Como todos los años, se realizó una nueva entrega de los Premios Gardel, esta vez en la ciudad de Mendoza. La ceremonia, organizada por CAPIF (Cámara Argentina de Productores e Industriales de Fonogramas), distingue, según declara la web de la organización, “a lo más destacado de la música nacional, premiando el talento de los artistas argentinos en diversos géneros y categorías”. ¿Qué fue “lo más destacado” del 2018 según los Gardel? ¿Qué panorama nos muestra de la industria musical argentina? Y sobre todo, ¿qué refleja de las relaciones de poder en la industria?
En la primera parte de la ceremonia, aquella que no se transmite en directo, se entregaron las estatuillas a las categorías menos “televisivas” como Mejor Álbum Infantil o Mejor Álbum Grupo de Folclore, entre otras; marcando, sin dudas, una decisión institucional sobre qué mostrar al público masivo y qué no. En la categoría de Mejor Álbum Infantil es significativo que, a pesar de contar con casi mayoría de mujeres entre les nominades, el ganador fue no sólo un artista masculino, Luis María Pescetti, sino alguien más que consagrado en esa categoría.
En la terna Mejor Album Grupo Pop, la estatuilla fue para Bándalos Chinos, quienes competían con casi todos hombres, excepto el dúo Salvapantallas, integrado por Zoe Gotusso y Santi Celli. Esta desigualdad se repitió en categorías como Mejor Grupo de Cuarteto, Mejor Álbum Grupo de Folklore y Mejor Álbum Reggae Ska.
Es importante señalar que, en todas las categorías relacionadas con la parte técnica y audiovisual de la música, la presencia femenina entre les nominades fue casi inexistente y directamente nula en la lista de ganadores.
Vamos a lo representativo y a destacar: los ganadores de la categoría Mejor Video Clip Corto fueron Daniel Ortega y Gabriel Nicoli por el vídeo clip Paren de Matarnos de la artista Miss Bolivia. En este marco, la cantante dio un sentido discurso refiriéndose a la temática de la canción y del vídeo el cual reúne a actrices, músicas o otras referentes feministas: “Esta canción que ya no es mía, es de todas, para todas, es un homenaje a todas las que ya no están. Porque no queremos ni una menos.” Sin despreciar el mérito político y artístico de Paren de matarnos, es interesante reflexionar acerca de cómo la brecha de género en los ámbitos ligados a la producción musical y audiovisual nos aleja quizás de poder ser quienes narremos nuestras propias luchas o, al menos, que lo hagamos con total libertad. No podemos hacer la vista gorda sobre la importancia que tiene una distinción institucional como un premio Gardel a la hora de perpetuar o desarmar el status quo; bien sabemos el arduo camino que tiene que transitar cualquier mujer o identidad disidente en algunos ámbitos creativos. Sin ir más lejos, en esa misma categoría estaba nominada Milagros Morsella por el videoclip de La Espesura, tema de Paula Maffía, en una producción íntegramente a cargo de mujeres. Por lo que romper con las lógicas establecidas, por más bien intencionadas que puedan ser, a veces terminan alimentando a las estructuras de poder instituidas.
El reclamo feminista durante la primera parte de la gala tuvo su lugar . Además de las palabras de Miss Bolivia, durante el discurso que dio Mariana Bianchini al recibir el galardón al Mejor Álbum de Rock Alternativo por su disco Matrioska. “ Este disco representa de alguna manera a todas las mujeres que fueron mi antecedente en el rock, mi presente y el futuro de todas las minas que están viniendo cada vez más y pisando más fuerte”, expresó Bianchini .
La segunda parte de la ceremonia comenzó con un homenaje a quien quizás sea no sólo la mayor referente femenina de la música argentina sino nuestra cantora más emblemática y embajadora musical de Argentina, Mercedes Sosa. Acto seguido, el conductor Iván de Pineda dio la bienvenida y, como reflejo de que ya no pueden hacer oídos sordos a lo que sucede socialmente en Argentina, celebró “un gran año para las mujeres” y brindó algunos números que aparentemente reflejan una mayor participación femenina en la escena.
Pero, ¿qué dicen realmente los números? Si pensamos en les nominades, en las ternas más importantes como Canción del Año y Álbum del año, la mayoría masculina se mantuvo con solo dos nominadas en la primera y una sola en la segunda. En Mejor Álbum Pop Alternativo, la brecha se amplió aún más, contando la misma sólo con una mujer, Esmeralda Escalante, quien junto a Yago Escrivá, conforma Ainda Dúo. Y como frutilla del postre, en la terna de Mejor Álbum Grupo de Rock , directamente no existió presencia femenina.
Por Mejor Canción de Dueto/Colaboración , el galardón se lo llevaron los Eruca Sativa junto a Abel Pintos por la canción Amor Ausente. Como en otras oportunidades, Brenda Martin (bajista de Eruca Sativa) aprovechó la velada para señalar la necesidad de superar la distinción en la mayoría de las categorías entre artista masculino y femenino. Por un lado, como puntualizó la bajista, porque el mundo no es binario y hay muchas identidades que no entran en ninguna de esas cajas y, por lo tanto, suelen quedar afuera de estos eventos. Pero, por otro lado, también porque esa distinción funciona en la mayoría de los casos como una manera de seguir perpetuando las diferencias de poder y de género en la música. Basta con ver cómo a pesar de existir categorías “femeninas” en casi todos los estilos, cuando dentro del mismo género, se pasa a una categoría general, la presencia femenina nunca es equitativa. ¿Será que para la industria la MÚSICA, así con mayúsculas, es «cosa de hombres» únicamente y que nosotras nos tenemos que contentar con nuestro espacios segregados, sin posibilidad de acceder nunca a las misma oportunidades?
Así parece ser el panorama si revisamos la lista de ganadores: de 45 premios, sólo 12 fueron recibidos por artistas mujeres solistas y 4 por bandas o dúos mixtos. Es decir, que las mujeres sólo representaron poco más del 35% del total de galardonades.
Sin embargo, este año parece que la tradición patriarcal está, poco a poco, resquebrajándose. En las dos categorías más importantes, las ganadoras fueron mujeres. En el caso de Canción del año, el Gardel fue para Lali, por Sin querer queriendo, que ya había recibido el premio a Mejor Álbum Artista Femenina Pop y al momento de hablar, recordó lo falta que hacen las mujeres en todos los ámbitos de la música y pidió por el aborto legal, seguro y gratuito manifestando que «se trata de libertad, de derechos y de que no mueran más mujeres.»
Pero la coronación de la noche llegó cuando, después de casi 20 años y por segunda vez, una mujer recibió del Gardel de Oro a Mejor Álbum del Año. Como no podía ser de otra manera, la ganadora fue Marilina Bertoldi por su increíble Prender un Fuego. Y, por supuesto, Marilina sabe la responsabilidad que implica estar parada en un escenario frente a toda la industria musical y no perdió oportunidad de dejar en claro desde donde sostiene su práctica artística. Al recibir el premio a Mejor Álbum Artista Femenina de Rock, recordó que el rock vive y se nutre desde los márgenes y que, aunque les pese a los viejos vinagres del ambiente como Andrés Calamaro, la ruptura y la resistencia hoy está encarnada por las mujeres, las lesbianas, las trans, las travas y les no binaries.
https://www.youtube.com/watch?v=rJfXPeXdB6I
Al momento de subir a recibir el Gardel de Oro, Marilina recibió abrazos de su madre, de su hermana Lula Bertoldi, de Barbi Recanati, de Luludot Viento (cantante de Lxs Rusxs HDP), entre otros. Las mujeres sabemos lo importante que es tenernos las unas a las otras y lo que significa para todas que Marilina sea la segunda mujer, después de Mercedes Sosa, en ganar este premio: el patriarcado no se va a caer, lo vamos a tirar. Prender un fuego es, como Bertoldi dejó en claro, la libertad de contar lo que nos pasa, lo que amamos, lo que odiamos. La libertad de no dejar que el miedo nos acorrale nunca más. Porque, para aquelles que todavía no cayeron, este año el Gardel de Oro lo ganó una lesbiana, que lo dijo en la televisión, para todo el país y frente a les referentes más importantes de la industria musical. Porque el feminismo, aunque a algunes les haga ruido, no es una camiseta que uno se puede sacar y guardar en el armario. El feminismo es hacer carne nuestras luchas, nuestros deseos, nuestros amores, nuestras banderas y no hay lugar en el que no arda el fuego feminista. Y Marilina, así como tantas artistas que hoy en día se suben a las tablas, saben que el silencio ya no nos encierra y que vamos a usar nuestras voces para lograr lo que es justo. Nos quisieron quemar durante tanto siglos que aprendimos a prender un fuego y bailar entre las llamas.