Los madrileños de Ska-P iniciaron su despedida en Obras, precedidos por muy buenos shows de Massacre y Villanos.
Mitad de maratón para el Pepsi Music 2005, la quinta cita empieza a desandar un camino que bifurcaría entre lo raro y lo agitado. En principio, sabíamos que no habría en esta fecha escenario mayor y que toda la actividad se desarrollaría en el Escenario Indoors. Es decir, en el ya conocido Estadio Obras.
Para esto se valló el campo por la mitad, para que la gente pudiera acceder, lo que sumado al espacio propiamente dicho de las carpas y stands que se encuentran armadas a un costado del bodoque de cemento, lo que generaba un constante movimiento de público que minuto a minuto incrementaba su número.
Era muy raro ingresar al mítico recinto sabiendo que afuera era de día y 27 grados de calor azotaban la ciudad. Pero las cosas estaban dadas así y la música estaba puertas adentro. 12 Monos pateó el tablero con distorsión y guitarras apuradas, una constante en toda la jornada, pero apenas logró el cometido de mover a la gente.
Antes de continuar, un alto en la huella. En el librito presentación del festival se anunciaba que Rescate «…pondrá a bailar al rebaño con sus hits evangélicos positivos…», lo que dejaba al descubierto la principal motivación del grupo. Bueno, parece que mucha gente no lo leyó. Los que se acercaron a la tablas se quedaron quietos, como helados, cuando el cantante vocifero «…fuera de las casas, fuera de los templos, Jesús esta en la calle…», y un ritmo cuasi heavy empezó a sonar. Un interesante set dejó ver una banda poderosa, bien conformada y con mucha personalidad, pero la sorpresa fue excesiva y no alcanzó el tiempo para motivar a la masa.
Pasaba el tiempo y el espacio se reducía. Las remeras rayadas empezaban a darse una vuelta por el campo, tomando posición cerca del vallado, para hacer un pogo que se pareció bastante a un bailoteo al ritmo de Villanos. La banda liderada por Nico subió a 200 km por hora apelando a su costado más punk, mantuvo la energía y la velocidad hasta el final de su show. No faltaron los conocidos «Sin mi», «Chau corazón» y «Yo soy así», demostrando que la banda está para más y que ha entrado en un periodo de madurez musical que debe aprovechar. Algunos problemas de sonido acecharon los primeros temas, pero no pasó a mayores.
La hora de Massacre había llegado. Con su nuevo álbum, primero en vivo, «Diferentes maneras», sobre sus hombros, el grupo skate por excelencia dirigió un set enérgico a su horda de seguidores que festejaban cada tema como el último, cantando y bailando. Wallas mandó un beso, se presentó y dejó ver su estado físico recorriendo el escenario por cada rincón y como siempre motivando desde arriba a que el descontrol controlado se generalizara, manteniendo ese intercambio más que interesante con su gente. Musicalmente hablando suenan muy prolijos, lo que deja en evidencia los años de trabajo y el crecimiento que han alcanzado en este último año. Podemos sumar a ésto el sombrío ambiente donde se desarrolló el evento, que siempre calza justo con Massacre y sus payasos asesinos.
El cierre estaba al alcance de la mano. De las más de cinco mil almas que había en el recinto se puede asegurar que un 80% contaba con alguna distinción de la gran agrupación de la noche. Los madrileños saben que tienen sus adeptos y cuentan con ello desde antes de salir a tocar. La oleada de militantes canta y asemeja todo al sonido ska poniendo la piel de gallina. Todo se prepara y el telón se corre: Ska-P esta por tercera vez en Argentina.
Lucum toma la posta desde su lugar de líder, guitarrista y vocalista y lleva adelante el mensaje al que nos tiene tan acostumbrado, «Gato López» y «El rey» desatan el mosh más fuerte que se ha visto hasta el momento. Miles saltan y cientos se dejan llevar alzados por la masa para caer detrás del vallado y volver a salir, para intentarlo de nuevo una verdadera fiesta ska-punk.
Las conocidas bajadas de líneas dicen presentes desde el primer momento: «Planeta Escoria» hace referencia a la polución y a la devastación de nuestro planeta; «Derecho de admisión», claro está, por donde viene la movida; «Juan sin tierra», dedicada a la memoria de Víctor Jara, asesinado por Pinochet en Chile. De pronto, balizas policiales se encienden sobre el tablado. Un asistente con una bandera de la comunidad gay pide derechos y paz a lo que un policía antimotines lo golpea y arresta. La parodia se extiende hasta que todos saben que «Romero» dirá presente y la monada festeja.
El calor interno es insoportable, pero el agite está al orden del día y nada se detiene. «Intifara» pide por la paz y la liberación de Palestina, «El Vals» encuentra un coro perfecto y afinado del público, dedicando sus voces a la resistencia obrera del mundo, en «Welcome to bell» le llega el momento a Bush y la pena de muerte. Un simulacro de ejecución de Pipi en la silla eléctrica con bandera yanqui desata el silbido y el canto anti-imperialista.
No queda mucho del show pero todos quieren más y el cantante sigue hablando. En este caso solicitando el perdón por la matanza de los mapuches realizadas por sus antepasados y anunciando que lo recaudado por Ska-P en la fecha Seis del Pepsi Music será destinada al Colectivo Mapuche y comedores comunitarios de la provincia, rematando su discurso con «Seguimos en pie», otro tremendo ska punk que gasta y divierte. Quedan seis temas por delante, pero éste miércoles habrá un nuevo show en el Escenario Outdoors, que seguramente provocarán otra gloriosa noche de excitación y baile, con el aditivo de Intocables, 2 Minutos y Expulsados.