La banda Locos Buenos está terminando el proceso de grabación de lo que será su primer EP.
Todos conocemos a «un loco bueno». La vecina que habla sola, el vecino que se pone a dialogar con los perros callejeros, el viejito que se pasa horas alimentando a las palomas. En líneas generales, se les suele decir así a aquellos que logran abstraerse de la realidad y regalarnos imágenes que se nos graban en la retina, al tiempo que nos dibujan una sonrisa en el rostro. No sólo no le hacen mal a nadie sino que, como si fuera poco, nos permiten sentir que este mundo no está tan perdido. A esas imágenes nos remite el nombre de esta banda que hacen de su amor por la música una locura divina digna de compartir para que cada vez sean más quienes la conozcan y disfruten.
En estos tiempos líquidos en donde todo parece efímero nos topamos con una banda que nos trae en sus melodías el recuerdo de aquellos primeros tiempos del rock nacional. Tiempos en los que muchos de nosotros no habíamos nacido pero que conocemos gracias a lo perecedero que es el arte.
Cuando vas a ver una banda y llegas temprano solés disfrutar de otra que se presenta como telonera; la banda invitada que calienta el ambiente antes de que salga la principal. Cuando navegas en internet en general, y en Facebook en particular, también te vas topando con artistas que, hasta ese entonces, no conocías. La vida nos vive presentando arte y, cuando andás con suerte, el destino te pone cara a cara con un acorde que logra atraversate. Quizás, eso te pasa con estos locos que se hicieron amigos, entre zapadas y vasos.
Locos Buenos está compuesta por la Rusa, en guitarra y voz; el Jipi, en guitarra y voz; Diego de Cunto, en bajo y la batería está a cargo de Roberto Rodríguez.
– ¿Cómo se conocieron?
Jipi: Nos conocimos por amigos en común. Nos veíamos en reuniones, guitarreadas y poco a poco nos fuimos haciendo amigos.
– ¿De ahí surge la banda?
Rusa: Claro. Todo empezó con el Jipi y con Cato que fue el primer baterista de la banda. Y después, por un amigo en común, conocimos a Diego; ya con la llegada del bajo, podríamos decir que quedó armada la banda.
– Primer ensayo. ¿Qué tocaron?
Jipi: ¡Uh! Pasó bastante tiempo ya. Me acuerdo que, para romper el hielo, hicimos «Heroína», de Sumo.
Rusa: ¡Si! Con eso empezamos el ensayo y como cada uno ya tenía canciones propias, desde el primer momento, las llevamos y empezamos a trabajarlas.
– ¿Costó tomar la decisión de meterse a grabar?
Jipi: La verdad es que teníamos la necesidad de plasmar lo que veníamos haciendo. Aparte, tenemos muchas canciones, como que se nos hacía inevitable llegar a la instancia de la grabación.
Rusa: La banda empezó en el 2011 y, hasta el momento, lo único que teníamos era una grabación de ocho canciones pero registrada en el ensayo. La realidad es que grabar un disco es muy caro, económicamente hablando, pero registrar el material de la banda era algo que deseábamos y necesitábamos. Teníamos más de veinte canciones y después del proceso de producción quedaron seis, para lo que será nuestro primer EP. La placa fue producida por nosotros con la ayuda de Federico Larocca de Viejo Farol que, además, estuvo a cargo de la grabación.
– ¿Cómo les resultó la experiencia de grabar?
Rusa: Es de las mejores cosas que vivimos con la banda; son momentos que nos unieron muchísimo y que nos permitieron experimentar las canciones de otra manera. Conocerlas mucho más a fondo. Ahora solo falta masterizar el material y difundirlo para que la gente lo disfrute.
Bonus track con la Rusa: sin repetir y sin soplar
Un disco: «Azul», de los Piojos
Una canción: «Coming back to life», de Pink Floyd
El primer recuerdo con la banda: Cuando nos intoxicamos en una sala de ensayo, porque habían pintado el piso con aerosol y salimos tan mareados como descompuestos. No es el primero, pero es el que se me vino a la mente bajo presión.
Una frase incluida en el EP: Siempre queda una vuelta para dar, si nos mareamos volvamos a empezar – No te digo.