Karamelo Santo llenó la Trastienda en el último show antes de grabar el nuevo disco. Por Nancy McIntyre.
La República de La Boca (el barrio adoptivo) se reunió en San Pedro Telmo, en un viernes donde La Trastienda estaba llena de sudor y de compadres que recibieron a un Karamelo Santo for export.
Cuando la sangre tira, también lo hace la tierra amada y querida, motivos suficientes para que Karamelo Santo emprendiera la vuelta a nuestro país, después de una gira por las más importantes ciudades de Europa.
El vermouth de la velada fue la proyección de un video editado al estilo de los viajes de egresados, que mostraba a los siete integrantes de la banda divirtiéndose, cuales adolescentes en Bariloche, aunque, en esta ocasión, los paisajes eran de Alemania, República Checa, Dinamarca, Suiza y demás países. Pero el punto más álgido del video (por ende del viaje) fue su presentación en el festival de Roskilde junto a Suicidal Tendences, donde la gente, enloquecida, levantaba la tierra del campo de tantos saltos, además de un mini recital en un barco pesquero.
Mientras los festivaleros europeos polvoreaban las imágenes, los fanáticos argentinos esperaban con ansiedad que Karamelo apareciera. El aire ya había quedado caldeado gracias a los amigos de R.E.Y Cannibal, con una despedida a viva voce del «Mañanero» de Ganja Brother.
El Goy prendió el fuego para cocinar a un público que hacía más de tres meses que no los escuchaba en Capital, con el himno de la banda: «Soy cuyano».
La amistad es una de las características más notables de Karamelo Santo, ya que en cada presentación aprovechan para invitar algún compadre o lindas señoritas, para subir y tocar con ellos, el carismático Mono de Kapanga fue el encargado de entonar «Negro». La influencia mexicanota se pudo apreciar con «El Reo» para continuar con la cumbia colombiana de «Nunca», ya convertido en hitazo de la banda, y que hizo que toda la gente se pusiera a bailar. El ska de «Joven Argentino», de «Niños de Fuego» materializó a La Trastienda con el color que Karamelo quería: hacer de todos un único movimiento, el de saltar y cantar.
Sin abandonar los sonidos de la Mendoza natal, Verónica Condomi puso su voz y su bombo en «Angelito», para luego tomar la posta más folklórica de la noche junto con el guitarrista Ernesto Ernage; fue entonces cuando se adueñaron del escenario para hacer disfrutar a los asistentes de una chacarera. Si antes decíamos que era una virtud de Karamelo Santo invitar a tantos amigos, la lista fue casi infinita, desde Juani cantante de Andando Descalzo, hasta integrantes de La Zurda, de Shambala, Las Plantas de Shiva, de Peón y Rey y la colaboración constante de Godoy de La Brizuela Méndez. La humildad característica de la banda se manifestó en las palabras de Goy, agradecido por la presencia de los viejos y los nuevos fanáticos; así como en Piro compartiendo la cerveza con el público e invitando a las improvisadas parejas a bailotear a los compases de «La Kulebra del Amor». Nunca falta la mención de su gente de La Boca, para no olvidarse de quienes los apoyan en todo momento.
Fue el último show que dieron en Capital Federal antes de grabar su próximo disco, pero el Kalor que los mendocinos dejaron el viernes en San Telmo no creo que baste ni alcance a paliar el frío que deja su ausencia por mucho tiempo.