El trío instrumental cordobés Sur Oculto presenta su álbum «Estados». La nota de Germán Arrascaeta, para La Voz del Interior.
Si alguien cree que la singular puesta del trío Sur Oculto (bajo, piano y batería que entran en trance sinfo rock) es la resultante de algo fríamente calculado, se equivoca.
Lo confirma Seba Tévez, el bajista que deja audiencias estupefactas de todas las escenas musicales de Córdoba. «Cuando empezamos, teníamos violero y hasta habíamos probado un cantante. Pero se fueron y al toque teníamos una fecha. Dijimos ‘probemos así’. Y funcionó», revisa el músico que se toca todo, sí, pero que trasciende con creces el estereotipo de virtuoso que se regodea con sus capacidades. No caben para él las valoraciones peyorativas que Tony Wilson tiene para con los músicos de jazz en 24 hours party people («el jazz es el refugio de los que saben tocar pero no tienen talento»).
Así, queda revelado que Sur Oculto es producto de la casualidad, y fundamentado que no se trata de un número sólo para entendidos. Por eso de que Tévez y el resto (el pianista Fabricio Moras y el baterista Pablo Dalmasso) convierten lo suyo en una experiencia psicofísica, dejando muy atrás la noción de que ofrecen clínicas de ejecución. «Si hasta mi tía que es fan de Leo Dan quedó prendada por lo que hacemos», añade Tévez, abocado a la defensa de Estados, el disco debut de Sur Oculto que contó con el aval decisivo de Ariel Minimal, líder de Pez y propietario del sello Azione Artiginiale. «Lo grabamos a mitad del año pasado –dice sobre la edición–, en Estudio 34. Nos pusimos ahí, experimentamos, le dimos tranquilos. Quisimos aprovechar al máximo la situación de estudio porque veníamos de una edición artesanal, ‘quemada’ por nosotros mismos y grabada en vivo. Se puede decir que Estados es nuestro primer disco oficial».
–¿Quién comprará el disco de Sur Oculto? ¿Los alumnos de las escuelas de jazz?
–Nuestro público no tiene mucho que ver con el ambiente del jazz. También nos siguen muchos rockeros. Y gente común. Los que nos siguen están entre los 20 y 30 años.
–Quizá sean nostálgicos del imperio del sinfo rock.
–Puede ser. Pero también veo que es gente que nunca escuchó todo eso, que llegó a la banda sin juicios previos y terminó llamándole la atención la formación, la sonoridad.
–¿Cuál sería el rasgo específico de esa sonoridad?
–¿Viste que en las disquerías hay carteles que dicen «se busca baterista onda tal». Yo estuve en esa, y zapé con gente con la que conseguía algo alucinante pero, a la hora de hacer un tema, la onda bajaba. En Sur Oculto todo es más libre.
–¿Cómo se consigue ser respetable en esta plaza?
–Empezamos con un planteo egoísta y, sin embargo, a mucha gente le gustó lo nuestro. No subestimamos al oyente y eso se valora. Si hasta no pedimos para tocar, nos llaman.