Pappo y Tony Coleman le brindaron un estupendo tributo a B.B.King en el ND/Ateneo.
Cuando B.B. King se asomó por el Luna Park mucho dijimos que tocábamos el cielo con la manos y así fue: eran otros tiempos, donde el blues punteaba en la carrera del ranking de la grabadoras y productoras, quienes se arrojaban en busca de toda banda de blues nacional que pululara por bares o pub para firmar un contrato y ficharlos bajo su sello.
Eso cambió. Hoy vemos que muchas de esas bandas volvieron a los espacios acostumbrados y nadie (del negocio del rock) les da pelota. A pesar de esto las agrupaciones con mas trayectoria, Mississippi, Memphis, Pappo, siguen convocando y llenado lugares, basadas en la magia del estilo y lo que provoca en la gente.
Y ese punto es para remarcar: la gente. El hecho que se llenara las dos funciones del ND/Ateneo denota necesidad de blues, de tener un espacio para saciar sus ansias de escuchar la «música del diablo», y lo encontró de la mano de Pappo y Tony Coleman a través de un soberbio «Tributo a B.B. King», que permitió ver a dos artistas de nivel internacional totalmente cómodos divirtiéndose y divirtiendo a los presentes.
Acompañados por Alambre González, en guitarra rítmica, El Bohemio, en bajo, invitados en vientos y teclados y la excelente performance de Luis Robinson en armónica desafiaron a grandes eventos con una propuesta tan simple como efectiva rendir homenaje a uno de los mayores referentes del género a nivel mundial.
El telón se abrió y esta «Mafia del Blues», como los apodó el mismo Coleman, arremetió con «B.B. King» clásico instrumental, al que siguió «All Your Love» y «Down Heated» para llegar el primer gracias de Pappo. El sonido impecable acompañaba demoledoras versiones de «Rock my Baby», «Thrill is gone» y «Master Change».
Sin respiro se sucedían notas, acordes, risas, diálogos, aplausos, gritos, y todas esas sensaciones que despiertan los grandes músicos. Es muy interesante ver a Norberto Napolitano tan a gusto arriba del escenario, paseándose con su guitarra por todo el espacio, ofreciendo virtuosismo y mansedumbre al punto del éxtasis. Dejaron todo y todavía faltaba un show más en esta noche mágica, para destacar el set final, con solo de batería incluido, integrado por «Killing Floor», «Kansas City» y «Let The Goods Times Roll», que llevó el show al punto máximo de explosión y al saludo final.
En definitiva, una verdadera lección de blues, un teatro para aplaudir de pie y una caricia para el alma.