Leonor Marchesi, de BAires a Madrid y viceversa, siempre detrás del mismo amor: la música. Extensísima charla con una artista que tiene mucho para decir.
Su figura no pasa desapercibida pese a su pequeña contextura cuando entra al lugar. Se disculpa por la demora en impecable español. «Es que cuando me pongo nerviosa me sale el acento», explica. Pero su sonrisa no denota nervios, ni mucho menos. En seguida se predispone a la charla. Habla sin prisa, pero sin pausa; se nota, tiene mucho para decir. Demasiado por contar: historia, proyectos, presente. Leonor Marchesi, de regreso.
– Siendo cantante lírica… ¿Por qué fue que decidiste volcarte hacia el rock?
Leonor Marchesi: Yo empecé a tocar guitarra de muy pequeña, a estudiar armonía y composición, y las primeras canciones que compuse estaban dentro del Rock & Blues. Tenía 15 ó 16 años, y cuando terminé el secundario estudié pedagogía, y después decidí estudiar música en el conservatorio. Y también canto, mientras seguía componiendo. Después conocí a los integrantes de Púrpura y me dediqué al rock, pero encontré que las técnicas eran perfectamente compatibles.
– ¿Tuviste alguna influencia particular en cuanto a lo musical?
L.M.: Bueno, a mi me gustaban muchas bandas de rock sinfónico: Focus, Pink Floyd, Génesis, Pretenders, Janis Joplin, Joni Mitchell. De las voces femeninas, me fascina Sarah Vaughan. También cantantes líricas como Lily Pons, María Callas, Montserrat Caballé. Mercedes Sosa me parece la gran voz argentina. Escucho todo tipo de música, soy muy amplia en el criterio musical. Y a la hora de componer también, me gusta la música que me gusta escuchar.
– ¿Cuáles son tus motivaciones a la hora de componer? ¿De dónde nacen tus letras?
L.M.: Surgen de pronto, no me pongo a pensar demasiado… A la hora de escribir siempre me preocupo mucho por lo social, por cómo están los demás. A los que he conocido y a los que no conozco personalmente, pero me entero a través de los periódicos. Sobre todo haciendo hincapié en las juventudes del mundo, que padecen, o padecemos prácticamente los mismos conflictos existenciales, de supervivencia, de deseos, de encuentros, desencuentros. Abarco el amor, entrelazo historias. Soy bastante comprometida con lo que intento decir, y a través de eso trato de enviar un mensaje constructivo. Nosotros debemos tener la ilusión de que se pueden cambiar las cosas. Si empezamos a cambiar nosotros primero, desde dentro, para que se cambie el entorno al cual pertenecemos.
– Eso que me decís suena muy impregnado de la mentalidad setentista, muy plagado de idealismo…
L.M.: En los ’70 era muy pequeña, recién fue en los ’80 que empezaba a subirme a los escenarios, cuando empezaba La Torre, Soda Stereo, Rata Blanca… Charly García ya había grabado varios discos. Era la época de Serú Girán, anteriormente Sui (Generis)… o La Máquina (de hacer pájaros)… Pero lo que yo viví de muy niña era escuchar la música que te contaba, los amigos que tenía, las reuniones en las casas… Éramos chicos de 12, 13 años que se juntaban a hablar de Los Beatles, de la filosofía, de la vida, de cómo hacer para intentar mejorar el mundo… y esa visión siempre permanece, porque si no deseas cambiar algo, o romper alguna barrera ya estandarizada, es como que la vida no tiene ya mucho para decir. Por más que cumplas años, la edad no tiene que ver con ese deseo de comenzar a cambiar uno para mejorar el entorno.
– ¿Cómo se siente haber sido un poco parte de la «gran familia del rock» de los 80’s?
L.M.: ¿Cómo yo viví ese período? Con mucha energía creativa. Los ’80’s fueron la etapa de rock romántico de Argentina. Veníamos de una dictadura, teníamos miedo hasta de hablar libremente por la calle. Por eso, cuando se presenta la democracia, estábamos todos muy esplendorosos en esa vertiente.
Contame sobre tus comienzos en Púrpura.
L.M.: Mira, primero Púrpura se llamaba Marchesi… después decidimos cambiarlo por un nombre que integrase a todos. Yo venía tocando la guitarra, desde muy pequeña, en los circuitos de pubs de San Telmo. Me contacté con Enrique García Moreno, hermano de Charly, quien fuera nuestro manager por muchos años, una persona que yo he querido y aun tengo en mi recuerdo. A través de él la idea era formar una banda de rock. Así fue que un día llegó a casa Marcelo Leonardi, el batería… baterista, perdón (ríe)… es que en España se dice así. Yo le dije «Tengo unas canciones que te quiero mostrar». Me senté y canté y le gustaron, y a través de él se presentó el bajista, Fernando Ortega y luego Osvaldo Greco en guitarra.
¿Cómo fue la experiencia del B.A. Rock?
L.M.: Uhh…eso, fue impresionante. De tocar todos los sábados en la esquina del Bar Latino, de pronto tuvimos que ir al BA Rock del ’82. Tocamos antes que Riff, y la verdad que fue una experiencia estupenda. Teníamos mucho miedo, porque todo el mundo los esperaba a ellos, y a nosotros no nos conocía nadie a nivel masivo. Estábamos muy nerviosos, pero todo salió estupendamente bien, porque al escuchar los primeros compases del «Blues de Mediodía», que era aquella canción que yo había escrito a los quince años y después se grabó en el disco, los chavales y todo el mundo que andaba por ahí, trepaban al escenario a ver de qué se trataba eso… el público se entusiasmó mucho, nos aplaudieron y fuimos Revelación BA Rock ’82. Grabamos con ese éxito el primer disco de Púrpura, y después el segundo.
– Eran tiempos bastante difíciles… ¿Cómo se vivió esa etapa?
L.M.: A partir de los ’80 empezó a forjarse la democracia, pero vino la guerra de Malvinas que también fue algo terrorífico. Nosotros como músicos y mensajeros salíamos a hacer nuestra propia batalla interior frente a los escenarios. Música es comunicación. Cuando no se podían cantar determinadas letras, las disfrazábamos, pero el mensaje llegaba al público. Había como una unión ante el desastre y la injusticia muy fuerte entre nosotros. Y el rock es protesta, imaginate que no podría haber salido a decir determinadas cosas en tono lírico…
Después encaraste otro proyecto… «Noche de Brujas» , otra vez junto a Marcelo Leonardi.
L.M.: Si, luego de la irrupción de Púrpura decidimos separarnos de común acuerdo, fue una discrepancia a nivel sonora. Yo quería seguir haciendo rock y algunos integrantes estaban dudosos al respecto. También estábamos muy estresados porque Púrpura fue un grupo que duró 3 años aproximadamente, pero trabajamos mucho; recorrimos prácticamente el país y todos los pubs y sitios de Buenos Aires y Capital. Y yo creo que un poco fue el stress que provocó eso, el hecho de asentarnos, parar y separarnos a ver qué era lo que deseaba hacer cada uno posteriormente.
Luego armé una banda que se llamó Noche de Brujas con Marcelo Leonardi en batería y Gorosito en guitarra. Y un bajista excepcional, presentado por Gorosito. Tuvimos mucho ensayo, y una temática esotérica, pop, dura… una cosa muy oscura, moderna para la época pero muy fuerte.
– ¿Por qué se disuelve?
L.M.: Y eso quedó truncado, de alguna manera por el destino. Porque me llamaron de Madrid para que integrase otro grupo que se llamaba Santa.
– Entonces ése fue el motivo de tu viaje… contame cómo fue tu arribo y tu posterior integración a Santa.
L.M.: Yo llegué a Madrid en jeans y zapatillas, con mi guitarrita y un sombrero que era medio tanguero, tipo Gardel… Santa estaba integrado por Jerónimo Ramiro (guitarra), Miguel Angel Collado (teclados) Bernardo (batería) y Diego Jiménez (bajo). Ellos me fueron a buscar al aeropuerto, y me llevaron inmediatamente a comer algo con el manager, y conversando me encontré con músicos maravillosos, con mucha energía. Fuimos al local de ensayo, y a partir de allí preparamos todo el material para un concierto que se haría ante 60 mil personas… Ahí empecé.
– Allá tuviste un debut multitudinario: el Festival PSOE…
L.M.: Tocamos en muchos festivales organizados por diversas corrientes políticas. Uno fue el PSOE, en Barcelona. Otra vez tocamos en la Casa de Campo, que es como un parque inmenso, con lago y escenario al aire libre, muy lindo. Eran festivales inmensos, siempre compartiendo cartel con otros grupos, como era en aquel momento Barón Rojo o Haloween o Gus. Habían venido grupos de afuera y locales.
Con respecto a eso… Hoy, que todo se mide en términos de ráting y convocatoria, ¿pensás que la masividad es parámetro para determinar el éxito de un artista o grupo?
L.M.: Nooo… no es parámetro. En realidad te acercás al público masivamente porque hay determinadas personas que pertenecen al negocio que ayudan a que el artista se acerque, a través de los medios de promoción y fundamentalmente de su discográfica. Nosotros trabajamos con compañía independiente y también con multinacional, y evidentemente eso ayudaba al acercamiento. Hay muchas bandas que no son muy reconocidas porque no tienen la posibilidad todavía de tener ese acercamiento masivo, pero que son muy talentosos. Defiendo a los grupos que están ensayando. Los que están a punto de salir y trabajan duro. La respuesta siempre la va a tener el público. Si eres auténtica, si estás preparada musical, humanamente, y en cuanto al sonido para salir a escenario. Son un montón de componentes que hacen que eso sea una descarga directa al público, que lo recibe y lo acepta en la medida de la autenticidad, y el valor del trabajo. El valor es el que pone uno, y el que le da el público, que recibe la respuesta.
– ¿Por qué decidiste, finalmente, volcarte a tu carrera solista?
L.M.: Cuando Santa se disuelve, yo me alejo de ese proyecto. Habíamos trabajado mucho durante un tiempo largo, en una tesitura musical heavy / hard rock, mucho más fuerte, y yo quería empezar a hacer algo más personal, más íntimo. Quería algo más propio, y por eso fue el desenlace.
– ¿Qué fue lo que hoy motiva tu vuelta?
L.M.: Es la presentación de un compi, que con la reunión de temas de «Encrucijada» y «Rosas de Metal», y también apoyar la reedición de Púrpura, en manos de Universal. Estoy aquí un poco en plan promocional.
El concierto del 7 de septiembre en ND Ateneo es provocado fundamentalmente por la producción que está haciendo Alejandro Peruffo, como joven empresario que ha traído a la artista, coproducido con gente de España, de la compañía a la cual pertenezco allí. Es por eso que estoy aquí.
– Vos estuviste presente en lo que fue la génesis del rock nacional… ¿Qué diferencias notás hoy, casi 3 décadas después?
L.M.: Lo que te puedo decir es que en Buenos Aires se dieron distintas etapas. Siempre estuve en contacto con músicos de aquí, y me daba cuenta que los ’80s eran una época súper creativa, muy abierta, solidaria, y realmente muy bella, muy enérgica y fuerte para haberla vivido, muy enriquecedora a nivel personal. Porque fueron los comienzos, y los comienzos nunca se olvidan. Y luego han surgido grupos maravillosos, no estando yo aquí. Grupos como Rata Blanca, Divididos, Bersuit que han tocado también en España. Attaque 77, también me parece una muy buena banda. Andrés Calamaro, Fito Páez, Charly García fundamentalmente, que en sus distintas etapas siempre es digno de admirar y todavía tiene mucho para contarnos… Es que aquí hay mucho talento, mucha creatividad, el músico argentino es muy respetado en España. De los conciertos y las giras que han hecho los grandes grupos han tenido una respuesta increíble en la prensa.
– De un tiempo a esta parte se dio una especie de resurgimiento del rock de acá, como una vuelta a lo nuestro… Hay una oleada de bandas nuevas, otras que se reestructuraron… Tuviste oportunidad de escuchar algo de lo que está pasando?
L.M.: Si, escuche algo de El Otro Yo, que me gusta bastante… Después hay una serie de nombres que me han apuntado para que busque su discografía. Lo que noto es que en los medios, excepto algunas cadenas de radio, no me parece que estén ayudando a que las buenas bandas se den a conocer más masivamente. Creo que pasan lo sustancial. Hay una banda que tuve oportunidad de escuchar en directo, que es Tristemente Célebres, que me encantó. Y para los grupos y bandas que tal vez no lo conozcan, Chugo es un guitarrista que vive en Olavarría. He tenido oportunidad de escuchar su material y es realmente impresionante. Y bueno, tengo que seguir entrando a los sitios para escuchar más.
– ¿Sentís que hoy es más fácil llegar darse a conocer, meterse en el mercado?
L.M.: El negocio está muy manejado, y con intereses muy creados. Entonces, la parte creativa me parece que está desplazada a un lugar más oscuro, que hay que volver a iluminar. Yo creo que eso depende de los que controlan el negocio y el mercado discográfico, multinacionales, y el gran monopolio que observo en este momento, que inhibe el talento e impide que esa luz se vuelva a encender, porque hay mucha creatividad, pero está todo demasiado controlado, y eso no es la libertad para mí.
– Puede que resulte paradójico, pero «lo nuestro» hoy está determinado, de algún modo, desde «afuera»…
L.M.: Se está manejando la opinión pública, y esta debe ser libre. Si hay un bombardeo a nivel de prensa, de radio, eso no es lo que auténticamente ocurre. Yo creo en el submundo. Allí ocurre todo. El mundo que nos muestran es uno, pero tú mismo tienes que descubrir cuál es tu mundo. Lo que te venden no siempre es lo mejor, o lo único. Hay otras cosas que no están trascendiendo, pero existen y son muy valiosas para mí.
– Y con respecto al público… seguramente hoy te encontrás con algunos seguidores de siempre, pero también un público en parte nuevo…
L.M.: ¡Como vos, por ejemplo!
– Exactamente… (risas)… Muchas veces esto representa un desafío. ¿Cómo te preparás para encararlo?
L.M.: Mi vida está marcada por desafíos. Porque cuando fui a España, era para formar parte de un grupo heavy, fuerte y yo ahí super delgadita, pequeña, siempre batallando, y al final salió todo fenomenal. Sin desafíos no existo, es como un lei motiv para mí, una norma de vida.
Me pasó, por ejemplo, que estuve en Radio Avellaneda el otro día, y había mucha gente que me recordaba de esa época, pero también recibí 25 llamadas telefónicas de chicos y chicas que no me conocían, y preguntaban cómo cantaba, y decían querer conocerme. Noté como una expectativa. O sea, la música es universal, siempre lo digo. No tiene edad, porque el rock es universal. Es la energía que se transmite en el momento que también es atemporal.
Yo veo que hay como una especie de expectación de la gente que no me conoce y me va conocer… y los que me conocen que seguramente vendrán. Por eso yo digo, el 7 de septiembre va a ser una noche de reencuentros… y descubrimientos.
– ¿Cómo surge el contacto con Nexus para el Show del 7 de septiembre en ND Ateneo?
L.M.: Nexus es una banda de rock sinfónico progresivo muy fuerte, contundente. Tocaron con Focus, estuvieron a punto de telonear a Emerson. Hicieron gira por EEUU y son muy reconocidos en los países del Norte de Europa, donde hay una corriente muy fuerte dentro del rock sinfónico. Conozco a los integrantes de Nexus hace 20 años, somos amigos. Cuando yo empecé a cantar, siempre tocaba Nexus después de nosotros. Luego, yo me marché y perdí contacto. Pero ahora nos hemos vuelto a encontrar.
Primero tocan ellos. Nexus es Carlos Lucena en guitarra, Pablo Maturana en batería, Andrés Dulcet en bajo, Rossana Truccolo en teclados, voces y arreglos. Y luego vengo yo con algunos músicos invitados. Ya está confirmado Marcelo Montesano, gran amigo mío, y más gente a confirmar en estos días.
Así que va a ser un concierto muy potente, muy sabroso. En cuanto a lo musical, vuelvo a los escenarios con una vertiente gótica, un rock dark. Voy a incluir un fragmento de Puccini, de Cantaluppi, vuelvo a las temáticas líricas aprendidas (y no olvidadas), y luego arrancamos con rock, blues, lo más enérgico en cuanto al sonido y al mensaje.
– Por último, contame un poco de tus otros proyectos… Andás en otras cosas que tienen que ver con la música, pero no con los escenarios…
L.M.: Bueno, cuando me aparté un poco de los escenarios, en el año 2001 comencé a estudiar musicoterapia. Comencé a dar clases de canto, estoy escribiendo también un libro de técnica vocal, apoyando la inquietud de los chicos que quieren cantar, y bueno, todo el que quiera cantar es potable la idea. La única traba que podemos tener está en la mente, pero la voz hay que desarrollarla para que llegue al otro. Contando algunas anécdotas personales que sirvan de ayuda, en carácter terapéutico. Aparte sigo componiendo, estoy preparando canciones para un nuevo disco.
Lo mío siempre se encuentra dentro de lo musical, ya que la música ha sido mi vida desde que nací, tanto dentro como fuera del escenario.