«Íntimo y arrabalero» es el título que el sexteto de Mataderos elige para una serie de shows que ofrece durante los últimos meses del 2014 en el Teatro Orlando Goñi. Al comenzar el 2015, decide mudar el espectáculo para culminarlo en una sala rodeada por un linaje tanguero.
San Telmo conserva su fisionomía de antaño. Los caserones de estilo colonial resisten estoicamente el paso del tiempo. Las calles empedradas atesoran su impronta de arrabal y el candombe aún resuena entre las paredes de los conventillos.
En el corazón del barrio más antiguo de la Ciudad de Buenos Aires, Andando Descalzo finaliza su ciclo de versiones acústicas impregnado por la estética perteneciente a la danza insignia de la región rioplatense: el tango.
Empilchados para la ocasión, los músicos salen a escena para interpretar las primeras canciones de la noche: «Lejos de vos», «Náufrago», «Confundí» y «Arremangado». El público aprueba el inicio de la velada con una cálida ovación.
«Las ventajas de rezar solo» y «Una manera difícil de cantar un gallo» son los nombres de dos letras inéditas que Carlos El Indio Solari cede a la Orquesta Típica Ciudad Baigón para su último álbum, «Elogio de la oscuridad». De ese modo, el ex – líder de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota debuta como letrista de tangos. Julián Bruno e Ignacio Santos, vocalista y bandoneonista del mencionado ensamble respectivamente, suman su pericia en «Burton».
Suenan «El día», «Pasó y se fue» e «Ilógico» mientras la gente disfruta de un trago en su mesa o acodada en la barra. Héctor «Limón» García, cantante de Vía Varela, estremece con su rugosa voz en «Las luces».
El formato unplugged permite detectar con facilidad la ductilidad de Pablo «Bocha» Otero en teclado y resalta los matices que aporta Maximiliano Suppa desde la percusión. Sin embargo, la atención recae sobre Juan Ignacio Rodríguez: un frontman de gestos cómplices y notables actuaciones.
Alan Plachta, guitarrista del grupo que respalda a la actriz Soledad Villamil en sus conciertos, y Hernán Saravia de Pampa Yakuza son los invitados en «Hoy quiero» para conformar un dueto de violas y voces.
Ariel Paladino toma el micrófono para cantar «Libérate». Los descalzos entienden el mensaje: abandonan las sillas para bailar al ritmo de «Cuando llueve» y «La pipa». Tras «Aviador», un joven no vidente oriundo de Chivilcoy conmueve con su destreza en las seis cuerdas durante «Cada vez». El público retribuye su extraordinaria habilidad aplaudiéndolo de pie.
El desfile de artistas es constante. Las participaciones no son azarosas. Los músicos que contribuyen con la banda durante el espectáculo tienen un vínculo estrecho con el leitmotiv del show más un lazo de amistad que los une al grupo.
Beto Olguín de Los Pérez García y Pablo Guerra, ex – integrante de Los Piojos y Caballeros de la Quema aparecen en «Cansada». La sección de vientos que integran Darío Varela en trombón, Salvador Rodofili en saxo más Juan Pablo Peláez en trompeta adquiere notoriedad cuando el concierto abandona por completo su clima intimista en «Impulso» o «Volveré».
«¡Las mesas a la mierda!», requieren los fanáticos y se amontonan frente al escenario. Pasan «Loco» y «Dejar seguir» con Ciro Di Paolo -miembro de D-Cima rock- más Federico Fassa de Aztecas Tupro en guitarras. «Ausencia», «Hoy» y «Flor» componen un bloque cumbiero con Lucas Villafañe de Karamelo Santo en acordeón como protagonista estelar.
«¿Están para la silla o para el baile?», arenga Juani. «Pantuflas», «Cachivache», «Andar» y «Marinero» colorean un típico fileteado como símbolo de una conga altiyera que concluye en plena madrugada porteña.