Chizzo, Tete, Tanque y compañía volvieron a CABA después de casi diez años. Cómo se llegó, el tira y afloje con el Gobierno de la Ciudad, la organización, el público y lo importante: la música.
«Bájense del alambrado, no queremos que nadie venga a romper las bolas», pedía Chizzo promediando el show. Si un recital de rock nacional es descontrol, irresponsabilidad y desorganización, de repente La Renga se convirtió en un trío de pop. El último sábado, con el estadio de Huracán colmado, los de Mataderos volvieron a pisar Capital Federal, a diez años de su última presentación en el Autódromo de Villa Lugano.
La solicitud, la incapacidad de los funcionarios, la seguridad y la habilitación
En mayo empezaron los rumores. ¿La Renga volvía a tocar en Capital? Al principio, parecía que sí, después que no, otra vez que sí y al final la Policía de la ciudad junto a la Agencia Gubernamental de Control daban un no como decisión «final» por no poder proveer la seguridad necesaria para el evento, al no poder llevar a cabo la tarea de combatir «venta de estupefacientes y alcohol por falta de controles, fiscalización de venta de entradas y trapitos», como contaba José Palazzo –uno de los productores del concierto- en su cuenta de Twitter. La habilitación fue firmada a principios de junio, con una capacidad final de 38660 espectadores, diferencia de 6140 personas con respecto a la solicitada inicialmente de 45000. Con doce ambulancias con cuatro médicos cada una, 350 vigiladores homologados, 103 socorristas a cargo de Cruz Roja y dos autobombas adicionales, parecía que la seguridad estaba dada para que La Renga vuelva a Capital. «Salgan tranquilos y […] mañana cuando coman los fideos, cuenten lo bueno que estuvo el show», pidió Chizzo terminando el show.
El detalle: pocas banderas, en el primer cacheo se escuchaba a la seguridad al grito de «No pasan banderas», a pesar de que se había anunciado de que con el permiso y medidas reglamentarias podían pasar.
La organización
Cargarse al hombro la vuelta de La renga a Capital estuvo a cargo de Rock & Reggae y José Palazzo. Hicieron de la seguridad uno de los pilares fundamentales de la fecha con un total de cuatro cacheos, dónde primero se mostraba el ticket junto a su calco, luego se cortaba, posterior un cacheo corporal y finalmente una lectora de tickets en la puerta del estadio. Un sonido sin fallas con dos filas de diecinueve cajas de sonido a los costados del escenario. La infraestructura del escenario fue presentada como en cualquier show de la banda, sin dejar ver la parte trasera de las tablas que daban a las tribunas. Escenografía con una alfombra que desde arriba eran edificios en punto de fuga, telones que cambiaron en reiteradas ocasiones y se proyectaban visuales, además de cuatro pantallas laterales dónde se transmitía en directo, al igual que videos históricos de la banda.
El detalle: ¿Era necesario sacar de prepo lapiceras, encendedores y llaveros? ¿Seguridad o extrema paranoia?
Con huevo vaya al frente, que se lo pide toda la gente
Y el día llegó. Con Veteranos del pánico y La Carga abriendo el concierto, la vuelta histórica sucedió. Con familias y grupos de amigos tanto en platea como en campo, Sergio (37) contó que llegó junto a su hija Morena (9) -a quién tenía a upa en el campo- desde Moreno, al igual que Araceli (23) y Facundo (24), una pareja que llegó de Glew en micro.
Los shows del trío de Mataderos llegan en medio de la gira de Pesados Vestigios, la última placa de estudio. Sin embargo, conscientes del contexto y de que sería la primera vez para muchos, decidieron abrir con dos temas– Corazón fugitivo, Nómades- para tener un total de cuatro canciones de PV y otras 2 de su antecesor, Algún Rayo, siendo Despedazado por mil partes, La esquina del infinito y La renga, los discos determinantes a la hora de armar el setlist de esta primera fecha, ocupando en total más de la mitad del show. Con gestos particulares como la dedicatoria de canciones a Victor Poleri (amigo fallecido de la banda), a Ligüel (hijo de Tete y ahijado de Chizzo), ambos por cumpleaños y a Miguel Ramirez, quién fuera víctima de una bengala en el concierto que la banda dio en 2011 en el Autódromo de La Plata. y otros momentos como el coro de vientos con Manu y su armónica al frente. Más de dos horas y media, con un solo parate antes de los bises con Ser yo, Reíte, El viento que todo empuja y el cierre clásico con Hablando de la libertad.
El detalle: El show arrancó 21:29hs puntual. 00:07 la desconcentración comenzaba y según José Palazzo en 17 minutos el publico había salido por completo del estadio.