La crítica del tercer disco de Dancing Mood por Adriana Franco, para La Nación.
Combo amplio y variado instrumentalmente, los Dancing Mood son una rara avis de los escenarios porteños. Once músicos, con el liderazgo del trompetista Hugo Lobo, que se especializan en convertir clásicos y standards a los ritmos jamaiquinos.
En este recién editado tercer álbum, la banda deja en claro desde el primer tema que no hay muchas innovaciones en su estilo y su búsqueda: el elegido para comenzar es «A Night in Tunusia» (quizá Tunusia por Tunisia haya sido un guiño, una manera de remarcar la intención transformadora de Dancing Mood; quizá se trate, simplemente, de un error), el tema de Dizzy Gillespie.
Como en los dos discos anteriores, sólo algunos de los tracks cuentan con cantantes invitados; su fuerte, su placer sigue siendo lo instrumental. Y quieren más, por eso, en este trabajo han incluido (dos violines, dos violas, dos chelos y un contrabajo) que, con buen criterio, se adaptan y a la vez transforman a tres de las canciones del álbum.