Como si hiciera falta demostrarlo, los uruguayos jugaron de local durante tres shows en el Luna Park.
La realidad indica que hoy hay bandas uruguayas que tienen en nuestro país una cantidad increíble de adeptos. Cabe recordar la noche en que No te va gustar se presentó en Niceto acompañando a La Zurda o cuando Once Tiros lo hizo en una madrugada de mucho calor con Zaratustra en un reducido teatro del barrio Colegiales. Casi como nunca ha pasado, cuentan con un apoyo incondicional de una gran masa de público que concurre y llena cada sitio donde se presentan. Pero lo de La Vela Puerca es algo diferente. Es pasión popular, es comunión, es pertenencia, es no sentirla extranjera.
Pueden hacer tres Obras, tres Luna Park, o quizás en la próxima un estadio, pero no cambiará el ida y vuelta que se da desde el escenario y el campo. Al buscar las claves de esta explosión de júbilo encontraremos la autoreferencia que encuentra la gente en las letras, la alegría de su música y el derroche de energía de la banda correspondiendo a la del público que hace ceder los vallados cuando baila.
Muestra de ésto es que encontraremos una lista con más de treinta y cuatro temas y tres horas de show en la primera de las presentaciones de tres que ocurrirán en este fin de semana en nuestro suelo. Todo comenzó a las 21:30 de un frío viernes con «Un frasco» que en su letra dice «…me pregunto, y titubeo, si sospechan lo que espero que suceda hoy aquí; tengo planes para todos, tengo fuerza, tengo el modo…», casi un prologo de lo que sucedería a lo largo de la noche.
Difícil de hace encontrar un pico máximo a lo largo de la performance, porque durante todo el espectáculo la gente cantó, bailó, aportó y vivió a full cada momento. Quizás buceando un poco más profundo encontraremos que «Zafar», «Mi semilla» o «El Viejo» son los que se llevaron los premios, pero nada debilita al resto de los tracks. Inclusive los viejos éxitos, los temas nuevos, «Colabore» y «Neutro», que a modo de adelanto y testeo se animó a mostrar el grupo o los covers de bandas que marcaron sus inicios, tal lo comunicó el cantante («No tan distintos» de Sumo, «El pan de los ángeles» de Barricada, «Donde están mis amigos» de Extremoduro o «Radio crimen» de La Polla Records).
La voz de «El Enano» es lo que sin lugar a dudas hay que cuidar más. Por momentos se situaba por debajo de la banda y hacía perder un poco la lucidez del sonido, compacto y prolijo, que acompañó toda la jornada. El despliegue de Sebastián Cebreiro, su co-equiper, y sus contrapuntos de voces son otras de las delicias que suman a la hora del balance final.
En definitiva, La Vela Puerca es una de las pocas bandas foráneas que no necesitan ponerse la camiseta argentina sobre el escenario para sacarle un aplauso a un público que los considera tan argentos como el dulce de leche.