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Litto Nebbia y las drogas

  • Revista Pelo
  • 22 agosto, 1972

Toda persona que lea el título de esta nota, creerá encontrarse ante el análisis de un drogadicto profesional sobre sus experiencias con las diferentes clases de estimulantes que se conocen (marihuana, cocaína, pastillitas, etc.).

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Sin embargo, nunca tomé ninguna de estas cosas, ni para probar cómo es su efecto.

El que así lo hace, me puede cuestionar que, ¿cómo puedo dar juicio positivo o negativo sobre algo que desconozco? Y yo le puedo contestar que no necesito acostarme con un marica, para darme cuenta si me gustaría ser homosexual. Todo esto me llevaría a un sinfín de discusiones y juegos de palabras, que no me servirían para nada.

Esto es algo mucho más profundo y podría escribir hojas . y hojas durante horas, porque hay muchos puntos que tratar sobre el problema drogas, especialmente: drogas y la juventud.

Como partícipe de la imagen y el mensaje de la juventud actual y futura —con mi arte— no puedo soportar la confusión y el deterioro creado por la mala información, las modas, el snobismo y toda clase de elementos en contra que los músicos o jóvenes que están en mi posición, tenemos hoy en día. Durante los tres o cuatro primeros años del nacimiento de la revolución cultural de la juventud, música y aparecida en los Estados Unidos e Inglaterra, comenzaron a correrse «bolillas'» en nuestro medio. Tales como las de atribuir la inspiración compositiva o interpretativa de algunos de los más famosos artistas de la escena en ese momento (Beatles, Stones, Dylan, etc.), a las drogas o cualquier ote tipo de estimulantes.

Llegando, a tal punto del absurdo, que he escuchado comentarios como éste: «Qué bien tocó la viola Fulano en su último LP». Y también: «Qué querés? Sabés cómo se da?»

Como si todo esto fuera poco, nuestra prensa —valioso medio de información para la sociedad— ha publicado en revistas notas sobre drogas que no esclarecen nada y hablan generalmente de los problemas de los jóvenes norteamericanos, «hippies» disconformes contra el sistema, anfetaminas usadas en Vietnam y todas esas cosas que no entendemos bien. Porque, gracias a Dios, no nos pertenecen aún. Todo esto, hecho de una manera tan sensacionalista, que no han logrado más que crear un tabú increíble para los pibes de 14 a 17 años.

Mi generación anterior, a los 12 ó 13 años, fumaba un cigarrillo a escondidas del padre por el misterio que este le traía: Hoy, muchos jóvenes —por la misma razón y también por un acto de machismo, podríamos decir— fuman un cigarrillo de marihuana o toman pastillitas.

Balance: Traté de imaginar un pequeño balance del resultado de esta nota al leerla el público:

Unos creerán que es motivo de publicidad. Pero piensen que no tengo por qué elegir este te para publicitarma sino, sencillamente, podría haber escrito sobre mi próximo long play o sobre mis últimas canciones.

Otros creerán que es una forma de escudarse sobre la sospecha que hay, de que todos los músicos son drogadictos. Sospecha que no sólo tiene la policía, sino también el público por la puidad que se le otorga. Considero que las drogas fueron un problema siempre, en cualquier parte del mundo. Que hoy se haya intensificado este problema, no es nada más que un precio que se paga por la civilización y todos sus bienestares. Así como hay cosas negativas y positivas en un ser humano; las hay también en cualquier esfera social, en cualquier ideología y en cualquier aspecto de la vida. Las drogas son una de esas cosas negativas que nos entrega el progreso.

Como explico al principio de esta nota, soy consciente tojalmente de que llego a una cantidad de personas con mi arte, imagen e ideas.

Cien, mil, diez mil… no importa la cifra! Lo que sí importa es que aproveche un medio de difusión tan importante como lo es una revista, para aclarar todo lo que pienso, siento y me molesta, con respecto a las drogas.

Me da mucha tristeza terminar de tocar en un recital -como muchas veces ha ocurrido— y enterarme que muchos pibes creen que mi música o calentura en escena, es producto de algún estimulante. Me molesta porque eso está en contra de mi motivación y real causa por el arte; está en contra de mis estudios, aspiraciones y posición como ser humano. Me da mucha tristeza que, porque han visto en una película norteamericana que el personaje central se droga, ellos lo hagan.

Me da mucha tristeza que se disculpen, diciendo que es por culpa del sistema.

Me da mucha tristeza ver que ésto no se pueda parar de alguna manera. Pero no violenta, sino haciéndoles entender y tomar conciencia a todos los pibes que no tienen que hacer eso para ser más hombres, ni estar en «onda», ni pretender llenar sus vacios intelectuales y espirituales. Me da mucha tristeza que fabriquen el mito de que para sentirse mejor hay que consumir algo de eso.

Me da mucha tristeza ver que se han perdido muchos valores artísticos irremplazables en nuestra música. Y no sólo eso, sino tambiérn la cantidad de tipos con un caudal humano increible, con los cuales no me puedo sentar ni siquiera a tomar un café hoy, porque su lucidez y naturalidad ya no es la misma.

Sé que muchas personas van a odiarme o pensar que estoy loco al escribir ésto. O mucho peor: que soy un falso por hablar en contra de ún sector de la juventud; o, quízás, que soy un tipo miedoso. Si, justamente creo que ese es el término exacto. Soy un hombre lleno de miedo, pero lleno de miedo a que perturben mi paz interior, mi trabajo y estudio, y desvíen el objetivo que busco con mi arte.

Cada tipo tiene que luchar encarnecidamente por lo que cree. Yo creo de esta manera, y como tengo la posibilidad de hacerlo público, no escatimo el riesgo de hacerlo. Todas estas palabras no van a cambiar a nadie su manera de pensar y no pretendo eso tampoco. Porque no es un club lo que quiero formar. Mi esperanza es la de alertar o hacerles entender a muchos pibes, o a uno de cada cien, que un real músico o joven de cualquier profesión, puede luchar, vivir, soñar, crear y salir adelante con lo que cree. Sin necesidad de ninguna cosa extra que no sean las condiciones naturales que poseemos.

Mi esperanza es, también, que quienes se ocupan ofi cialmente de solucionar este problema, lo clarifiquen a nivel científico y accesible para todos. Y no con películas publicitarias que apelan a un tenor sensacionalista. No quisiera terminar esta nota en forma fría, así que ahi va una de las estrofas de mi última canción:

Lloramos cuando nacemos,
lloramos cuando morimos.
Total llorar también es luchar,
y éso es la libertad.
Robate un manojo de mi canto
será la libertad que te faltó.
Robate un manojo de mi canto,
será la libertad…

Litto Nebbia

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