Entre otras cosas, el trompetista Hugo Lobo de Dancing Mood cuenta cómo una banda de música instrumental puede generar adhesión popular. La entrevista de Germán Arrascaeta, para La Voz del Interior.
Hugo Lobo es el trompetista y líder de Dancing Mood, un refinado combo de música instrumental nacido como pasatiempo y ya desarrollado como opción de buen gusto para los que adoran del ska jamaiquino.
El máximo desafío de Dancing Mood, que de alguna manera ya cumplió, es el de redondear una audiencia con una oferta de música instrumental en el contexto de un rock que permanentemente juega con los mensajes. «Nuestro objetivo fue siempre tratar de meter entre el rock no sólo música instrumental sino autores como Thelonius Monk, Charlie Parker, Dizzy Gillespie, The Carpenters, Earth, Wind & Fire. Pese a ser una banda instrumental, tenemos un mensaje», arremete Lobo, del otro lado de la línea.
–¿Cuál es ese mensaje?
–Los otros grupos tienen un mensaje en las letras y otro que llega desde algunas actitudes, como vender entradas a $ 60 o firmar para compañías que ponen los discos a $ 30. Hay que ver quién cree en ese mensaje. En nuestro caso, cuando nos podemos manejar nosotros, tal cual sucede en el 99 por ciento de las veces, las entradas no salen más de $ 12. Y los discos, apenas $ 10. El mensaje va por otro lado. La gente se da cuenta de eso, aunque no creo que sólo sea esa la causa de por qué nos sigue la gente.
–Definitivamente, a la gente le gusta Dancing Mood.
–Debe ser, aunque, a decir verdad, nunca pensé que iba a repercutir un show de dos horas de música instrumental.
–¿Te sentís parte de la nueva escena del reggae?
–Un mensaje tiene un límite, la realidad. Siempre pertenecí al reggae por tocar reggae y tengo muchas amistades entre las bandas de reggae, pero no me siento dentro de la nueva movida. Ni de este auge nuevo, ni de los festivales. Hay un montón de bandas nuevas… Con Riddim y Resistencia Suburbana, siete años atrás, éramos 50 personas las de la escena. Y nos veíamos las caras en todos los recitales; recitales de artistas interesantes. Ahora, The Wailers, con casi ningún miembro original, llevan 25 mil personas, pero Israel Vibration sólo 80 cuando tocó en el Roxy. Alguien vio la veta comercial a todo esto. El tiempo decidirá quién queda y quién no. No estamos en la historieta del reggae, en ese rollo de la religión y del mensaje.
Hugo Lobo, también conocido como el sindicalista del ambiente, acompaña a Callejeros desde la prehistoria del despegue del controversial grupo. Ese período incluye la serie de conciertos ofrecida después de la «proscripción».
–¿Por qué tocar con Callejeros?
–Somos tres los que tocamos con los chicos, no Dancing Mood entero. Los Dancing Mood somos 14 personas. Con Callejeros toco antes de toda esta historia, y por entonces nunca me preguntaron por qué tocaba con ellos. Cuestionarme, la verdad que nadie lo hace. Y si lo hacen, tendré mis respuestas.
–¿Cuál sería la más pertinente?
–No creo que nadie se atreva, porque de mi parte no cuestiono a las bandas que firman con Pop Art, ni a los que deciden trabajar con (José) Palazzo o el Perro (Héctor Emaides). A los chicos los quiero mucho, y siempre toqué con ellos. Lo que pasó es gravísimo, y no me pareció bueno cambiar de postura después de lo que pasó. No podría haber dicho «ahora que te comiste tremendo garrón, no voy a tocar más con vos». De haberlo hecho, sería de lo más hipócrita, un sorete. Lo que le pasó a Callejeros, le podría haber pasado a cualquiera. A Attaque 77, a Las Pelotas, A Divididos. La bengala era un folklore nacional. Después de lo que pasó, muchos se hicieron los boludos.
–¿Dancing Mood va disco a disco? Quiero decir, el contrato de unión y conexión entre 14 personas, ¿está escrito?
–Resultados económicos, no tenemos. Y no buscamos. El grupo es una comunidad equitativa. Es un grupo de trabajo de 20 personas y el pibe que arma la batería cobra exactamente lo mismo que yo. De DM no vamos a vivir jamás. Cada vez que tocamos, por más que vayan mil personas, nos llevamos, como mucho, 120 pesos cada uno.