Faltan apenas un par de horas para que La Vela Puerca pise el escenario del Teatro de Verano de Montevideo para presentar las canciones de “Piel y hueso” (Mi semilla, 2011, producido por Rodrigo Gómez), y los cantitos de los fans que ocupan las gradas desde temprano generan un clima de ansiedad.
Sebastián Teysera, el Enano, compositor principal y uno de los frontmen del grupo, dice que, todavía, no está nervioso. Que para eso falta un rato. Pero que pensar en el show que el grupo ofrecerá en GEBA el 12 de este mes sí que le da nervios. “Es enorme. Fuimos a conocerlo hace poco y comprobamos que lo que nos habían contado de los trenes es cierto: pasan muy cerca”, explica.
Esos nervios antes de salir a escena son un indicador de la motivación que todavía representa para Teysera subirse a un escenario: “El día que no sienta eso, me pongo una fábrica de pastas, una panadería o una zapatería de las viejas, de reparación de calzado”, dice el cantante.
Esos son todos oficios. ¿Cómo aprendiste a ser cantante de rock?
Yo, en verdad, creo que soy cantor. Porque es el que nunca estudió para cantar, que canta y, más bien, cuenta. Para eso no se precisa mucho estudio… Uno va aprendiendo a partir de la experiencia de salir a tocar durante años. Lo que aprendí, por ejemplo, es a administrar un poco la energía. Los primeros conciertos empezaban allá arriba e iban bajando cada vez más. Ahora podemos darles una parábola diferente a las presentaciones, más cuando son shows largos. Antes, la emoción me hacía gritar, directamente.
¿Tuviste algún profesor de canto?
Varios. Con Juan Casanova [del grupo Los Traidores] hemos compartido muchas charlas al respecto, porque tiene muchas más horas que yo arriba de los escenarios. Y el Cóndor Sbarbatti, de la Bersuit, me enseñó a cantar estando afónico.
¿Y cómo se hace?
Es muy difícil [ se ríe]. El me pasó la técnica de recostarte en una cama, ponerte un libro en el estómago y respirar intentando que el libro no suba ni baje. Es una manera de sacar la voz bien de abajo. Nunca lo logré… Cuando que- rés decir algo con rabia, te tiene que salir de la garganta. Cuando el mensaje es más light, lo hacés más cantado.
A propósito de Casanova, ¿qué te genera el regreso de Los Traidores?
Mucha alegría por volver a disfrutarlos. Siempre les digo, igual, que todo bien con la parte acústica, pero yo quiero a Los Traidores bien punkies. Luché bastante por eso y me siento un poco responsable. Hace un par de años, hicimos un concierto con La Vela, Los Traidores y Santullo.
En el primer disco rescataban una frase de José Martí, y en Piely hueso incluyen una cita de Miguel Hernández. ¿De dónde viene esa fascinación anacrónica?
Yo no me considero un poeta. Entonces, a veces agarro un poema para cerrar y redondear el mensaje de una canción. Todos los versos elegidos tienen una carga de esperanza muy grande y, en sí mismos, aportan ese mensaje de una manera poética. Ojo, también me encanta que me digan: “Conocí a Miguel Hernández gracias a ustedes”.
¿Fue traumático dejar de trabajar con Santaolalla?
No, porque quedó todo increíblemente bien; y sabemos que si queremos un consejo, él está ahí. De alguna manera, con Surco nos ganamos una especie de beca para ver cómo se maneja el mundo de la música, editar discos, saber lo que es la editorial, el publishing, los rankings… Y también lo que aprendimos en el estudio. Para que ahora nosotros seamos independientes, fue muy importante esa experiencia.
¿Tuvieron alguna crisis como grupo en estos 17 años de carrera?
No, pero yo sí tuve una crisis personal con La Vela. Estaba cansado. Fueron tres o cuatro años sin parar, y en un momento me tenían que subir a latigazos al escenario. Después, entendí que había que parar un poco y volver a valorar lo que teníamos. Para eso, precisás extrañar. Ese parate, de seis meses, se hizo en el momento justo para poder seguir adelante.
Publicada en la Revista Rolling Stone 170, mayo de 2012.