El baterista sueco/uruguayo, ex-Opeth y Amon Amarth, acaba de editar “Lotus”, cuarto disco de Soen, proyecto prog metal que fundó a mediados de la década pasada y que, hoy, es su banda insignia.
El amor de Martín López por la música se despertó precozmente: un padre que le aportaba el vuelo y la psicodelia de Pink Floyd, unas hermanas que hacían lo propio con la agresividad y velocidad del punk rock, y un punto de inflexión que llegó, en algún momento, de la siempre solícita mano del metal pesado: “Cuando escuché a Alice Cooper, dije ‘ya está’, me di cuenta de que quería tocar metal y me dediqué a eso”, rememora al otro lado del teléfono el baterista, en breve escala en Dunkerque, (Francia), donde descansa antes de seguir con la gira europea que llevará a Soen, dos días más tarde, a Londres.
Sueco de origen (nació en Estocolmo), uruguayo de corazón (se crio en Montevideo, patria de sus progenitores), decidió volver al suelo que lo vio nacer, a probar una suerte que no encontraba en el Río de La Plata: “Siempre quise tocar metal, y en Uruguay nunca encontré músicos que tengan las ganas de trabajar como yo pensaba que había que trabajar. Por lo tanto, decidí irme y ver qué podía encontrar en allá.” Y le fue bastante bien.
-Y conociendo las dos escenas, la sueca y la latinoamericana ¿qué diferencias ves?
ML: El público de Sudamérica es el mejor del mundo. Después, en cuanto a las bandas, en Escandinavia, por encima del resto del mundo, la forma de trabajar es enorme, la cantidad de horas que le ponen a sus bandas es incomparable, con todos los demás países que conocí, no solo con Latinoamérica: con Alemania, Inglaterra. Puede ser por el tema del invierno, tenés seis meses que casi no podés salir a la calle, entonces en ese tiempo por ahí se dedican a su instrumento y a profesionalizase.
Instalado definitivamente en Estocolmo, López formó parte de dos de las bandas más importantes de la escena extrema escandinava: después de tres años en Amon Amarth – con quienes grabó “Once Sent From the Golden Hall” (1998), el disco que los lanzó definitivamente a la escena mundial -, se convirtió en parte fundamental de Opeth, participando en seis discos, desde “My Arms Your Hearse” (1998) hasta “Ghost Reveries” (2005). Su incursión en la banda de prog/death/melodic metal duró hasta 2006, cuando unos problemas de salud lo alejaron de los escenarios. Sin embargo, el baterista encontró en los sonidos progresivos la apertura musical que buscaba hacía tiempo y que, ya desde 2004, plasmaba – sin contarnos nada – en su naciente y aun creciente side project, Soen, donde hoy lo acompañan Joel Ekelöf, Stefan Stenberg, Cody Ford y Lars Åhlund.
-Te fuiste de Uruguay, donde no encontrabas gente con quien trabajar a tu manera, a un lugar donde trabajan como nadie, lo que va al dedo con tu autoexigencia y perfeccionismo. Con Soen ¿en qué momento decís ‘basta, el disco sale así, no le hago nada más’?
ML: Me doy cuenta, de alguna forma. Cuando la composición y el análisis en detalle se empieza a transformar en destrucción de la canción, del espíritu de la canción, ahí saco las manos y trato de escuchar lo que tengo, y ver si tiene el nivel que una canción de Soen debería tener. Y también con Joel, el vocalista, que va escuchando los avances que voy haciendo y me va diciendo, hasta que le parece que está perfecto, que no hay que tocarlo más.
-Alguna vez dijiste que, aunque tus experiencias con Amon Amarth y Opeth fueron muy buenas, no terminabas de sentirte parte de eso, que no eran “tu banda”. Soen es “tu banda” ¿Cómo fue, finalmente, poder armar algo cien por ciento tuyo?
ML: Buenísimo. Pero estamos arrancando, hay mucho que remar, y me parece que siempre va a ser así. Por supuesto que tengo mis pequeños ratitos en los que me enorgullezco de lo que he podido crear con Soen, pero son ratitos cortos, porque el trabajo es la gran satisfacción, meses de trabajo, y esos veinte minutos donde encontrás lo que querías, hiciste el tema como querías: satisfacción total. Y después, a trabajar de vuelta. De la única forma en que encuentro alguna clase de felicidad es rompiéndome el alma para llegar a ver que ese trabajo se transforma en algo que la gente aprecia, que yo aprecio y que hace crecer a la banda. Todo lo que sale fácil o viene gratis no me llama la atención, no vale mucho.
-¿Y cómo te sentís con el rol de líder y compositor principal? Digo, en contraste con las otras bandas que no eran “tu banda”.
ML: Bien. Igual todos los integrantes hacen su parte y se pueden expresar musicalmente, siempre es mejor cinco cabezas que una. Hemos hecho un gran grupo, no solo con la banda, sino con toda la gente rodea a Soen y trabaja para que crezcamos más y más. Hay un respeto mutuo muy grande y un gran sentimiento de familia, lo que hace todo más fácil, donde ganamos todos y perdemos todos. No es una banda que yo la lleve en mis hombros, en las buenas y en las malas, ganancia y pérdida, se reparte todo.
-¿Cómo es su proceso de composición? se juntan todos, o solo Joel y vos, o cada uno lleva lo suyo y lo van juntando…
ML: Normalmente me junto con Joel, componemos, por ejemplo, una parte que luego llevo a mi casa y la sigo trabajando hasta convertirla en una canción, para después ir al estudio con Iñaki Marconi – nuestro productor -, y transformar todas esas ideas en algo sólido. De ahí se lo paso al resto de la banda para ver qué ideas pueden tener ellos.
-Al principio, sobre todo con su primer disco, “Cognitive” (2012), les llovieron críticas, los acusaban de “sonar igual a Tool”. Siendo el primer lanzamiento de tu banda, algo tan propio ¿Cómo viviste ese momento?
ML: Las críticas no me tocan. Hace 20 años que soy músico profesional, sé exactamente lo que quiero hacer y lo hago exactamente como quiero. Podría hacerlo diferente, pero lo hago así porque es lo que me gusta. El que critica, en la mayoría de los casos no tiene credenciales, no ha hecho nada que llegue al nivel de lo que yo he hecho musicalmente. No lo digo de autobombo, pero que, a un tipo de Albuquerque, New México, le parezca que nosotros somos buenos o malos porque sonamos como uno u otro, no me mueve para nada. Tool me parece una banda fantástica que inventó un estilo de música al cual siento que tengo algo para aportarle. Mis opciones son hacerlo o no hacerlo, y por supuesto elijo hacerlo, porque se trata de hacer la música que a uno le gusta. Lo malo es que, capaz, hay gente que al oír que “sonamos como Tool” no escucha el disco, porque no le gusta Tool, lo cual es triste, porque es gente que, quizás, apreciaría nuestra música si le diera la oportunidad. Pero a mí, como músico, la verdad nunca me interesó mucho lo que diga la gente. Yo toco lo que quiero tocar.
-Igual, con Lykaia (2017) parece que hubo un cambio importante, empezaron a encontrar el “estilo Soen”. Curiosamente, la palabra “Lykaia” hace referencia a una especie de rito de paso, de iniciación ¿El concepto del disco tiene algo que ver con ese cambio de sonido?
ML: Sí, es parte de una transformación musical. Nos pareció que con Cognitive y con Tellurian (2014) ya habíamos dado todo lo que podíamos dar en ese estilo y había que moverse a nuevos horizontes, y fue lo que hicimos. El título, de alguna forma, representa eso.
-Con Lotus (2019) este nuevo Soen se afirma fuerte ¿Cómo definirías el sonido actual de la banda?
ML: Tiene la misma idea básica de un principio: hacer música con cierto grado emocional y cierto grado de inteligencia, acaparar lo más agresivo posible y lo más pasivo posible, tratar de representar todos los sentimientos que conforman a una persona, todo lo que es un humano, y transformarlo en música, en vez de solo agarrar, por ejemplo, la agresividad y hacer heavy metal, o centrarnos en la alegría y hacer pop.
-¿De qué trata Lotus?
ML: Es sobre lo que uno siente al mirar alrededor, a la sociedad. Al criar a tus hijos te vas dando cuenta de cosas que te parecen justas o injustas, de la separación del humano de su Ser natural, de lo que es el humano hoy en día comparado con lo que era en el pasado. Por esas aguas va.
-El disco salió hace muy poco y están en plena gira ¿Cómo lo está recibiendo el público?
ML: Muy bien, ya hicimos nueve conciertos, ocho con entradas agotadas, va muy bien. Sabíamos que iba a ir bien, porque entramos en un montón de charts y cosas por el estilo en Europa, pero estamos muy contentos, la recepción ha sido increíble. Igual, contentos un ratito, porque hay que seguir, llegar a lugares más grandes.
-Llevan sacados tres videos de Lotus: “Martyrs” es un perfecto reflejo de lo que es hoy Soen, pesado, intrincado, con muchos arreglos; “Lotus” una balada muy emotiva; “Covenant” una canción súper directa y potente ¿Qué criterios tienen en cuenta para elegir los tracks de difusión?
ML: El oído. Hacemos videos de las canciones que nos gustan. Después, tiene cierto peso la letra, para poder representarla en imágenes. Los videos de “Covenant” y “Martyrs” fueron hechos por un uruguayo [NdR: Maxi Muniz], con el cual hablamos mucho, le dijimos qué queríamos expresar y el tipo hizo dos fantásticos videos, los dos filmados en Montevideo. El otro, “Lotus”, fue un rumano, Costin Chioreanu, que es un artista que hace de todo, le interesó mucho la canción y decidimos hacer un video con él.
-¿Tenés alguna canción favorita de este disco?
ML: Soy medio cambiante. En este momento me gusta “Lascivious”, pero el otro día me gustaba más “River” (risas). Los días que estás caliente, te gustan más los temas pesados, y si estás medio tristón te puede gustar más una balada, es dependiendo de cómo te sientas.
-¿Tienen planeado venir a Latinoamérica, y más específicamente para Argentina, en algún futuro cercano?
ML: Si, vamos en marzo del año que viene. Vamos a tocar en Argentina, Uruguay, México, Chile, Costa Rica, Perú, Colombia y Brasil. Va a ser nuestra primera vez de gira por allá, es algo que no hice nunca en veinte años de carrera, no he tenido la oportunidad de ir a tocar a mis tierras, en el Río de La Plata.
-¿Qué sigue para Soen en lo que resta del año?
ML: Seguimos con esta gira, que nos quedan un par de semanas. Después tenemos algunos festivales, otra gira de un mes y, después, vamos a seguir escribiendo. Y ya el año que viene Sudamérica y Estados Unidos, y ahí, disco nuevo, calculo. E iremos de vuelta para allá, con el disco próximo.