Manal de nuevo en acción. Es así como se puede describir lo que pasa a una hora de Río, en las primeras estribaciones de Teresopolis, donde tres tipos que vienen haciendo cada uno su viaje musical, se reunieron y súbitamente enchufaron. Los temas salen directos, con una fuerza fresca, fruto de un estímulo mutuo. Se los ve contentos.
«Hay una puerta enorme en el 80”, dice Javier Martínez, un viejo motor de la escena argentina que está eufórico, como siempre. Miles de cosas le bullen en la cabeza. Quiere investigar nuestra música, quiere tocar y cantar, habla como si todo estuviera por empezar. Pero además, ahora hay madurez en él, como lo hay en Claudio, que siempre esperó agazapado el momento de pegar el salto; como la hay en Medina, que esta componiendo y tocando mucho.
Los ensayos salen solos. Se toca un tema tras otro, como si se estuviera en un recital, sin parar a revisar las partes. El material va evolucionando día a día, creciendo mientras se lo toca. No hay aún una idea del espectáculo, ni se sabe cuántos y cuáles temas se van a interpretar. Hay una lista que se toca, un tema después de otro, como una banda cualquiera que repasa y recrea todo su repertorio, para después decidir qué temas usará en conciertos y en discos.
Porque pueden salir conciertos y discos, y giras y viajes al exterior, tocar en España y Latinoamérica. Una gran banda argentina ha vuelto a reunirse para ensayar y tocar. Y es muy evidente que les copa.
¿Cómo se juntaron?
Claudio: La historia empieza hace 5 años, mucho antes de los que se supone. La primera propuesta se hizo como en el 76. Nos lo ofrecieron a Alejandro y a mi, y le mandamos un telegrama a Toulon a Javier, pero no sablamos bien dónde estaba él. No hubo respuesta.
Javier: porque el telegrama nunca me llegó.
Claudio: Nos siguieron llamando para ofrecernos cosas, pero no eran muy interesantes. Cada vez que iba a Buenos Aires se presentaban cuatro o cinco posibles productores. Hasta que al final, a mediados del año pasado hubo tres propuestas serias, que todavía eran un poco tímidas. Lo que desencadenó que todo el mundo se lo tomara en serio fue lo de Almendra. Allí se dieron cuenta de que el asunto podía funcionar. Y por fin hubo una propuesta que nos interesó, y que le interesó a Javier, que no quería venir a la Argentina todavía.
Javier: yo no quería volver sin un Longplay debajo del brazo. Cuando llegué a España me dije: hasta que no grabe aquí no me voy. Y vine ahora porque ya tengo la posibilidad de grabar. Si bien no tengo un disco ya tengo las puertas abiertas para hacerlo. Hay temas de Manal grabados por grupos españoles (“No pibe» y depo de Tomate Frio»).
Claudio: asé fue que me tomé el avión, lo conversamos, y le pareció interesante.
Todos suspendieron sus proyectos personales…
Claudio: Mirá, el gupo en el que yo estaba, Index, es un grupo muy abierto, a la brasilera, que te permite entrar y salir. Yo ahora estoy aquí con Manal. Estoy en Index, pero en la práctica estoy aquí, que es lo más interesante para mi en este momento.
Aquí viene la pregunta que naturalmente flota en el aire: ¿ustedes piensan seguir con Manal? ¿O van a volver a sus laburos independientes?
Claudio: Manal seguirá eternamente (risas). La verdad, estamos concentrados en el aquí y ahora de la música. Tenemos la idea de reunirnos una vez por año y hacer alguna cosa.
Javier: Estamos aquí porque nos gusta Manal.
Pero cuando se juntaron, sin haber tocado en años, no sabían qué iba a pasar…
Javier: Sabíamos que nos íbamos a entender muy bien. Yo vengo escuchando y haciendo escuchar nuestros discos, y otros del rock nacional. Y me sigue copando. Por eso estamos aquí.
Quizás por eso los temas siguen sonando actuales.
Javier: tienen los mismos arreglos, pero tienen otro sonido, más punch.
Claudio: ¿cuáles son las características de Manal? Ser dinámico y espontáneo. ¿Cuál es la única constante del grupo? La fuerza. Ninguno de los tres paró durante todo este tiempo. Y ahora estamos tocando para este tiempo. Los temas nos obligan a tocarlos en una onda de hoy, porque en el fondo son zapadas. Son temas donde se toca mucho, y se muestra cómo estás tocando.
Javier: Eso es lo que sabíamos cuando veníamos para aquí: los temas daban, los arreglos y la onda daban, y se podían hacer aún mejor. Nosotros queremos mucho a nuestro viejo material.
Claudio: ese es el detalle mágico.
Javier: Y los temas nuevos que ya tenemos armados, “Centuria» de Claudio, y “Jugador”, de Alejandro, suenan super Manal…
Claudio: Manal es una marca registrada. Por eso es divertido, sino sería un plomazo. Javier, por ejemplo, es un tipo que si una cosa le aburre, no la hace. Larga en dos minutos. Alejandro lo mismo. Sin embargo estamos juntos, divirtiéndonos y entusiasmados.
ANTES DE HOY
Cuando te fuiste a España, desapareciste. No se supo nada de vos. Apenas confusos rumores. Había preguntas: ¿está cantanto, componiendo?, ¿desapareció Javier?
Javier: yo fui a España en el 73 a grabar rock en castellano. Me miraban como si fuese un tipo que se hubiera bajado de un ovni. No entendían nada. Tuve muchas bandas, toqué con muchos músicos, españoles y argentinos. Propuse a muchos argentinos quedarse conmigo y formar una banda basada en España, cosa que solamente vi hacer a Aquelarre. Y no lo logré nunca. Aquelarre la estaba haciendo muy bien. Sonaban bárbaro y tocaban en los mejores lugares de Barcelona. A Moris, como es solista, le fue más fácil formar una banda que lo acompañara, y asi grabó ese primer LP, que es un fantástico rock’n roll en castellano. Ahora tiene a Ciro, a Carlos Riganti, y a Gustavo Gregorio, y está grabando el segundo Lp, trabajándolo más tranquilo. Él es el solista Nº 1 de España.
Y cuando llegué, estuve tres meses en Madrid, después 6 meses en Ibiza y en la Costa. Después me fui a Francia por tres años, no quería saber más nada, porque a España no la entendía. Volví y conocí a un guitarrista que había sido famoso en su momento: José María París. Le propuse volver a tocar y formamos Exquelxada Sniff, un grupo medio abierto, como dice Claudio de Index. Nos fue muy bien. Tocamos en Canet Rock frente a 80.000 personas, hicimos muchos buenos trabajos durante dos años. Eran tres guitarristas solistas, un bajo y yo.
Mientras tanto, yo seguía componiendo para hacer una onda de rock en castellano. La hice pero nunca la grabé… Tuve una proposición para grabar, pero no la agarré porque no tenía la banda que quería. Fui cambiando de personal, toqué con mucha gente. Hicimos con Pappo un periodo de funky-rock en un boliche. Tocamos un mes con Claudio. Dejé Exquenaxda porque no querían salir de Barcelona, eran muy localistas y no les interesaba proyectarse un poco para afuera, no querían alejarse ni 100 kms. Era un grupo válido, que sonaba muy blen, pero no tenía la dosis de entusiasmo necesaria. Entonces formé un grupo de Jazz, de bebop. Con un pianista español y un bajista uruguayo. Hacíamos temas de Thelonius Monk, de Miles Davis, de Charly Parker. Allí apareció Claudio y formamos un cuarteto durante un mes. Es un tipo de aventura que me gusta. Aprendí mucho.
Después de eso formé Union Band, para hacer rock-funk en castellano con Pichacho y un bajista catalán. Nos fuimos a las Canarias, donde lo que hacíamos era algo muy visto. Volví a Barcelona, y la siguiente aventura fue ir a tocar bossanova y samba a un boliche brasilero. Era algo que yo nunca había hecho, así que me tiré a la pileta para aprender un poco más. Después armé nuevamente una Union Band, con un guitarrista argentino, Jorge Carilino, Quique Alvarado, un bajista también argentino, y probablemente Claudio en otra guitarra.
Estábamos listos para ir a grabar a Madrid, y cayó Claudio con oferta de Manal.
Alejandro, vos ¿qué estabas haciendo?
Yo tenia un grupo nuevo, con Juan Rodriguez en batería, Willy en percusión, Gastón Cubillas en saxo, y un guitarrista, Daniel Rodriguez. Estaba ensayando con ellos y apareció lo de Manal, que es algo que siempre tuvimos en mente. Voy a continuar con aquel grupo, y me gustaría grabar un disco. Mataba ese grupo. Hacíamos temas instrumentales, rock afroamericano. Hay un tema, «El Jugador», que tocaba con ellos, que ahora hacemos con Manal. Nunca había llegado a formar algo bien, haciendo los temas que yo quería. Y este grupo me gustaba mucho. Esa base de bajo, batería, percusión y saxo es completamente salvaje. Así que esa banda está ahí, va a seguir existiendo.
¿Y Claudio?
Hace tres años que estoy en Index. Tenemos un longplay que se llama “Festa para un novo rel”, y participamos en un proyecto de Música Popular brasilera del cual salló un álbum, con temas nuestros, de Gismonti, de Hermeto…
Pero congelé todo, porque estaba podrido de hacer cosas sin calentura ni entusiasmo.
Alejandro: ¡yo igual! Recién ahora había formado una banda que me satisfacía… Es muy difícil…
Javier: A mí me pasaba lo mismo. Músicos que tocan bien hay en todas partes. Lo que hay es un déficit muy grande de entusiasmo. En Europa también… Es muy difícil formar una banda creativa.
Alejandro: es muy fuerte la carrera por parecerse a la última moda, Ya sabemos que los que tocan Jazz rock en EE.UU, hace mil años que están haciendo eso. Los pibes nuevos en la Argentina vienen con todo eso en la cabeza, pero no mamaron de las raíces. Hay que esperar que crezcan.
Claudio: Y esto de aquí nos vuelve a colocar en un nivel de entusiasmo, de polenta, de creación, que no se encuentra así nomás. Lo menos que se puede permitir es decir que no sabe lo que va a hacer después.
¿Ustedes empiezan con los temas a partir de cómo estaban en el disco?
Claudio: Sí. Les hacemos algunas modificaciones… Eso, ¿sabés qué?, viene de la forma rara que teníamos nosotros de montar las cosas. Las montábamos ”de goma”…
Javier: nos divierte mucho porque son todos diferentes, no hay standards.
Claudio: Por eso a veces nos tiramos a unas piletas increíbles tocando…
Javier: este es un grupo donde entra la improvisación. Hay un lugar para que el instrumentista diga ”su discurso».
Claudio: tiene su espacio…
Javier: el arreglo es siempre el mismo, pero nunca se toca igual. Este es un grupo de improvisación y no pueden hacerse dos solos iguales. Ahí está el interés.
Claudio: Los temas son muy sólidos emotivamente. Pero cambian todo el tiempo. Con los riesgos que ello supone. Yo nunca tengo la expectativa de la misma línea de bajo de Alejandro. Siempre es una distinta.
¿Hasta ese punto llega el asunto?
Javier: ¡totalmente!
Claudio: Una cosa que es impresionante: tocando los viejos temas nuestros yo me siento tocando música porteña. Por ahí uno se pone a pensar: ”A ver, este tema lo vamos a hacer jazzístico, o rockístico, o soulístico”, y cuando lo tocás, es porteño. Es platense, del Plata.
Antes eso lo hacíamos sin darnos cuenta. Hay cosas que, por más que les des vuelta, vienen de la pizzería, de la esquina. De pronto me encuentro con una música que siempre me gustó y me gusta hacer.
Alejandro: ¿usted cree que seremos los sucesores del tango?
Claudio: Mire, de acuerdo a lo expresado por el maestro Cadícamo… (risas). Y eso es muy emocionante. Yo de pronto encuentro acordes porteños, te acordás Manal…
Javier: Yo me metí con los patrones rítmicos que usamos y descubrí mucho acento candombero-milonguero-malambero. La raíz negra de América del sur, del Rio de la Plata. Somos canyengues y milongueros, siempre lo fuimos. El riff de “No Pibe» (cantan todos y Javier marca los acentos en la mesa), es de milonga. Yo ahora soy más conciente de eso.
Claudio: ¿entendés la diferencia entre juntarse para tocar temas de diez años atrás y formar un grupo que está estudiando una onda nueva?.
Javier: todos nuestros riffs son candomberos y milongueros. La entrada de ‘Para ser un hombre más» (canta y golpea marcando los acentos), la parte del medio de «Qué pena me das”, el solo de “Paula”… Todo eso es Manal. Nos influyó todo: el afro, el tango, la milonga, el blues, el rythm and blues, el bolero, etc. El filón que significa toda América, armónica, melódica y rítmicamente es enorme. E-NOR-ME.
Textos y Fotos: Pipo Lernoud.