Antes de presentarse en Groove, la metralla del punk rock habla de sus 20 años de carrera y de la forma comprometida y pasional con que encara la profesión.
Mal Pasar es una de las bandas referentes de la escena punk nacional, sus 20 años de trayectoria y sus siete discos editados los avalan. Para dar con los orígenes del grupo hay que remontarse a mediados de los ’90s: “Escuchábamos a los Sex Pistols y ahí surgió la idea de armar un grupo”, explica Carlos Sassone (voz y bajo). Y ya en esos años seminales estaba presente un fuerte compromiso social y una militancia política, que mantienen en la actualidad. “El primer tema (Sáquenme de aquí) del primer disco (Soy la violencia, tu me has creado, de 1997) denuncia con nombre y apellido a Videla, a Massera, a Astiz, a Rico. Ya hay una denuncia explicita, que era muy fuerte para la época. La banda siempre tuvo esa denuncia latente y constante, y es el día de hoy, con el transcurso de los años, seguimos manteniendo el mismo espíritu, la misma lucha al margen de los matices”, sostiene Damián Sassone, baterista del cuarteto, que se completa con los guitarristas Mariano Winitzky y Marcos Cassettari.
– ¿Cómo hacen para mantener la vigencia después de 20 años?
MW: Tenemos momentos en que nos queremos cagar a trompadas, que es lógico. Pasa como en todas las relaciones, hay momentos en que nos llevamos súper bien y otros en que no. Tiene mucho que ver con la tensión con que se viven ciertas cosas: si está todo relajado, puede funciona. Pero hay momentos en que tenés que apretar los dientes para avanzar un poco. Nos llevamos muy bien y la pasamos muy bien. Yo estoy más tiempo con ellos que con mi compañera, así que si me llevo mal con estos pelotudos, estamos en el horno (risas).
CS: Nos une la música. A nivel banda, en 20 años, pasamos un montón de cosas. Tenemos muchas anécdotas y conocimos mucha gente en el camino. Es parte de nuestra vida porque voy a cumplir 40 años y le he dedicado prácticamente la mitad de mi vida a Mal Pasar. Es mucho, te marca fuerte y le da un sentido a tu vida.
– ¿Qué recuerdos tiene de sus comienzos en medio de los ’90s neoliberales?
CS: La cuestión siempre fue usar la música y el arte para tratar de decir algo. Incluso hoy es generar algo en los pibes, que miran dibujitos del ratón Mickey desde que nacen y después te hablan en neutro. Por eso, Mal Pasar desde el primer disco tiene una crítica al neoliberalismo, al sistema laboral, a los militares. En ese momento estaba todo muy fresco, sentíamos mucha impotencia y encima íbamos a tocar esas canciones a un festival en Cemento y los pibes no entendían nada. Ahora se entiende un poco más y por ahí te dicen: ‘No estaban tan locos’. Antes eran más destroyer, el publico era más ‘eh rompemos vidrieras, eh pateamos tachos de basura’.
MW: El público canalizaba su ira y disconformidad por otro lado, había mucha represión y censura, y todo eso en algún momento fluye. Hoy tenes más herramientas para descubrir. El mundo de Internet abrió una gama importante en herramientas, en libros, en cosas. Descubrí bibliotecas de libros anarquistas que antes para acceder a eso tenías que ir a lugares puntuales. Poder grabar y editar también está al alcance de un montón de gente.
– Actualmente están presentando su séptimo disco, «Vacaciones en el cementerio», que fue producido por Mario Breuer. ¿Cómo fue trabajar con él?
CS: Estamos contentos, la verdad que Mario es un grande. Le dimos una maqueta que habíamos hecho y le preguntamos qué le parecía, si quería meterse en el laburo y nos respondió que lo iba a escuchar.
MW: El otro violero de Malpa (Marcos Cassettari) es ingeniero de sonido y, obviamente por haber estudiado y estar involucrado en eso, tiene una visión distinta a la nuestra. Entonces, él decía: ‘Mario Breuer es un grosso’. Todos sabíamos lo que había hecho y con los artistas que había trabajado, que laburo con todo el rock y es una bestia. Cuando fuimos con ese material, nosotros no sabíamos qué iba a hacer y, palabras de él, nos dijo que le voló la cabeza, le encantó lo que estábamos haciendo, la frescura y lo que se estaba gestando ahí. Se metió de lleno en el proyecto. Nos marcó determinados puntos que estábamos obviando y él los acentuó porque consideraba que había ciertas cosas que había que laburar y mejorar. Eso hizo que se generara un disco muy maduro. Un muy buen disco, ameno para la escucha del género punk. Lo que más nos asombró fue su humildad y su sencillez, que hace que todo sea mucho más simple. Fue una experiencia bárbara por eso cada vez que nos lo cruzamos se lo agradecemos.
– En el disco además incluyeron cuerdas…
DS: Si, violines, chelo y un teclado oculto también. Con estos músicos ya hemos grabado algunos temas en música envasada, es gente amiga. Nunca está de más poder meter en el género instrumentos que no sean muy habituales, es también romper un poco con lo establecido y con los esquemas. Me parece algo interesante y la verdad que nos gusta.
– ¿Cómo ven la escena punk en este momento?
MW: A la escena la veo un poco bastardeada. En los 90 había más lugares para tocar, muchas bandas saliendo y muchas bandas luchando para grabar y tocar. Yo veía más movida. Creo que la cultura está bastante censurada, hay muy pocos lugares para tocar, está todo muy monopolizado. Somos muy amigos de la mayoría de las bandas de la escena pero lo que no veo son bandas nuevas. Obviamente que hay, pero no llegamos a conocerlas. Y a veces siento que el público no tiene ganas de incorporar bandas nuevas porque generalmente no entra a ver a las bandas soporte. Antes había productores que hacían un negocio de esto y les pedían a las bandas plata para tocar, algo de lo que estamos totalmente en contra. Nosotros invitamos a una banda porque son amigos o porque suenan re bien y queremos darle un lugar para mostrarse, y a veces decimos: ‘Qué cagada, ¿Por qué la gente no entra a verlos?’. De pronto cuando estamos a punto de salir a tocar, entran todos. Estaría bueno que se le diera oportunidad y que la gente escuche a las otras bandas. Ojo hay mucho respeto ahora, te puede gustar o no, pero se respeta. Antes era botellazo en medio de la cabeza.
CS: No hay una movida cultural, de decir: ‘Vamos todos para el mismo lado’. Creo que el músico realmente tiene que ir más allá de la música en sí. Tiene que generar algo que trascienda la música, algo a nivel cultural. Pero es muy difícil lograrlo, porque hay mucho individualismo, las bandas están muy separadas entre sí. Hay esa cosita: ‘Ay mira lo que hice yo’. Las bandas tienen que tener una unidad y tirar para el mismo lado en varios aspectos, porque todavía hay muchas cosas por conquistar.
– Tenerlo de invitado a Evaristo Páramos (La Polla Records, Gatillazo) en el disco anterior, ¿fue uno de los momentos más importantes de la banda?
CS: Que Evaristo pueda cantar con nosotros es el sueño del pibe. Para nosotros es un referente. Tenemos una relación desde hace mucho tiempo y el año pasado fuimos a tocar con Gatillazo al País Vasco. Es un personaje de alto vuelo y no es ningún boludo, sabe lo que dice y lo que hace. En mucha gente él generó algo, y nosotros también tratamos generar algo, no queremos reproducir lo mismo del sistema porque para eso hay muchos medios y bandas. En los siete discos que tenemos siempre dijimos lo que pensamos y nos tuvimos que bancar las consecuencias, porque tocamos desde hace 20 años, pero nos sigue costando un montón. Y nosotros sabemos el por qué. Por eso, que Mal Pasar toque en Groove es una victoria para nosotros y para la gente que nos viene a ver. Somos agradecidos con la gente porque nos siguen a todos lados y son como kamikazes porque saben de qué se trata la cosa. Para nosotros hacer un Groove es pegarle un cascotazo a un gendarme o a un policía y que se caiga de culo al piso. Esto no es ponerte un negocio de comidas rápidas, que te vaya bien y ser multimillonario.
