Tucumán vivió la segunda edición del festival Torsi Turbi, con los cordobeses de Armando Flores.
El Torsi Turbi, Rock & Dance Festival reunió a más de 2.000 personas. Pese a que muchos tiritaban, el frío no logró opacar la fiesta en Tucumán. Bandas y Dj’s convivieron en un mismo club durante la noche del sábado, donde se vieron desfilar por los mismos pasillos a los infaltables «personajes oscuros» de la electrónica, y a los fans del rock de remeras negras. Una fiesta bastante heterogénea que, gracias al éxito de la primera vez, tiende a repetirse por estos pagos.
Por un lado, el escenario del rock reunió a las más destacadas bandas de la escena tucumana. Los ocho grupos encargados de ensordecer la noche empezaron tarde y tocaron sus sets completos. Esto llevó a que el festival terminara pasaditas las 7 de la mañana. De todas formas, el derecho de piso lo pagó Francis abriendo el show con un escaso público, que se mostró atento ante la novedad. Al mejor estilo White Stripes, la banda de guitarra y batería logró calentar los ánimos, que luego supieron sostener los B19. Con hinchada propia, pero sin poder esquivar los infaltables problemas de sonido, los gritos del cantante llegaron, seguramente, hasta la pista dance.
Sol Perpetuose encargó de seguir con la onda «pesada» que hizo saltar a los más heavys, y luego Zyon puso su touch de nü metal. El heavy de Nómine se hizo escuchar en medio de los pogos hasta que los cordobeses de Armando Flores subieron al escenario. Menos integrantes y quizás un estilo más rapeado. Pero el reggae, la protesta y la fiesta no faltaron. Los tucumanos, ya conocedores de la banda, cantaban los clásicos mientras «el pelado» Ají despotricaba contra todo(s) y presentaba los temas de su próximo disco.
Luego le tocó el turno a «Sr. Valdez», que hizo bailar a los que esperaban sentados en la tribuna. Siguió «Volstead» y la fiesta de «Luzbel» terminaba mientras el sol se asomaba. «Aún estoy sobrio» vociferaba el cantante diablito mientras se cerraba la noche en el escenario del rock. En la pista dance, los Dj’s hicieron lo suyo. «Parece un boliche», decían con cara de susto dos chicas muy producidas mientras el «punchi punchi» las atraía hacia el centro. Cristian Aquines, Carlos Petrelli, Paul y As fueron los encargados de hacer mover a una multitud de seguidores, curiosos y conocedores de la noche electrónica tucumana. La fiesta de los chicos pintados y vestidos, en su mayoría, como Marilyn Manson se extendió hasta el amanecer y fueron, seguramente, los últimos en irse y desalojar el club.