Album debut del trío platense que, aunque no demasiado fácil de escuchar, encierra un sentido conceptual que vale la pena.
Los catorce tracks del debut del trío platense NormA irradian una energía epiléptica desde el primer segundo. Las pulsaciones que provocan son altas y se mantienen estables durante los treinta y cortos minutos que se necesitan para escuchar el disco entero. Las canciones proponen una estética entre dark y new wave con matices punk, y una vez que empiezan a sonar desarrollan sensaciones de perturbación y malestar… estamos ante algo apocalíptico, como de último disco compuesto por seres humanos antes de la rebelión de los robots.
Las marca más destacable es una guitarra incisiva (la mezcla de Mariano Esaín debe haber influido en este aspecto) que remite tanto al nuevo rock británico como a los noveles Wire de fines de los setenta. La voz nasal de Chivas Agüero suena muy personal, con una entonación bien platense vinculable a la de Manuel Moretti (cantante de Estelares). El bajo y la batería remachan constantemente formando un marco que contiene las canciones. Las letras disparan ideas agresivas acerca de la paranoia social (“guardare mi alma en un chalet / guardare a mi esposa en un chalet”), el aburrimiento tecnológico (“una noche sin televisión / sin tener pantallas que mirar / sin sorteos en que participar”) y cierto desencanto post moderno (“¿Quien te va ayudar en Nueva York?”, “Niños contaminados”). Pero también hay mucho sarcasmo y algunas ideas meta rockeras. Curiosamente el disco muestra los temas más hiteros al final: “PC” y “Warhol” se destacan por su contundencia y los estribillos memorables.
El título del álbum satiriza sobre la simplicidad volcada en la construcción de las canciones, aunque es evidente un trabajo fino en los arreglos y yeites. Y como la mayoría de las producciones artísticas originadas en la ciudad de las diagonales, se trata de música con un sentido conceptual para nada hueco. La placa quizá resulte reiterativa, sobre todo para quienes prefieren los discos fáciles de escuchar. Pero para aquellos que gustan de los guiños para melómanos y el descaro a prueba de convencionalismos, la música de Norma puede representar la oportunidad de hacerse una panzada.