Con 28 años de carrera y, antes de lanzar y presentar «Sangre y fuego» este viernes 29 en Vórterix, Hernán Mantu Mantoiani, cantante y guitarrista de Bulldog, reflexiona acerca de la escena punk-rock nacional, la relación de la política con el rock y el último anhelo de la banda.
¿Cómo fue el proceso de pre-producción y grabación del nuevo disco «Sangre y fuego»?
Todo Habrá empezado tres o cuatro años atrás. Somos una banda que no cierra el círculo de trabajo. O sea, no es que grabamos un disco y paramos de componer. Cuando habíamos terminado el álbum anterior («Ciudad deseo», de 2013) ya teníamos varios temas nuevos.
Pusimos entonces una fecha y empezamos a ver con quién hacerlo. Surgió la posibilidad de grabarlo en España, con Nando Miguel, guitarrista de La Fuga y colega desde hace ya muchos años. Habíamos hecho tres giras con su grupo y conocíamos su estudio. Allá tienen la suerte y posibilidad de traerse equipos, mesas, consolas y procesadores de primera a precios que acá nunca se conseguirían. Si bien todo está más virtualizado, el haber grabado con esa consola le da al disco un sonido que está bárbaro. Decidimos que él sea el productor porque se mostraba interesado y porque además conoce y le gusta la banda.
¿Además de grabar el disco, hicieron shows?
Empezamos con la aventura de mechar la grabación de un disco con una serie de shows. Y así, hicimos veinte días en España, todos los días laburando de diez de la mañana a ocho de la noche. En el medio tuvimos cinco días de recitales.
¿Los temas son todos nuevos o hay alguno más antiguo, como en el caso de «3°D», que es de la primera época y lo grabaron en «Circo calesita»?
La mayoría son temas nuevos. El más viejo data de uno ó dos años como máximo. Grabamos veinte temas en dos demos y elegimos diez. Dudamos en cuanto a la cantidad, pero decidimos eso sugerido por el productor. Son diez bombas, nada de meter temas por meter.
Por lo general se lanza un nuevo disco y la presentación se realiza uno o dos meses más tarde. ¿Por qué decidieron que el lanzamiento sea el mismo día del show?
En realidad, primero lo que hicimos fue subir un adelanto en las plataformas digitales –la canción «Sangre y fuego»– y eso nos dio un indicio del interés de la gente. Aparentemente, a los nuevos y viejos amantes de la banda les gustó. Después, lo que vamos a hacer el día anterior al show es una firma de autógrafos, notas y entrega del CD para poder estar en contacto con la gente. Ese contacto creo que hace que la comunión que tiene Bulldog con su gente siga igual desde hace tantos años.
En el show vamos a ir mechando los temas nuevos con los temas clásicos como para que el público vaya disfrutando lo conocido y, a la vez, pueda prestar atención a lo nuevo. Apuntamos también a lo que genera el tema en el vivo para el que no lo escuchó y que por ahí dice «¡Uy! mirá que buena esta nueva canción». Hacemos todo al revés como hacemos siempre (risas).
En los últimos años sacaron pocos discos. ¿Se debió a un estancamiento creativo?
Creo que la grabación de un disco simplemente se da. Nunca nos pasó esto de tener un estancamiento. Pero hay épocas en las cuales quizás tocás mucho más, como cuando estaba esa fiebre festivalera en la que había este tipo de shows por todos lados. Nunca nadie jamás nos apretó para grabar un disco, era una cuestión nuestra. Simplemente surge el grabar un disquito nuevo.
¿»Circo calesita» fue el último gran disco de Bulldog?
Y ese disco fue bisagra. El grupo se hizo más masivo por lo que generó la canción «Fatal destino». Pero después de eso también hubo un empuje, no sé si de tal magnitud, pero más o menos parecido, con el disco «Salvaje» y la canción «Más y más».
Creo que si bien están los más acérrimos de una primera época, la gente en general, colegas y prensa respeta mucho a una banda que traspasa tanto los límites de tiempo como nosotros en Argentina. Imaginate lo difícil que es mantenerse durante tantos años cuando ya es difícil mantener una amistad, una empresa o un matrimonio por más de veinticinco años. Esto te genera cierto respeto y creo que también lo condimentamos con mejorar la forma de tocar, mejorar el equipamiento, las letras y el sonido de los discos. Intentamos hacer eso y creo que, por eso, también tenemos la respuesta de la gente. Si bien pasó en un momento que había quienes te decían que los mejores discos eran los primeros, en los últimos años tuvimos un revival de gente antigua que hace un público cada vez más grande.
¿»Ciudad Deseo» es el que más se parece en cuanto a sonido a la primera época?
Sí, yo salto a «Salvaje» y de ahí a «Ciudad deseo». Igualmente, a los que son más amantes de la primera época de Bulldog les va a gustar más este disco nuevo. Cuando se planteó hacerlo la idea era grabarlo de esa manera.
Volver a la raíces aunque en realidad nunca se fueron de ellas.
Sí, nunca nos fuimos en cuanto a la parte compositiva. En las partes del armado o mezclado del tema, muchas veces le metimos cosas que, en un primer momento, no le metíamos y por ahí direccionás, sin querer, y, aunque no sea la idea, la canción hacia otro lado. Siempre trabajar con un oído externo ayuda, pero de entrada plantemos hacer un disco más crudo, quizás sin tantos arreglos. Tiene lo que tiene que tener un disco de rock: guitarras, bajo y batería fuertes, voces, terceras en los coros. Cosas sencillas que le funcionaron a bandas como Zeppelin, Queen o Foo Fighters. Teníamos esa idea y no hacer lo que en algún momento hicimos, esto de sobrecargar las canciones de arreglos.
¿Cómo ves la movida del punk rock en Argentina? No se ven tantos festivales como había en la época de Cemento.
En realidad sí, no se hacen más tantos festivales. Alguna vez hicimos y otras tratamos pero se hizo muy difícil organizarlo. Igual nos da alegría ver como bandas como Dos Minutos se rompen el tuje girando por todos lados y levantando la bandera del punk rock argentino por todo Latinoamérica. Cadena Perpetua es otra banda que hace lo mismo. A lo que voy es que si les va bien a los grupos crece el público en general para el estilo. No es que pensamos «que le vaya mal a todos así la gente va a ver a Bulldog».
¿Creés que falta una renovación como lo eran ustedes o Cadena en los 90? No se me ocurre qué bandas quedarán cuando las más viejas ya no existan.
Sí. ¿Y sabés qué es lo raro? Que a cualquier ciudad donde vas siempre hay bandas que quieren tocar. Hay un montón del estilo pero no sé qué falta para que se hagan más masivas. La verdad es que nosotros nos rompíamos el culo para tratar de hacerlo, de llegar a más gente. Las primeras veces simplemente mandábamos casetes por correo para intentar llegar a Buenos Aires. No sé si la comodidad tecnológica hace que los achanche un poco a los grupos y no salgan tanto a buscar lo que quieren.
¿Qué rol creés que cumple la tecnología y las plataformas digitales en ese sentido?
Son cosas con las que te tenés que amigar. Nosotros por ejemplo llegamos a México y había un montón de gente en el aeropuerto con banderas y vos decís «¿Y esto? ¡Si acá se había mandado un disco con suerte hace cinco años!» Ahí tenés los beneficios de la tecnología: logra que la música viaje más rápido por las redes sociales y plataformas. Trasladado a hoy, nosotros mandamos los demos vía Internet y el productor los escuchaba, tiraba ideas, y grababa las maquetas que nos mandaba de vuelta y lo reproducíamos en nuestro ordenador o teléfono. Esas son las ventajas y por eso digo que te tenés que amigar, ¿Para qué ponerte en guerra? Guarda, obviamente, después está el tema de que te estén robando algo que es tuyo. Igual ahí no es tanto problema de los músicos, sino más bien de las productoras y discográficas.
Algunas letras de Bulldog hacen hincapié en la política, pero nunca se mostraron apoyando o rechazando a un partido o gobierno en particular. ¿Qué opinión te merecen las bandas que participan de un acto de un determinado gobierno?
Nosotros creemos fehacientemente que el argentino es muy exitista y muy extremista. Vos hablás de fútbol y hay gente que te puede decir «¿Sos de River? Yo soy de Boca y no te voy a ver». En un momento tan polarizado de la Argentina políticamente todo es mal tomado. Por ahí si decís que te simpatiza lo que hizo este o no te simpatiza lo que hizo aquél otro se pierde el eje de lo que se viene a decir. Yo no vengo a hablar de política porque no soy político. Nosotros venimos a hacer música.
Hace unas semanas, Mariano Martínez de Attaque 77 dejó entrever que los próximos shows podrían ser los últimos de su banda. ¿Se ven activos por muchos años más? ¿De qué depende que una banda siga después de tantos años?
Yo creo que todo se va viendo según la situación que se va dando. Si vas a tocar y metés pocas personas donde antes llenabas por ejemplo. Depende del desgaste físico, pero también del emocional. Uno siempre quiere seguir creciendo y una situación así te puede llegar a bajonear. Hablo de suposiciones, de cosas que pueden llegar a ser, como si el día de mañana decae el interés de la gente. También hay que saber renovarse y para nosotros viajar a España y tener un sonido nuevo fue beneficioso.
Por el momento estamos bien, estamos fuertes y nos va bien donde vamos y eso es lo que nos hace seguir. En el sur, por ejemplo, nos va muy bien, pero hace veinte años que vamos. Abrimos camino a un montón de bandas que hoy nos lo agradecen.
A lo largo de 28 años cumplieron los objetivos que puede plantearse cualquier banda al comenzar: Grabar discos, hacer varios Cementos, viajar al exterior, tocar con las bandas favoritas de la juventud. ¿Qué objetivo o anhelo les queda pendiente?
Todo lo que fuimos planteando se nos cumplió. Lo que en un momento nos había quedado como deuda fue hacer un Obras, pero ahora que reabrió estamos cada vez más cerca, así que si al disco nuevo le va bien, quién te dice que a lo mejor a fin de año hacemos algo por ahí.