Después de tantas horas de tacklear el corazón
llega la destinación, la misa imparche.
El señor de los ruedos bajos fondos desde el cielo
respira hondo y escupe el mate.
Pero si preguntás
vos sabés que donde hay culpa nunca hay nadie.
Desde el país de los infinitos comienzos ves
cómo vas perdiendo fe en los que manden.
Un mundo resentido y frustrado por demás
siente que cada promesa siempre es fraude.
Pero si preguntás
vos sabés que donde hay culpa nunca hay nadie.
Pero si vos te vas
vos sabés que en el silencio nunca hay nadie.
Entre dos paredes, en tus ojos veo el sol,
viejo sol, nuevo sol.
El hígado sangrante, vuelve la vida otra vez.
No sé si robar el juego fue brillante.
Guerra, sangre, fútbol, vino, miserables y divinos.
Todos quieren recibir el sol radiante.
Pero si preguntás
vos sabés que donde hay culpa nunca hay nadie.
Pero si preguntás
vos sabés que donde hay culpa nunca hay nadie.
Pero si vos te vas
vos sabés que en el silencio nunca hay nadie.