El quinteto sueco de metal progresivo liderado por el baterista Martín López, llegó por primera vez a la Argentina, con un show que superó todas las expectativas.
¿Dónde me curo cuando el río se seca? / ¿Cómo endulzo lo amargo? / Una palabra decide nuestro destino / nuestro silencio, condena / ¿Nos darías el tiempo que te queda? / ¿Te entregarías a los demás? / Las elecciones nos pertenecen / pero el fracaso, lo compartiremos. (“Illusion”, Soen)
A principios de 2019, cuando en pleno ‘Lotus on Tour’ el ex-Opeth anunciaba -en una entrevista con Rock.com.ar– que un año más tarde Soen llegaría por primera vez a Sudamérica, nadie imaginaba que el siempre ingenioso y perverso Universo tenía otros planes. El 2020 llegó con un programa que lo destruyó todo. La lamentable pandemia de COVID-19 obligó a posponer una, dos, tres veces eventos masivos (y no tan masivos) de todo tipo, y el concierto de Soen, que para el inicio del salvaje confinamiento argentino ya tenía fecha y lugar, no fue ajeno a esta realidad. Dos años tuvieron que pasar para que, por fin, la banda completada por el vocalista Joel Ekelöf, los guitarristas Cody Lee Ford y Oleksii ‘Zlatoyar’ Kobel y el bajista Lars Ahlund pudieran finalmente desembarcar en suelo rioplatense, tan caro al líder de la agrupación.
Sin embargo, mientras los conciertos en vivo estuvieron en suspenso, el proyecto musical siguió adelante, y Soen llegaría a Sudamérica ya no con su ‘Lotus on Tour’, sino con una gira más nueva, homenaje a su quinta placa, ‘Imperial’, lanzada en pleno apocalipsis sanitario, y consecuencia catártica directa de este. Como siempre: la música al rescate.
La noche del pasado viernes 25 de marzo (si, de 2022), los escandinavos se presentaron en la sala porteña para dar un show extraordinario, en el que recorrieron principalmente tracks de sus dos últimos discos con, por supuesto, amplios guiños a inevitables clásicos de su ya moderadamente extenso catálogo.
La velada comenzó con un ya clásico warm-up a cargo de los íconos locales del prog, Presto Vivace. El cuarteto, conformado en la actualidad por dos de sus fundadores – Agustín Pinto (guitarra) y Marcelo Pérez Schneider (bajo) – y coronado por Gustavo ‘Despa’ Despalenque (voz) y Martín de Pas (batería), dio un show exquisito, en el que con solo tres de sus complejas piezas (“Cada Emoción”, “13 Serpientes y 48 Alacranes” y “Wall Street”), rozaron los 30 minutos de música, dejando al público a punto caramelo para el acto principal.
Cerca de las 22, las sirenas que dan comienzo a la pesada “Monarch” crearían el ambiente ideal para que los cinco más buscados fueran ocupando uno a uno sus lugares en el escenario, ante la ya incontenible ovación de un Uniclub literalmente repleto. La merecida alabanza había tenido que posponerse ya por mucho tiempo. Era hora, ahora sí, por fin: Soen en Uniclub.
En el fuego estoy / liderando a los asesinados / guiando a los caídos hasta el final / En la pira, yo reino / Ahogándome en llamas / Levantando imperios de los restos. (“Monarch”, Soen)
Con un sonido ajustado y aplastante, y una ejecución precisa como pocas, Soen dio forma a un setlist esperable y razonablemente desbalanceado hacia su costado más pesado, siempre compensado por ese matiz suave y dulce que equilibra tan bien sus canciones: riffs agresivos, oscuros y bien marcados en los versos; grandes y emotivas melodías en los puentes y estribillos, pasajes profundos que obligan invariablemente a la memoria a no olvidar. Siguieron “Rival”, “Deceiver”, “Lunacy”, el single “Martyrs” y el primer guiño a etapas previas, con la toolera “Savia”. Con un grupo visiblemente emocionado con lo que pasaba abajo del escenario, y un Joel exultante, que apenas comenzado el show ya insistía una y otra vez con que volverían a nuestro país, el banquete continuó con más platos calientes de los dos últimos discos: “Lumerian” y “Covenant” mantendrían la clave pesada para dar lugar, entonces, a la primera de las pocas bajadas de decibles de la noche: al hilo, la más tranquila “Modesty” y la más tranquilísima “Lucidity”.
Espíritu del agua / deja al cielo caer sobre mí / sofoca los incendios encendidos para dañar / Escucha las oraciones y abraza a tus hijos caídos / cura la herida abierta por donde sangra la Tierra. (“Martyrs”, Soen)
Quizás por casualidad, quizás como un guiño consciente y malicioso, meterían otra de contraste bien heavy, “Antagonist”, para en seguida clava nuevamente el freno de mano y cerrar el bloque pre-bises con la más pedida de la noche: la hermosa y emocional “Illusion”. Primera curiosidad del setlist: cierre parcial con una balada… que tiene la fuerza del riff más pesado que puedas escuchar.
La vuelta, sin embargo, deparaba a la concurrencia aun unos cuantos minutos de música. Lejos del clásico, “ovacioname, así me hago el sorprendido, vengo y toco la que todos quieren en el último minuto del show”, el quinteto retomó sus lugares para regalar, con total entrega y sin ningún apuro, aun tres canciones más. El bis arrancaría con “Lascivious”, continuaría con la riffera y más pesada “Sectarian” y, ahora sí, ante los ojos vidriosos de un público en la palma de su mano, Soen daría la estocada final y el cierre total con otra de las más conmovedoras, verdadera declaración de principios, un llamado a reunirse y actuar, tirar todos para adelante, pelear contra viento y marea, salir al mundo y enfrentarlo: “Lotus”. Segunda curiosidad del setlist: cierre final con otra balada… que tiene la fuerza del riff más pesado que puedas escuchar.
Recurre a tus amigos / déjalos ver al que reflejas / y los demonios que ahora descansan a tu lado / te dejarán en paz. (“Lotus”, Soen)
Reparar en el papel destacado que cada uno de los integrantes cumplió esta noche sería un despropósito, además de una injusticia: son cinco bestias y, en equipo, una auténtica aplanadora. Baste, entonces, con lo siguiente: Soen superó ampliamente todas las expectativas. El grupo se ubicó cómodamente en el podio de aquellas pocas bandas que, contra toda probabilidad, son incluso mejores en vivo que en sus ya increíbles grabaciones de estudio. Fuera en un mega teatro – como unos días antes en Santiago de Chile -, o en un reducto del Abasto, Soen demostró poder mejorar cualquier condición dada.
Soen cumple. Podemos entonces apostar, con seguridad, por una segunda ronda.