Uno de los artistas más importantes que tiene la Argentina y América Latina habló de todo con Los Andes, y aprovechó el momento para hacer una revisión histórica.
El 2 de junio de 1966, Los Beatniks -grupo en el que cantaba un tal Mauricio Birabent, mucho más conocido como Moris- entran a los estudios CBS y graban su único simple, con «No finjas más» y «Rebelde», en lo que se puede considerar esta fecha como la primera grabación de rock argentino. Vendieron nada más que 200 copias.
Para otros, la cosa venía desde un poco antes, cuando en 1965 llegaron a Buenos Aires Los Gatos Salvajes, un grupo rosarino que si bien ingresó en un circuito menos bohemio y más comercial, se sumó a la consigna casi utópica de cantar rock en castellano.
Y para un resto, el rock argentino nació en 1967, cuando Litto Nebbia y Los Gatos dieron la primera estocada cuando su simple debut, «La Balsa» vendió nada menos que doscientas mil copias.
La verdad es que no varía mucho si fue hace 41, 40 o 39 años porque lo cierto es que el rock argentino viene motorizando al país desde hace cuatro décadas y se ha transformado en un género tan clásico como el tango o el folclore. Nadie puede decir que el rock cantado en castellano y hecho en nuestro suelo no es autóctono. Incluso, sus protagonistas -algunos idolatrados, otros desplazados y muchos olvidados- sufrieron persecuciones y exilios y gozaron de momentos de extrema popularidad y total desprecio.
Ese rock, el que moviliza multitudes, el que apasiona, el que se presta para la discusión, el que sufrió la pérdida de 194 vidas, está por estos tiempos en pleno estudio y análisis por muchos y por ese motivo Los Andes mantuvo un diálogo sincero y objetivo con uno de sus pilares fundamentales, un artista que es dueño de una coherencia que es respetada y admirada, un cantante dueño de letras que son reconocidas en el mundo y un hombre consecuente con sus palabras tal como lo es León Gieco.
Desde fines de 1972, cuando en plena época acústica comanda por Sui Generis, Raúl Porchetto, Miguel y Eugenio se suma este cantautor llegado de Cañada Rosquín, provincia de Santa Fe y desde ese mismo momento comenzó a tallar una imagen que año tras año se fue engrandeciendo, hasta llegar a ser el artista clásico que hoy se muestra.
Lo que sigue a continuación es el análisis del artista sobre estos cuarenta años llenos de canciones:
«Según mi criterio voy a mencionar cuáles fueron las diferentes etapas del rock argentino:
Primera etapa, de 1963 hasta 1970: fue ahí donde aparecieron grupos como Almendra, Manal, Los Gatos, La barra de chocolate, Vox Dei, Arco Iris, que formaron el primer escalón del rock argentino, donde todos se apoyaron (incluido yo).
Segunda etapa: es la nuestra, la de Charly García, Nito Mestre, Raúl Porchetto. Tuvimos que encarar un momento problemático porque fue primero la gloria peronista, con Héctor J. Cámpora (Presidente de la República, 1973) a la cabeza y que sólo duró tres meses. Después fue la derecha del peronismo, con (José) López Rega (1974) y compañía -que fue el primer paso de la dictadura- y después la tremenda dictadura de Videla y todos los demás genocidas. Ahí tuvimos que exiliarnos todos y nos mandaron a la mierda.
Tercera etapa: es con el advenimiento de la democracia, en plena década del 80. Es un rock posmilitarista, de letras light y de una actitud moderna, especialmente en la estética: trajes de colores, peinados raros, producción frenética. Fue una etapa muy floreciente, de muy buena música como la de Soda Stereo o Virus, que a ellos les quedaba muy bien y no así a nosotros. En ese momento armé una banda de música folclórica y salí a tocar «Kilómetro 11″…
Cuarta etapa: década del 90, época menemista. Aparece una nueva etapa del rock, donde yo me siento mucho más afín; empiezo a encontrar «hermanos menores» como Andrés Ciro Martínez -de Los Piojos-, Ciro Pertusi -de Attaque 77-, La Bersuit, Divididos. Es un rock donde yo empiezo a tomar protagonismo y tengo mucho más que ver. Por eso toqué con Los Piojos, con Bersuit, con Attaque 77, con Divididos o con Chizzo de La Renga. Ése fue un momento especial, era como encontrarse con la propuesta setentista porque era una etapa donde estabas en contra de un gobierno con una economía con la misma estructura que la dictadura -manejada por Cavallo- y contra el mismo Menem, un tipo que se tildó de peronista y terminó trabajando codo a codo con los Alsogaray. Menem fue una persona que nos engañó sistemáticamente, con un gobierno nefasto desde el punto de vista económico, estético y espiritual.
Quinta etapa: año 2000. Es donde aparece el rock barrial. Es el momento de la futbolización del rock. Un grupo nacía en un barrio y compite con las bandas de otros barrios. Son pibes que arman una banda y los primeros fanáticos son los que los escuchan en los ensayos. La primera imagen es: 10 pibes sentados en el cordón de la vereda escuchando cómo la banda ensayaba en el garage. Cuando esa banda salía a tocar, esos diez pibes los iban a ver, a hacer el aguante y después eran 20, 40, 80, 200, 3.000. El final de esta etapa se da con Cromañón.
El futuro: los chicos que andan por los 20 años están revisando seriamente lo que a nosotros nos gustaba. Están descubriendo la primera etapa de Los Rolling Stones, Pink Floyd, Los Beatles, Jimmy Hendrix, Trafic, Eric Clapton y también están empezando a descubrir lo que era el rock en la Argentina en esa época, es decir Manal, Los Gatos, Pappo, Almendra. Hay un grupo que se llama «Infierno 18» -que tienen menos de 16 años- y grabaron en su disco debut «Hombres de hierro», que es mi primera canción y que está inspirada en el mendozazo. Hay una nueva etapa de pibes que están en plena revisión y, encima, tocan muy pero muy bien. Creo que nuestra suerte es que los próximos grupos de rock en la Argentina serán muy buenos.