Alejandro Lerner se presentó durante dos noches en el teatro Gran Rex de Capital, luego de su estadía de 9 meses en los Estados Unidos, con artistas invitados y con un estilo más rockero que en otras oportunidades.
Por espacio de poco más de dos horas, Lerner con nuevo look -pelo corto y barba candado- le regaló a su público -buena mayoría de mujeres- que durante dos veladas llenaron el teatro Gran Rex de esta capital, un concierto compuesto en su mayoría por nuevas versiones de clásicos temas.
También mostró una serie de cortos cinematográficos filmados especialmente para los conciertos y algunas escenas del film «Recogiendo los pedazos» de Alfonso Arau, donde trabajan Woody Allen, Sharon Stone y Mía Maestro, para los que compuso la música.
Una nueva versión de «Nena neurótica», «La balanza del bien y del mal», «Todo a pulmón», «Campeones de la vida», «Algo de mí en tu corazón», «Volver a empezar» -coreado por sus seguidores desde el principio al final- y «Por un minuto de amor» en versión bien rockera, fueron los temas que marcaron los tiempos del recital.
Juntamente con sus composiciones, el cantautor contó con la presencia sobre el escenario de numerosos amigos-músicos, que hicieron más rica todavía las jornadas.
De esta forma durante las dos noches, subieron al escenario, Rubén Rada -feliz por sus recitales en el teatro Opera-, David Lebón, Luciano Pereyra, Juanse, Erica García y Sandra Mihanovich.
Se dio el gusto que la cantante folclórica Soledad también le dijo presente y juntos entonaron «Libre», la recordada composición de Nino Bravo, que La Sole eligió para título de su álbum, producido por Lerner.
El reconocido cantautor eligió para su regreso al escenario porteño un repertorio con temas emblemáticos de su vasto y rico repertorio, que lo mantienen vigente desde su primera etapa con Soluna y pasando por su formación La Magia.
Una pareja y compacta banda lo acompañó, integrada por los músicos Dany Avila en batería, Horacio Montesano (toca con Lerner desde la etapa de La Magia) en guitarra y Diego Ortells en teclados, entre otros.
Para el final y con todo el público de pie, cantando y vivando a su ídolo, las estrofas de «Volver a empezar» -como un canto de esperanza- tronaron en el teatro como un augurio de deseo.