A lo largo de un mes, el grupo M.I.A. encaró una propuesta insólita en nuestro medio, tanto por su audacia como por sus alcances, proyecciones y resultados.
Alquilaron el teatro Santa María por un mes y desarrollaron un ciclo que abarcó doce conciertos, presentando cada semana un programa diferente. Paralelamente, los días martes se realizó una serie de conferencias (con títulos. tan poco académicos como “La poética en el rock” o “Qué significa progresivo””), y posteriormente a estas se proyectaron filmes de rock realizados en forma artesanal (“Génesis en Porto Alegre” o “Stone Alliance en concierto”, pot ejemplo), y por si eso fuera poco se pasaron discos inéditos en nuestro país.
Además, durante todo el mes estuvo montada en el hali del teatro una exposición de cuadros y trabajos de jóvenes dibujantes que se renovaba -semanalmente.
Todo esto organizado sin ningún tipo de publicidad, sin el apoyo de ninguna compañía grabadora o cualquier otra empresa, organizando todo por su propia, cuenta, editando boleti es con las novedades del grupo y manteniendo una relación persona-a-persona con su audiencia.
Evidentemente, no cualquiera se anima a tirarse ala pileta de esa manera. Como culminación de la experiencia piensan editar un librito que documente íntegramente el ciclo, con fotos, el programa de cada concierto y la transcripción de las conferencias. Ni los grupos más grandes y que cuentan con un -respaldo económico mucho mayor se han animado a un proyecto de tal envergadura. Lo más asombroso (o quizás no tanto) de todo .esto. fue la respuesta del público. No sólo se JMenó totalmente la sala prácticamente todos los días que hubo concierto (para los sábados había que sacar entradas con anticipación) sino que también los días de conferenciás funcionó a lleno.
Otro par de detalles que merecen comentarse: en casi todas los conciertos” hubo un músico ipvitado. La particularidad de esto reside en que los invitados eran figuras nada habituales en un concierto de rock. Uno de ellos (quizás el más aplgudido) fue el maestro Charles Franz, que improvisód, sobre temas de MIA en el estilo de los grandes compositores clásicos (Beethoven, Mozart, Debussy, Gershwin).
Otro fue Roberto Lara, uno de los mayores concertistas de guitarra del país. Finalmente, tres músicos enrolados en la corriente electroacústica, que explicaron sus obras previamente a que se escucharan a través de una cinta grabada: Marfán Viera, Camilo, Saita y Luis María Serra. La reacción del “público ante visitantes tan poco ortodoxos fue de un respeto poco común, y eso que les aseguro que no es una experiencia fácil para el oído transitar por una obra electroacústica de quince minutos de duración.
Por otra parte, por primera vez un grupo argentino instaló un sistema de monitoreo con una consola que regulaba el sonido sobre el escenario separada del sistema de amplificación de la sala, para que los músicos pudieran tener un buen retorno y escucharse perfecta-. mente.
Parece que las enseñanzas que nos dejó la gente de Joe Cocker en materia de sonido. comienzan a cundir. Además, los temas iban acompañados de proyección de diapositivas con dibujos que a su vez, estaban expuestos en la muestra. Aunque han hecho progresos, el aspecto escenográfico y las lucen siguen siendo el único punto débil de las presentaciones de MIA.
Vayamos al aspecto musical: la música de MIA es amplia y se dirige en diversas direcciones, no siempre coincidentes pero nunca opuestas. Los seis músicos que integran el grupo (No no Belvis, Juan del Barrio, Alberío Muñoz, Daniel Curto, Lito Vitale, Liliana Vitale) se alternan en diferentes ‘forma-. ciones, que van desde el duo hasta el sexteto, aparte de ejecutar con solvencia varios instrumentos cada uno. Hay obras instrumentales y temas cantados, además de algunas piezas trabajadas con un coro de siete integrantes. Presentaron material de los dos LP que tienen editádos hasta el “momento “Transparencias” y “Mágicos Juegos del “Fiempo”, aparte de gran cantidad de canciones inéditas y una obra denominada “Cornonstipicum”, que constituirá uno de los lados de su próximo álbum.
“Cornonstipicum” es una buena muestra de la madurez que ha alcanzado la música del grupo. Una obra de una concepción musical realmente avanzada, donde pasajes -de gran fuerza alternan con climas pastoriles llevados plácidamente por los teclados y la flauta, y un trabajo del coro perfectamente ensamblado. En realidad resulta difícil intentar definir la música de MIA; ya que su propuesta es tan abarcadora que podemos encontrar desde una zamba hasta obras elaboradas en la mejor tradición del rock sinfónico inglés, pasando por canciones acústicas, pasajes jazzísticos y obras corales.
Del material nuevo, aparte de “Cornonstipicum”, fue un verdadero placer escuchar dos temas acústicos de Muñoz, entonados sólo por Alberto en guitarra y Liliana en flauta: “Mandarín del aire” y ‘“Lo’que hay de humano en mí”, este último con un bellísimo tratamiento vocal dado por dos letras paralelas que se van alternando y superponiendo. También se destacaron un tema instrumental de Daniel Curto, “Imagen II” con un clima totalmente etéreo, “Implosión”, una composición de Juan interpretada por este sólo al piano, “La casa de Juan”, una extraña mezcla de tango y bossa magníficamente cantada por Liliana con el acompañamiento de, Daniel en guitarra, y “Copla de Aldea”, donde tres flautas simultáneas van llevando una bucólica melodía que nos traslada a alguna plácida campiña con ovejitas pastando y todo lo demás. De las obras ya conocidas, fue muy ovacionado el “Contrapunto Rítmico”, que da Ple para el lucimiento individual de Nono en bajo y Lito “en batería, que realizaron respectivos solos, con una zapada posterior junto a Juan en los teclados que sonó con una polenta arrolladora.
“El casamiento de Alicia”, que pertenece a su primer LP, sonó con más consistencia y empuje que la yersión grabada y, particularmente, no dejo de emocionarme cada vez que el coro se sube, al escenario para interpretar los corales de la Cantata Saturno, la primera obra que MIA presentara en público. El excelente tratamiento vocal que tienen estos temas y su profunda potencia lírica, despiertan algún resorte escondido que hacen que siempre termine de pie cantándola junto con ellos (y el resto del público).
En el plano individual, Lito Vitale y Juan del Barrio son dos tecladistas jóvenes que van a dar mucho que hablar, ambos tienen menos de veinte años y ya son verdaderos virtuosos. También Nono Belvis se mostró como un excelente instrumentista tanto en la guitarra como «en el bajo (sobre todo en este “último, donde hizo algunos solos que levantaron considerablemente la temperatura ambiente). Otra cosa: no es muy común ver un grupo donde todos sus miembros componen, como es el caso de MIA.
Como digno broche de, oro, el concierto de despedida fue casi apoteótico: en la “sala no cabía un alfiler, y había una vibración tan intensa que podía palparse en el aire. La interacción era tan estrecha que los músicos tocaron como nunca. Parecía que el recital no iba a terminar más: les obligaron a hacer una cantidad impresionante de bises (no sé cuantos, con el entusiasmo perdí la cuenta), hicieron una zapada interminable donde hasta el coro se puso a improvisar creando un clima realmente infernal. Cuando terminó, estábamos todos transpirados (músicos y público) como si hubiéramos terminado de jugar un partido de fútbol. Pero felices, como si hubiéramos ganado.
Claudio Kleiman
Fotos: Pipo Lernoud