El músico rosarino, líder de la banda de rock alternativo Blizters, se encuentra pronto a lanzar su primer álbum solista.
“Siempre quise hacer un disco solo, donde pudiera cantar más tranquilo, disfrutar más de mi voz liviana o relajada –remarca Robinho Cassares–. También el hecho de que siempre hice rock alternativo, soy un tipo medio inquieto al que le aburren las rutinas. Por eso en este disco uso géneros que no había usado antes. Poder gestionar fechas y viajar a tocar fuera de mi ciudad me es más fácil ya que lo hago solo”.
Para mostrar un adelanto del material que saldrá editado por el sello independiente Chancho Discos, el cantante y guitarrista lanzó hace unos días el single “Temprana”. Una canción que señala se destaca por poseer estructuras armónicas desarrolladas sobre loops y jugando con el minimalismo.
“Siento una energía renovadora en ese tema, un ritmo casual para el movimiento, y una letra desinteresada por más que en su final rece que la justicia divina y el hambre empatan cero a cero –explica–. Para mi representa renacer después de haber sido cascoteado por una mala pasada, como si fuera una sonrisa en la oscuridad cuando nadie te ve”.
¿Qué cosas te permitís como solista que con Blizters no podés llevar adelante?
La decisión artística absoluta, el todo, ser el principio y el fin. Si bien soy el compositor de Blizters, las líneas de guitarra, bajo y batería son resueltas por mis compañeros, yo puedo llegar a tirar alguna dirección pero no obligo a nada, los pibes son libres en sus instrumentos. Son dos visiones totalmente distintas, la comodidad está distribuida en los dos proyectos. Como decía antes, me es mucho más fácil armar fechas fuera de mi ciudad y viajar, pero también está buenísimo vivir experiencias nuevas con mis amigos, llenarnos de anécdotas.
En cuanto al sonido, ¿cuáles son las diferencias y las similitudes con respecto a Blizters?
Las canciones en Blizters las compongo en guitarra clásica o criolla, luego al pasarlas a la banda cobran su vida en el rock alternativo con intensiones mucho más estridentes que acústicas. En cambio las de Robinho son líneas sobre loops, se van armando a sí mismas seguidas por una intuición auditiva, hilos progresivos sobre una armonía minimalista. Lo que tienen en común es la preocupación por la letra, por la poesía y la armonía.
¿A qué le cantas en tu álbum solista?
Siempre son muchos tópicos sobre los que hablo en las letras. En este caso, a la desigualdad social, a la ambición, al hambre, a un mundo vacío, a la deslealtad y al miedo a perder en lo que se refiere a sus aspectos negativos. Pero, por otro lado hablo sobre el renacimiento, otra posibilidad, una carta de amor, la meditación como práctica sanadora, la belleza de los cuerpos, la luminosidad del contorno, aguas serenas que llevan al destino dormido sobre los géneros.
¿Qué más podés adelantar del disco? ¿Para dónde irá su sonido?
Puedo decir que es la primera vez que me siento tan libre artísticamente, que no tengo miedo a que gusten los temas o no, que he trabajado duro para lograrlo con un hermano de la infancia llamado Nicolás Andrés Lombardo a quien quiero y admiro mucho, que su sonido por momentos se torna “bitero” lentamente bailable, y por momentos es como un sillón de cuero gastado que te atrapa y no te deja sentir el cuerpo.
¿Cómo ves la movida y la escena indie en Rosario?
En Rosario está bastante difícil tocar. Seguimos con la disputa de quién paga el sonido, si el bar o los músicos, o si hay que vender entradas anticipadas y rendirlas al bar o no, o si tenés que llenar el boliche porque sino te vienen a batir cualquiera. Esas estupideces que con el tiempo espero se depuren y pueda ser el show un momento de arte sustentable para todos los involucrados. Los músicos siempre fuimos tildados de vagos, proxenetas o demás, pero en realidad somos personas que trabajamos mucho por lo que amamos.