No es la primera vez que la versión circula con insistencia entre los diferentes ambientes de la música de rock. También antes se había tenido conocimiento de algunas peleas entre ellos. Pero ahora la separación de Manal parece ser definitiva.
Varios argumentos convergen para demostrarlo:
1) Las supuestas y reiteradas rencillas entre ellos, nunca confirmadas ni aclaradas.
2) Cierto desprestigio en la nueva compañía grabadora por la escasa venta del segundo long play del grupo, «El León».
3) Los ensayos (serios) de Javier Martínez con el bajista Miguel Monti y el guitarrista Pepe Cossa.
4) Uno de los ejecutivos de la agencia de representaciones donde se encuentra Manal dio la conformidad a un disc jockey (Leo Rivas) para que anunciara por radio que el grupo se había disuelto. Otros portavoces de la misma agencia, sin embargo, se niegan a dar una confirmación.
Separados o no, la hora de Manal parece haber llegado. No es extraño que se produzca en un momento de cambio dentro de la música pop argentina. Aparte de sus conflictos internos, el trío también fue presa de la crisis general que azota —no sin razones— a la mentalidad divagante que reinó en los últimos seis meses dentro de la música rock. Las conjeturas sobre el asunto son muchas y variadas. Una de ellas, bastante fantasiosa, asegura que «Manal fue tentado con el pase a otra grabadora para poder sacarlo —de alguna manera— de circulación porque era uno de los bastiones de rockblues progresivo, una corriente musical que a las compañías grabadoras no les interesa difundir porque hace sombra a otras producciones más fáciles y vendedoras».
Sin embargo, esa no es la idea que parece dominar en las grandes compañías. Sus verdaderas metas es vender discos negros: no interesa lo que haya en la tapa. Lo mismo da que sean boleros, rock, chacareras o el sonido de un cohete. El negocio, es vender discos, no intérpretes.
Si han decidido separarse, sería importante que los tres integrantes de Manal salieran al paso de todo tipo de rumores y conjeturas para evitar una deformación de la realidad, y no caer en manoseos similares al ocurrido con otro grupo fundamental, recientemente disuelto.
La casi segura desaparición del primer trío argentino de blues y rock otorgará, sin duda, espacio para que otros grupos puedan acceder a los primeros planos, porque, desgraciadamente, la escena argentina parece considerar más lo establecido que lo bueno. Es muy improbable que un nuevo grupo que surgiera pudiera ocupar un lugar similar al que ostentaban Manal o Almendra si ellos existieran, simplemente porque es más seguro aclamar lo conocido.
Esto no quiere decir que grupos como Manal o Almendra la tenían, y seguramente pasará mucho tiempo sin que aparezcan formaciones de similar altura técnica e imaginativa, pero sus últimas producciones habían pagado varias consecuencias: la euforia de la gasolina extramusical, el traspaso de la música rock semisubterránea a la música de rock comercializada por grandes empresas y sobre todo el fin, lógico, inexorable, de una marcada primera etapa dentro de la música popular.
Seguramente, los grupos que más se acerquen a la altura alcanzada por estos dos grupos claves fenecidos serán los que formen —si lo logran— los miembros de esos mismos conjuntos. Probablemente, el trío con el que está ensayando Javier Martínez haga algo verdaderamente nuevo y el baterista vuelva, con ellos, a tener la inspiración lúcida, revolucionaria, de sus primeros tiempos. Quizás, también, un posible grupo que planea el ex Almendra Edelmiro Molinari logre cosas interesantes. Ellos son los que corren con más ventajas para ocupar los puestos que han quedado vacantes.
La finalización de Almendra o de Manal no son, de ninguna manera acontecimientos trágicos y fatales. Simplemente tienen que ser tomados como lo que son: separaciones en pro de un mejoramiento técnico e ideológico de la música.
Alejandro Medina, Claudio Gabis y Javier Martínez, juntos cumplieron su ciclo, y bien. Si en las últimas actividades y actuaciones no fueron tan elogiados como al principio no se debe a que hayan hecho las cosas mal. Simplemente, no produjeron el avance que se esperaba de ellos.
Se sabe que Claudio Gabis está en conversaciones con una grabadora chica pero que últimamente está trabajando muy bien, pero no hay nada concreto. De Alejandro Medina se desconoce totalmente su actividad, e inclusive se encuentra bastante alejado de los medios que frecuentaba.
Javier Martínez, en cambio desempeña una actividad bastante contínua y (aparte de hacer un recital junto a Litto Nebbia y Rodolfo García) está ensayando con frecuencia con el ex Barra de Chocolate Miguel Monti y con Pepe Cossa, un guitarrista argentino, de la época de la Cueva, que volvió recientemente de España, donde había trabajado durante varios años. La obvia intención es formar un nuevo trío, pero todavía nada se dijo oficialmente.
Seguramente, de la disolución de Manal, si sus miembros continúan dentro de la música —cosa que es bastante probable— saldrá uno o dos grupos interesantes y con grandes posibilidades de renovar lo anquilosado de la música popular de rock argentino.