El cuarteto de rock progresivo con destellos de blues, soul, jazz y pop presenta su álbum debut homónimo con gran presencia instrumental que invita al oyente a sumergirse en una historia y que le propone abandonarse a la experiencia musical.
«Es un disco de música progresiva –afirma Fidel Molfino, tecladista y cantante de Ícaro-. Esto significa un par de cosas. El rock progresivo intenta escapar de algunos lineamientos que están presentes en el rock en general. Por nombrar un par de estos: la duración estipulada de los temas, la necesidad de una letra cantada que acompañe la historia que se narra desde los instrumentos, el entendimiento de que hay estrofas, estribillos y riffs. Todas estas cosas son dogmas muchas veces impuestos al rock a los que el progresivo ignora conscientemente. Si somos rock progresivo es más por nuestra búsqueda que por nuestros resultados: lo importante es querer hacer rock que innove. Que busque crear un sonido nuevo».
¿Cuándo sintieron que estaban listos como banda para entrar a grabar un primer álbum?
Hubo un momento que sentimos que nuestros temas tenían ya una madurez suficiente para quedar registrados, y que entre todos eran capaces de articular una experiencia inmersiva, que tenía una coherencia y una cohesión. Hubo un momento en que empezamos a dejar de entender cada tema como una obra particular, y los empezamos a comprender como piezas de una sola obra. Esa fue la intención que quisimos dejar plasmada. «Ícaro» es una obra completa y una propuesta de escucha, que por supuesto se puede elegir no seguir, pero es así como lo pensamos. Aquel momento de grabación tuvo lugar cuando sentimos que nuestras canciones estaban impregnadas de una identidad propia de la banda que se entendía bien. Es decir, cuando sentimos que esos temas lograban expresar lo que nosotros pensamos que tienen que decir. Fue poner de algún modo una pausa momentánea en el mensaje que daban las composiciones en aquel momento.
¿A qué le canta Ícaro?
Nuestra principal mira es la música y el consumo que se hace de ella. Hoy por hoy, estamos en un momento en que al rock progresivo le toca ser contra-cultura, y eso puede significar muchas trabas, pero también brindar muchas oportunidades. Si el under argentino hoy lo domina el rap, el indie y cada vez más el punk y post-punk, es porque todos ellos critican, sobre todo, el espíritu superficial y mercantilista de la música «mainstream». Particularmente, la crítica va a los mensajes de las letras. Creemos que la movida del jazz que se está gestando en la juventud, y a la cual nosotros nos agarramos, constituye una crítica más hacia la propuesta instrumental. Si la música comercial está tendiendo cada vez más a estructuras simplificadas y monótonas, es lógico que en la contra-cultura la gente busque música un poco más «atípica» en cuanto ritmo y armonía. Seguramente eso es lo que tengamos que buscar. No porque algo complejo sea mejor que algo simple per se, sino porque tenemos que entender cuál es la propuesta que busca la gente que viene a escuchar a Ícaro. Para mezclar mito y banda: Ícaro es ambicioso y persigue un ideal imposible, consiguiendo logros posibles en su camino. Nuestro Sol es que la música no sea un mero servicio o un mero producto, es un arte y es un arte que nos tiene que cambiar como personas. La industria musical no debería manejar los modos en los que la gente compone. Sabemos que es una misión inconcretable. Pero nuestro afán es que a quien nos escucha le pasen cosas que lo desafíen.
¿Qué anhelos y objetivos a largo plazo tienen como banda?
Ahora nos toca mirar para adelante y ver cómo hacemos que la gente se interese en lo que tenemos para decir. Estamos componiendo nuevo material y el 2024 también tratará de mostrar qué es lo nuevo de la banda, en qué cosas seguimos manteniendo la esencia de Ícaro y en qué otras buscamos trascender a nosotros mismos. El oyente es siempre nuestra prioridad, porque es el que siempre banca y el que se esfuerza en sentarse a escucharnos. Más a largo plazo, nos encantaría poder formar una movida más sólida de bandas de música progresiva. Ya somos varios, pero podemos ser más y organizarnos mejor. La música nunca se hace de a uno, siempre hay que hacerla con otros, y en ese sentido es una prioridad compartir espacios con los pibes que están buscando generar lo mismo que nosotros.
¿Qué planes vienen por delante para Ícaro?
Lo mejor que podemos pensar para la banda es seguir desafiándonos, tanto musicalmente como en la narrativa que exploramos. Es un camino muy lindo el de crear y trabajar para generar algo que le cause algún sentimiento al oyente. Mientras lo que hagamos en el futuro siga inquietándonos y nos parezca innovador, vamos a haber cumplido con nuestra propia promesa. Con «Ícaro» todavía nos quedan historias por contar. Ahora se viene un momento de componer y traer ideas nuevas a los ensayos, tenemos muchas ganas de preparar, arreglar y presentar material nuevo. Con el álbum disponible en todas las plataformas, es momento de profundizar la voz propia y llamar a nuevos públicos a que nos conozcan.