Karamelo Santo presentó el nuevo disco cuyas canciones, en su mayoría, nunca habían sido tocadas en vivo. Una noche de muchas novedades.
Termina la transmisión de «Radio Santo», en una pantalla blanca al frente del escenario se ve el video de «Fruta Amarga» y después una filmación de los integrantes de la banda llegando con su auto de megáfonos al Teatro. Allí se encienden triángulos de colores, estilo carpa, en los bordes del palco. Se oyen ruidos de herramientas y siluetas dentro de las carpas. Rompen su encierro y se ve a los trabajadores; dos de ellos saltan con arneses hasta el escenario, atravesando y rompiendo la, hasta entonces, pantalla.
Ahí esta Karamelo Santo, atacando los primeros acordes de «Fruta Amarga», una canción del disco nuevo que ya es bien conocida por el público. Vuela la poca escarcha invernal que quedaba sobre los Kompadres.
El riff lo corean todos, Piro mete rimas en todos los huecos de la canción, hasta hacerla volar por los aires en un arrebato de energía y el público responde saltando más alto, queriendo alcanzar la combustión instantánea.
Entonces el Teatro se transforma en una isla, una isla pero sin mar.
Afuera puede ser el invierno más cruel de Babilonia, pero adentro se disfruta de un microclima, no ajeno a las injusticias, pero ansioso de respuestas y futuro.
Tanto las canciones viejas (de las que tocan muchas) como las nuevas (tocan todas, fue un set bastante extenso) están embebidas en mensajes positivos y parece lo mas natural del mundo cuando se oye a los cientos de jóvenes espectadores coreando y saltando «Nada es mejor que vivir intentando…», «Yo no cosechare fruta amarga…», «Tu quieres matarme…», etc.
Es una fiesta adrenalinica y delirante, pero no es alegría por que si, ni «a pesar de…», es otra cosa, un espíritu diferente que flota por todo el recital.
Y no falta nada, canciones de todos los discos, estilos, tópicos. «Vivo en una Isla» gana más potencia y ambiente en vivo, «Los Cangrejos» no pierde nada (lo que no es poco), «Santa Maria» suena a propulsión, «Tu Quieres Matarme» transforma a la banda en una furiosa locomotora rockera, con las guitarras y la voz invitadas de Cabezones. Los temas de los otros discos ya les pertenecen al público, que le ponen toda su energía; «Guerrillero», «Niño de Fuego», «El Baile Oficial», «Joven Argentino», «Negro» son los clásicos combativos . «Que se caen los Botones», «Tomate un vino», «El Reo», «La Kulebra», son los temas bailables que todo el mundo se sabe. Y también hay algún reggae en estado puro: «Down», «Soy Cuyano».
A lo largo de todas estas canciones se pasean los invitados (Cabezones, el Mono de Kananga, Andando Descalzo, Alfredo Toth, los mendocinos Fernando Barrientos y Tilín Orozco, que tocan un tema solos), se pasea la banda (Diego baila por todo el escenario con su bajo, Piro arenga, comparte micrófono con el Goy que cada tanto pega un salto, Lucas pasea con su acordeón…), y se pasea el publico, que como siempre sube en parejas a bailar «La Kulebra» cuando ya esta llegando el final, que esta vez se dilata un poco con una seguidilla de bises hasta quemar los últimos puentes que unían esta isla con la realidad.
En fin, hay pocas bandas que suenen muy bien en vivo, y que logren divertir al público al tiempo que pintan sin esfuerzos la sociedad en la que viven. Son muy pocas, en realidad, y conviene verlas tocar.
Karamelo Santo es una de ellas.