Zumbadores cumplió en La Trastienda, luego de seis meses de no presentarse en Capital.
Zumbadores se volvía a presentar después de 6 meses, su último show había sido el 23 de diciembre pasado en El Teatro, con toda la expectativa que involucra tanto en sus integrantes como en la gente que se acercó para llenar en un 80% el lugar.
La zona se encontraba convulsionada por el transitar de turistas y el despliegue de una filmación frente a las puertas mismas de La Trastienda. Entre luces y gritos de corte se divisaban remeras con el logo de la banda, de Los Gardelitos o de La Renga, indicando el target del público que se acercaba.
Todo estaba dispuesto y la presentación del vídeo «Ciervos, gozos y gacelas» sirvió de aperitivo para que sonara la música en vivo, y así fue. «La chica de la luna» y «Jugando» ayudaron a que la masa se lanzara a bailar y cantar, acciones que no dejarían hasta que el cierre llegara.
«Diablita», una canción de ritmo cansino con mucho brillo, aplacó un poco los ánimos y nos mostraría la poderosa sección de caños con que cuenta la agrupación. «…Bienvenidos al club al que muchos de ustedes ya pertenecen…», fueron las palabras de Alejandro Fassi, el cantante, para arrancar con «El club de la peor especie», subirse a «La mula de Omar» y provocar los «Fuegos de artificio» internos más deseados.
Un pequeño intermedio posibilitó el descanso y comentario de lo que había sido el espectáculo hasta el momento, mientras una gran parte seguía saltando y alentando a pesar de que la música había desaparecido. Ante tal demostración, el corte fue mucho más breve de lo pactado y el rock volvió a sonar.
El aplomo y ajuste de la banda sorprendería a quienes no los hayan escuchado con anterioridad. Le ponen mucho profesionalismo y saben cómo hacer que un recital se transforme en una verdadera fiesta. Sería muy difícil encasillar su propuesta en un formato: sin lugar a dudas hacen rock y del bueno. Y si a eso nos referimos, podemos nombrar como puntos sobresalientes de esta segunda parte la conjunción explosiva que provocan «Viejos naipes», «Rock para Titanes» y «Ciervos, gozos y gacelas».
El arábico «Ciega marcha de mis sentidos», a cargo de Sebastián Gibelli, en voz, coros y baile, sumado a «El ritmo de los condenados» lograron en los presentes la reacción del principio y todo cerró el circulo, en una perfecta armonía para redondear una excelente presentación.
Como detalle a tener en cuenta, sería interesante por parte del lugar bajar un poco las pretensiones económicas ya que para una banda en crecimiento $18 pesos la entrada es un valor un excesivo, que sin lugar a dudas restó público al evento. Para aquellos que quieran disfrutar de un show diferente podrán hacerlo el próximo 18 de julio en el mismo lugar.