Gabo Ferro fue la primera figura del grupo Porco hasta que una noche del 97 se bajó del escenario y desapareció de la escena para dedicarse a estudiar Historia en la UBA. Ahora ha vuelto con un soberbio disco de cantautor, folk y transparente, hecho con la ayuda de Ariel Minimal y Fósforo de Pez. Una obra que convoca lo más hermoso del más desconocido y subyugante Miguel Abuelo: el que gustaba de cantar en el cordón de la vereda.
Me llegó por una casualidad y desde que lo escuché por primera vez no pude ni quise abandonarlo. Ahora mismo está sonando en casa, mientras escribo. «Canciones que un hombre no debería cantar» es un disco hermoso. Así de sencillo. Tiene una belleza no palpable, por ahí debidamente escondida en melodías que estaban esperando ser descubiertas por la voz clara, afinadísima y convencida de Gabo Ferro, su responsable. En la Rolling Stone de julio, Pablo Plotkin lo describe como «un álbum de folk interminente, corrido, dotado de una sensibilidad hermafrodita», y es eso y más también. Puede parecer atrevido, pero me parece que este disco de cantautor, una de las más interesantes novedades del rock argentino en lo que va del año, convoca nada menos que al alma de Miguel Abuelo. Hablo no de aquel Miguel del pop que conoció la masividad con Los Abuelos de la Nada, sino del otro que sólo algunos pocos pudimos conocer en plan solista, en conciertos de solista en pequeños pubs o en guitarreadas informales a las cuales el destino nos dio invitaciones a algunos quién sabe por qué. Con su guitarra acústica, afinando con el corazón, Miguel cantaba como Gabo en su disco: elegante, desafiante, tierno, sugerente, profundo.
El disco que el ex cantante de Porco hizo gracias a la mano que le dieron dos Pez, Ariel Minimal y Fósforo, es folk, es de canciones y tiene mucho de folklore. Esto último quizá lo distancie de Abuelo, podrán pensar algunos pero no, error: Miguel, purasangre del rock de este rincón del mundo, era en principio un folklorista -lo puede certificar Pipo Lernoud, ¿verdad Pipo?- que cantaba bagualas sabiendo muy bien qué hacía. Así que estas canciones que un hombre no debería cantar, le habrían ido de perlas a Miguel.
El disco folk unipersonal que Abuelo nunca llegó a hacer se iba a llamar «Canciones para cantar en el cordón de la vereda». Eso me lo dijo una vez, mientras hablábamos de sueños por concretar. En nombre de ese recuerdo, hoy recomiendo escuchar el disco debut de Gabo: ahí está algo de lo que Miguel quería hacer y finalmente volvió para hacer sin avisarle a nadie.