El techo que da vueltas, así sin darme cuenta amaneció
las voces que me cuentan, una historia que tal vez nunca me ocurrió…
Tomando porquerías, la noche de a poquito me caminó
hacia la cruel guarida, donde los dientes blancos ella mostró
subí por la avenida, doblé por calles rotas y descansé…
Las horas no importaron, de pronto su figura se apareció
corridas, paranoia, colmillos, sangre, néctar, vino y piel…
Al irse dio las gracias, su marca está pegada en la yugular
-Ahora el gusto es mío, el reloj que dio las 12 y ya flipé.
El cazador atento, su presa va eligiendo será tal vez
la rosa más hermosa, de tallo largo, espinas y así bajé
corriendo tras un beso, para así hacerla mía el más dulce placer…
Rocé al fin sus labios que rojos sangraban, la pena de ser
la flor de aquel pantano que siempre en mis sueños yo quise tener
oxidado perdón deslizaba el gemido del lobo a quien
perdonaba la vida y juraba tenerla por siempre con él…(siempre con él).
Triste el lobo abrazaba a su amada (el dolor de lo que ya no es)
Pero lo que olfateó el hocico el amor no logró contener…
Y clavó en el cuello el puñal y lloró el instinto animal
el veneno en sus venas, metió el castigo y así se tiró a esperar el final…el final.
El techo que da vueltas, así sin darme cuenta amaneció
las voces que me cuentan, una historia que tal vez nunca me ocurrió…