Aquella noche no llovió
ni apareciste disculpándote
diciendo mientras te sentabas,
perdóname si llego tarde.
No me abrumaste con preguntas
ni yo trate de impresionarte
contando tontas aventuras,
falsas historias de viajes.
Ni deambulamos por el barrio
buscando algún boliche abierto
ni te bese cuando la luna,
me sugirió que era el momento.
Tampoco fuimos a bailar
ni tembló un pájaro en tu pecho
cuando mi boca fue pasando
de las palabras a los hechos.
Y no acabamos en la cama
que es donde acaban estas cosas
temblando juntos en la hoguera
de piel, sudor, saliva y sombras.
Así que no andes lamentando
lo que pudo pasar y no paso,
aquella noche que fallaste
tampoco fui a la cita yo.