Por Alfredo Rosso. Liner notes de «Pappo’s Blues Volumen 2» (2005) © Leader Music.
El año era 1972 y el rock argentino se hallaba en un momento de cambio y transformaciones. Sus grupos pioneros –Los Gatos, Almendra y Manal– se habían disuelto, pero por todas partes surgían nuevas propuestas y se abrían perspectivas inéditas. La Pesada del Rock and Roll sacó provecho de esos meses en que el libro de pases del rock nacional permaneció abierto y por ello su álbum debut se vio enriquecido con el aporte de luminarias como -entre otros- Luis Alberto Spinetta, David Lebon, Black Amaya, Javier Martínez y, por supuesto, Pappo. El Carpo sumó su furibundo riff de guitarra al clásico de Martínez «Salgan al sol», que Billy Bond cantó con tanta convicción como si lo hubiese compuesto. Pappo también añadió su instrumento al tema «El Parque» de Spinetta y fue co-autor de la música de «Divertido, reventado», que traía un guiño evidente al «You got me floating» de Jimi Hendrix.
Pero Pappo se sentía inquieto y algo desbordado por las expectativas que la prensa había depositado en él. Después de acercar su guitarra a «Spinettalandia y sus amigos», el disco experimental del exAlmendra al que -además- aportó sus temas «Castillo de piedra» y «Era de tontos» (cuyo reconocimiento autoral le llegaría varios años después), Pappo decide partir hacia Inglaterra para tantear el terreno y estar más cerca de sus ídolos musicales. El idioma universal de la música le sirve de esperanto para trabar amistar con John Bonham -baterista de Led Zeppelin- y con el futuro factótum de Motörhead, Lemmy Kilmister, por entonces integrante de Hawkind.
Desde Argentina, sin embargo, las noticias le hablan del éxito de Pappo’s Blues y un entusiasta telegrama -que le anuncia fechas de recitales ya comprometidas para su banda- lo incita a regresar. Pero 1972 es el año en que los fragmentos de Almendra se corporizan en tres nuevas bandas. Irónicamente, estos nacimientos significan el final del primer Pappo’s Blues, porque Spinetta se llevaría a Black Amaya para que sea baterista de Pescado Rabioso, al tiempo que David Lebon dejaría el bajo para transformarse por un tiempo en el baterista del nuevo proyecto de Edelmiro Molinari, Color Humano.
Pappo no se inmuta. Con la ayuda del baterista de La Pesada, Luis Gambolini, más alguna colaboración postrera de Black y el concurso de un misterioso bajista de nombre Carlos Piñata, transcurren las sesiones de «Pappo’s Blues Volumen 2». El peón-cuatro-rey no puede ser mejor: «El tren de las 16». La letra parece un eco lejano de «Soy de cualquier lugar» de Los Gatos: hombre que quiere a mujer que siempre está disponible y no hace preguntas. Hombre que se va. Final abierto. A pesar de su resonancia machista (o quizá precisamente por eso) el tema pronto se convertirá en un clásico que habrán de corear por décadas las huestes metaleras. Es fácil caer en la trampa de tachar de simplista a la prosa de Pappo, pero quienes lo hacen se pierden el bosque por los árboles. El Carpo sabe que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, y no pierde tiempo en galimatías. Después de todo «Llegará la paz» expresa en tres frases («ese monstruoso que caminando va / no se da cuenta que no tiene lugar / y con el tiempo desaparecerá…») algo parecido a lo que las columnas de manifestantes que tomaban las calles en las postrimerías del gobierno militar de Lanusse ya gritaban a voz de cuello: «se va a acabar / la dictadura militar». En el país eran tiempos de mecha corta e intolerancia y flotaba un aire de desasosiego que no alcanzaban a disipar ni el vitoreado regreso de Perón ni la esperanza del ya cercano retorno democrático. Como intuyendo la necesidad de hablar claro y sin tapujos, Pappo hace de su segundo álbum un vehículo para un rock primal, despojado y efectivo a la vez. Los riffs recurrentes son la carta de presentación de los temas y a menudo una metáfora simple basta para pintar la realidad que se vivía puertas afuera del estudio. Como en «Insoluble», con su inolvidable «El sacerdote que brindó misa para la moral / no se dio cuenta que tenía grasa en el delantal».
«Tema 1», alias «Hay tiempo para elegir» alias «Castillo de piedra», era la versión Carpiana del tema obsequiado a Spinetta, en un arreglo muy parecido: rápido, duro y en abierto contraste con el otro gran «tema de fogón» de Pappo’s Blues Volumen 2: «Desconfío», que nos devuelve al Pappo solitario, vulnerable y melancólico que habíamos conocido en «La estación», aquel blues memorable de Los Abuelos de la Nada. Sentimientos similares expresa «Solitario Juan» («Pobre Juan»), donde Pappo se toma la licencia poética de derivar la carga de soledad a la tercera persona. «Blues de Santa Fe» será siempre un blues cuadrado y arquetípico y bienamado por ello. Para cierre, un tema de atmósfera opresiva y circular: «Tumba», también conocido como «Cementerio». La guitarra de Pappo dime detrás de una letra que desnuda ese momento de madrugada en que estamos más desprotegidos, junto a todos nuestros fantasmas. Un final apropiado para un álbum ominoso y brillante a la vez.