No todos los que dicen haber visto a Suárez dicen la verdad. Acaso por envidia, pero también sabiendo que se perdieron la piedra fundamental del indie argentino (pero indie, indie), se ven obligados a mentir, y dicen que recuerdan los particulares shows de una banda rara, incluso para los raros 90. Claro, si la cantante de una banda ya separada edita discos tan personales como los de su antigua agrupación, mentir sobre aquellos años no es tan difícil. Porque Rosario continúa siendo una artista que canta poesía y la recita sobre guitarras (en «Calendario» predominan los instrumentos de cuerda y una flauta dulce del escritor y cineasta Martín Rejtman). Con más de Patti que de Courtney, con más del Parakultural que de Niceto, la pequeña princesa va por su cuarto trabajo repleto de frases para atesorar en el mismo estante que las de Federico Moura: “Que el mundo se detenga en el mejor lugar”, “Estoy reservándome para vos”, “Estoy rondando las noches de tu casa, las puertas de tu percepción”. Pero ninguna como ésta, la que con música y melodía de fondo se transforma en una de las mejores canciones que Rosario haya cantado alguna vez: “Donde lejanas las estrellas hablan de tantas cosas que me obligan a callar”. La canción se llama “Imposible”, y es una joyita.