cruz y Santa Fe
    a cuidar de la Ramona y de los pibes
    que te besan, te roban, te cuidan entre las vías del tren.

    Entre Rosas y Sarmiento, Don Segundo y Martín Fierro
    la barbarie y los modales europeos
    el país de los inventos, Maradona,
    los misterios del lenguaje metafísico del gran resentimiento.
    Bienvenidos inmigrantes a este paraíso errante
    ya se sabe que el que no arriesga, no gana.
    Y esa casa que dejaron escapando entre las balas
    era el caldo del cultivo a la nostalgia
    En el reino del silencio cavernario de oropeles
    un concilio de miserias, de rodilla en los cuarteles.
    Y hubo una fiesta de todos, embriagada, delirante
    no te metas, algo habrá hecho ese maleante.
    Yo volví con Onganía y la cosa aún seguía.
    Aristócratas, patricios y patricias de Anchorena
    tan católicos mamones, protagonistas sin roles
    yendo tras de un socialismo patriotero, sindicalista.
    Preparados todos para aterrizar en pista.
    Ya vacíos los aviones, transformados en camiones
    de intereses, balas tristes
    y vecinas que no entienden qué ha pasado
    en este barrio tan tranquilo, tan callado
    y quien dio la orden de cambiar el mundo
    de leer Antena en la peluquería
    a jamás volver a sentir alegría.

    Madres muy desesperadas cocinaban y planchaban
    hoy sus hijos son caníbales fantasmas.
    Los cadáveres se guardan o se esconden en el río
    en palacios de memoria ensangrentada.
    Y tenemos pijas grandes, largas como mil facones
    y anacrónicas arengas, melancólicas uniones.
    La bandera enloquecida, maten a los maricones,
    que los hombres van de putas para sentirse varones.

    Siempre el padre omnipresente de mirada contundente
    que escondía un seductor muy asexuado.
    Gracias, papi, por las flores, por las reivindicaciones.
    Vos sabés los hijos nunca te fallamos.
    Y si mami aún viviera, hoy sería jardinera
    en el Cementerio Club de las Pasiones.

    Yo que nunca anduve en nada, nunca me metí en política
    simplemente, fuí un muchacho hedonista.
    Y chiquitos y chiquitas inocentes con un arma
    por el odio mas brutal, descuartizados
    El mas fuerte penaliza, pega duro, te hace trizas.
    Nada personal, naturaleza humana.

    Los poderes organizan cuál será la repartija de los bienes de la época.
    Nadie se puede salvar, nadie se puede salvar.
    Sigo vivo, sigo atento, y observando con el tiempo
    esta extraña enfermedad inclasificada
    que te afecta muy deprisa, que te quita la sonrisa
    cuyo síntoma es que ya no importa nada.

    Argentino hasta la muerte,
    la patilla de Facundo recortada de la Gente, de la Caras.
    Y seguir comiendo mierda, cada día, cada noche
    y explicarle al mundo entero nuestra nada de la historia universal
    de la Argentina ensimismada
    que contiene enciclopedia de uno mismo
    y encender con la birome palabritas en el cielo,
    en el campo las espinas
    y en el centro de mi pecho hay un bicho que camina.

    Hoy la casa de mi infancia ya no existe ni hace falta
    yo la llevo bien adentro en mis entrañas.
    Toda llena de colores y de desapariciones.
    Muy tempranas, muy profundas, muy amargas

    Nada ha desaparecido
    ni la casa con 10 pinos
    ni mi amor, ni la zamba de mi esperanza.
    Es que el mundo es muy cretino
    pero puede ser divino, si yo quiero
    porque nada en este mundo me hace falta.
    Nada más que algunos trucos
    un conejo, una galera, un colchón, un tocadisco y una mesa
    Y es posible que los hijos puedan cambiar lo que hicimos
    y la casa nunca más desaparezca.

    Argentinos, argentinos.
    Qué destino mi amigo, argentinos,
    nadie sabe responder.
    Argentinos, argentinos
    caminando siempre al lado del camino
    la ventaja de no pertenecer.

    Argentina, Argentina.
    Que pasó en la Argentina
    es la casa desaparecida.
    Argentina, Argentina
    donde todo es mentira,
    Argentina, la desaparecida.
    Bienvenidos a la casa de todos
    a la casa desaparecida.
    Bienvenidos a aparecer en este mundo.
    Argentina, la desaparecida.

    Fito Páez
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